5 de mayo de 2001

Hija Mía:

Eleva tu espíritu hacia Mí y, en tu contemplación, oye Mis suspiros mientras se convierten en palabras…

La paz esté con vosotros. Hoy llamo a todos a analizarse a sí mismos. Llamo a cada alma a que se examine. Mis caminos son caminos deliciosos que conducen a la perfección. Estáis llamados a ser perfectos. Os he dado —y aún lo estoy haciendo— un modo fácil de comprenderme y, al comprenderme como los ángeles Me comprenden, podréis obtener Mi Paz.

Os he dado a todos vosotros este noble tema de amor y misericordia para conduciros a esa Paz, que es mucho mayor de lo que podéis comprender, y que hace que vuestra alma esté adornada de blanco, como una novia vestida con su traje nupcial. Mi tema de amor os está dando a todos oportunidades de gobernar Conmigo mientras estáis aún aquí en la tierra. ¿Quieres ser un perfecto hijo de Dios? En otras palabras, ¿queréis ser llamados “dioses por participación”? Entonces, entrad en la senda de las virtudes; trabajad por vuestra salvación y no miréis atrás. Estoy dispuesto a deificaros y escribir vuestro nombre en el libro de la vida.

Que vuestro testimonio muestre en sí evidencia de verdad. Que vuestro testimonio muestre Mi Poder, que se haga evidente a todos que Yo, el Cristo, estoy bien arraigado en vosotros y que vosotros estáis bien arraigados en Mí. En esta unidad en que el divino amor nos ha entrelazado, estaréis siguiendo la regla de vida. Y Yo, con el mayor deleite de Mi Corazón, al ver lo que esta divina unión de amor ha traído a Mi querida alma, le enseñaré a caminar Conmigo y llenaré su mente de todo lo que pertenece a Mi Reino, de todo lo que es soberano, de todo lo que enamora Mi Alma y hace brotar lágrimas de alegría de Mis Ojos, de todo lo que es puro y noble, de todo lo que prueba que esta alma es verdaderamente parte de Mí, demostrando al mundo que todo el Conocimiento que se le ha dado viene de Mí.

Ahora has aprendido que en Mi Cuerpo vive la plenitud de la Divinidad, y que, por ello, tú también puedes encontrar tu propia realización. Si dices que verdaderamente Me amas, entonces ¿por qué guardas aún esa distancia Conmigo? ¿Por qué miras todavía atrás? Sabes que tienes que imitarme. De nuevo, no te sorprendas cuando te pida que te examines a ti mismo.

Si dices: “Estoy tratando de hacerlo bien, intento no decaer. Trato de ser el deleite del Dios Trino y Uno y respirar en Él, porque todo lo que me rodea es muerte, y requiere un gran esfuerzo no dejarse envolver por las semillas de muerte. Me vuelvo a la izquierda y siento el aliento de la muerte. Me vuelvo a la derecha y veo oscuridad. Sin embargo, intento no caminar en profunda sombra. Si mis pobres pies se han extraviado de la senda de las virtudes, o si mi corazón está manchado por la ingratitud y el pecado, o si mi mente se ha descarriado por campos ilícitos y pensamientos insidiosos, ven en mi ayuda y rescata mi naturaleza traicionera: porque yo no soy insensible a Tu amabilidad, Señor, soy sólo débil y miserable”. Puesto que te he criado como un padre desde tu nacimiento, tengo derecho a probar la autenticidad de tu amor y, por tanto, te responderé: “Estoy probando tu rectitud. Quiero que seas como un príncipe o una princesa cuando vengas a encontrarte Conmigo, al salir de esta vida. Quiero que vistas de púrpura real y que estés alegre con la alegría de tu Señor. Quiero que te llenes de luz divina, y que brilles por dentro y por fuera. Quiero que seas fiel con Mi Fidelidad, intachable con Mi Imagen Perfecta, puro con Aquel que es Puro”.

¡Escucha! ¿Acaso los rayos del sol en su gloria o el brillo de la luna han eclipsado jamás el Amor que tengo por vosotros? A causa de Mi Nombre y a causa del amor que os tengo, Me he mostrado a todos vosotros. Hasta vuestra alcoba he venido a visitaros con Mi Divina Presencia. Unas veces he venido como fragancia de mirra, otras como remolino de humo de incienso, perfumándoos a vosotros y vuestra habitación. ¿Acaso no Me he aparecido también como un rayo de luz en vuestro corazón? Mi Presencia gloriosa está en todas partes. Yo lleno la tierra con Mi Amor y, ¿cuántas veces no he dejado Mi Trono y Me he inclinado sobre vosotros, enviándoos besos secretos? Venid todos los que anheláis disciplina. Venid y aprended cómo aclamarme no sólo con palabras, sino con buenos actos de amor. Que vuestra lengua hable de Mí, de Mi Divinidad, de Aquel que es el Primero y el Último, de Aquel que os ha engendrado, de Aquel que os ha embellecido y convertido en una catedral. No Me privéis de esta alegría.

Por gracia, os he permitido crecer en Mi Casa. Así pues, infundid algo de alegría y de contento en Mí, diciendo el “Padre Nuestro” de la manera que Mi Padre se lo enseñó a Mi hija. No seáis como los huesos desperdigados de la visión de Ezequiel, sino llenaos de la gloria de Mi Espíritu Santo, que Yo conferí a Mis discípulos, y creced en utilidad mientras os borráis progresivamente del empleo inútil, sin dejar jamás de invocar Mi Nombre para que reavive vuestra fidelidad e infunda en vosotros Mi sustancia vivificadora.

¿Habéis oído alguna vez la parábola de los talentos?1 ¿No habéis notado cómo Mi Casa2 os está convocando a todos para enriquecer Su Casa? ¿No os habéis dado cuenta de que éste es tiempo de hacer una apreciación y probar vuestra fidelidad?

Os he estado confiriendo a todos vosotros gracias santificantes durante estos años ungidos. El pobre ha recibido igual que el rico. No he privado a nadie, pero ahora el Dueño de la Casa te pide que des un paso al frente para probarle tu fidelidad, a fin de que Él te pueda decir: “Bien hecho, alma buena y fiel. Has demostrado que puedes ser fiel en las cosas pequeñas, así que te confiaré mayores. ¡Ven y únete al gozo de tu Señor!”

No defraudes a tu Dueño y le obligues a decirte: “¿Qué has hecho por Mí? No he visto ninguna obra buena que venga de ti”. También puedes volverte virtuosa si te arrepientes de verdad y Me abres tu corazón para que derrame en ti ungüento curativo. No te aísles de Mí, déjame llenar tu mente con Mi Presencia, y Mi Herencia será tuya. Cólmame de alegría y crece alta y fuerte como torre de marfil. Por tanto, que no te sorprenda lo que dije: “Descenderé al valle para ver si Mis viñas están echando brotes y sus flores se están abriendo”. ¿Por qué algunos de vosotros os consternáis ante Mis preguntas? ¿Acaso tú Mi Casa Real estás persiguiendo el viento?3 Porque si lo estás, en viento te convertirás. Yo soy fiel a la grandeza de Mi Misericordia, y para librarte de tu abrasadora apostasía, hijita Mía,4 te he enviado sin cesar —y aún lo estoy haciendo— al Espíritu Santo que te deifica uniéndote a Mí.

Ahora mira y aprende:

—Benditos aquellos cuyos corazones se abrieron para ser limpiados y preparados a recibir al Espíritu Santo, para una transformación: serán deificados y llamados hijos e hijas del Altísimo, serán llamados dioses por participación.

—Benditos aquellos que han sido perfumados por gracia, y su fragancia es como mezcla de incienso, perfumando con su presencia Mis Iconos: heredarán Mi Reino.

—Benditos aquellos que han recibido Mi Espíritu Santo y se han convertido en coherederos de Mi Reino, iluminando a otros con Mis Palabras y con Mi Conocimiento y dando la posibilidad al resto del mundo de comprender los dogmas de la Iglesia: serán llamados colaboradores de Mi Reino, puesto que gobernarán Conmigo.

—Benditos aquellos cuya fe se revela a través de actos de caridad y de servicios hechos al Altísimo, resonando su voz como una melodía, honrando Mi Casa: recibirán la plenitud de Mí Mismo, y serán cubiertos por la gracia del Espíritu Santo. Incluso después de su muerte, sus cuerpos profetizarán5.

—Benditos aquellos que han permitido que Mi Espíritu Santo los gobierne y los reúna en Mi Redil: formarán un solo Cuerpo y estarán para siempre unidos a Nosotros, el Dios Trino y Uno.

—Benditos aquellos que, tras haber estado enraizados en abominaciones, permitieron que el Espíritu Santo los condujera a una metanoia, arrancando todo mal de su interior y dejándole que Se derramara en ellos y brotara dentro de su corazón, vivificando las sustancias muertas6. Como las rosas en los días de primavera, brotarán y florecerán, pues formarán parte del nuevo y santo sacerdocio real. Sí, serán llamados el pueblo de Dios, y Me cantarán alabanzas por haberles conducido a Mi maravillosa Luz.

—Benditos aquellos que por Mi causa se han ofrecido voluntariamente a sacrificar su tiempo y a sí mismos para salir a la batalla de vuestros tiempos, a luchar contra las fuerzas malignas, alistándose como soldados. La gracia del Espíritu Santo los sostendrá y los ceñirá con fuerza, formándoles para que ocupen un puesto entre los Arcángeles predominantes Miguel y Rafael.

—Benditos los reparadores de rupturas que renunciaron a sus pasiones por Mi Causa, y a todo lo que les mantenía prisioneros de este mundo, y se asociaron, por la gracia del Espíritu Santo, a Mi Plan Divino, embelleciendo Mi Casa: su alma y su ser entero serán como una gloriosa Catedral.

—Benditos aquellos que han aprendido a tener sed de Mí y a desear abrazarme y poseerme: han descubierto el Prodigio de prodigios, que es conocerme y comprenderme en Mi dulzura.

El que habita en Mí y está alimentado por Mí, educado por Mí y revestido de Mí Mismo con gloriosa perfección, podrá decir: “Soy uno con Dios, pues estoy viviendo ahora — mientras estoy aún en la tierra y entre los seres— una Verdadera Vida en Dios… Soy como una ciudad fortificada, porque mis murallas han sido reconstruidas por el Espíritu Santo Mismo. Con el Espíritu Santo dentro de mis murallas, estoy destinado a una gloria sempiterna. ¡El Espíritu Santo ha envuelto mi alma de una belleza celestial para que pueda entrar en Tu Gloria, oh Cristo, y vivir para siempre! ¡Mi paso no será el mío, sino el Suyo! Caminaré con Dios porque me he apartado de los placeres carnales, y mi espíritu vive ahora en beatitud y es incorrupto, como conviene al Dios Trino y Uno y a Su Santa Presencia”.


1 Mt 25,14-30
2 Al mismo tiempo oí también: “¿no habéis notado cómo el “Dueño de la Casa…”.
3 Comprendí que ‘viento’ significa ‘vanidad’.
4 Jesús se dirige a cada uno.
5 Significa que sus obras se recordarán para siempre.
6 Al mismo tiempo oí la palabra ‘materia’.