28 de septiembre de 2000

Desde Tu Templo, Señor mío,
escucha mi voz y déjame oír la Tuya.
Haz que esta generación
abra su oído para oír Tus Palabras
que son más dulces que la miel,
más aún que la miel que destila del panal.
David dijo: “Tus siervos
se forman con Tus palabras”1

Y así es, porque ¡mirad! ¿Qué habéis visto todos? ¿Qué habéis oído? ¿A una élite caminando entre la élite? ¿A un filósofo o a un miembro eminente de una academia teológica? ¿Acaso habéis visto a alguien vestido de púrpura real, de riqueza, y adquiriendo saber mundano? ¿No?… Entonces, los que salisteis a oír, ¿qué oísteis? ¿Una autoridad otorgada por los hombres? Oh, no, porque aquellos que se instalan y os gobiernan no están ungidos con el óleo de la profecía. Entonces, ¿qué es lo que habéis oído todos estos años?

¿Un corazón? ¡Sí! Eso es lo que vinisteis a ver y a oír. A un corazón formado por Mis Palabras, que desafía los poderes del mal y el dominio del Maligno, pero que eleva Mi Nombre en alabanza y gloria, consolando al descorazonado y al afligido, alimentando al hambriento con Mis Palabras. Vinisteis a oír a un corazón indulgente, formado por Mí y por Mis Palabras. Sí, Mis servidores están formados por Mis palabras y, hasta el día de hoy, Me siento en Mi Trono mandando en esa ciudad, invitando a todos los transeúntes:

“¿Quién ha decidido disciplinar su vida en Mí? ¿Quién se ha resuelto a ser corregido y a venir a morar en Mí? ¡Ay de los corazones indecisos, ay de los corazones indiferentes, ay de los corazones orgullosos y testarudos: el peso de sus pecados los hundirá en el infierno! Hoy regreso a ti de nuevo, generación, para formarte con Mis Palabras de Salvación y ungirte para hacer el bien. No te quedes como un árbol marchito, ven a Mí y Yo te haré florecer, y tu fruto será bueno. Ven a Mí, y cuando Yo toque tus labios, tus labios rebosarán amabilidad y serás liberado de la muerte.”

Yahveh guía nuestros pasos,
si no, ¿cómo puedes ver por ti mismo
a dónde te estás dirigiendo?
El Trono de Yahveh sólo puede estar asentado
sobre la amabilidad,
así lo dicen las Escrituras.

Así es… Por tanto, no digáis: “¿Quién le2 ha dado autoridad para venir a hablarnos?” Yo soy su Autoridad, y esta Autoridad ha venido para decir a los que se burlan3: “Os expulsaré de vuestros asientos, pero elevaré a los humildes para enviarlos a evangelizar a un pueblo descristianizado”. Lancé un hondo suspiro cuando pasé junto a esos burlones: su espíritu está totalmente cubierto de ortigas. Mientras estaba contemplando la Viña4 que Mi Hijo Jesucristo les5 dejó, suspiré profundamente de nuevo. “¿Dónde está el banquete de buenos vinos, de comida espléndida y sustanciosa, de exquisitos vinos decantados? ¿Es éste el lugar donde solía haber un millar de viñas?”

¡Ah, generación, qué lástima Me das! “La pobreza te llega al codo y pasas necesidad, como un mendigo”6 “Come miel7, porque es buena. ¡La miel que destila del panal es dulce al paladar y te salvará!”, te digo. Pero nadie escucha verdaderamente, sólo un resto está ávido de escuchar.

La Sabiduría construyó una Casa, comprada con Preciosa Sangre. De pronto, la venganza de Satanás se levantó para destruirla: “¿A quién enviaré para hacer este trabajo de destrucción? Ya sé, enviaré a la Bestia y a sus seguidores para derribar y dividir, para profanar y abolir lo que es Más Sagrado…”

Cuando llegó la adversidad, salí al rescate, pero nadie, entre los oficiales de la Iglesia, escuchó de verdad. “Es sólo una revelación privada y no hace falta que le prestéis oídos”, dijeron.

Ocultar Mi Voz es un pecado mortal. Filtrarme una y otra vez y fiscalizarme es un pecado abominable a Mis Ojos. Vuestra incredulidad dirá un día: “Pero mira, no lo sabíamos, no sabíamos que estábamos ofendiendo Tu Misericordia”. Por supuesto que habéis ofendido Mi Misericordia. No solamente habéis ofendido Mi Misericordia, sino que habéis permitido que los poderes del mal ganen terreno y expolien la Casa que Mi Hijo compró con Su Preciosa Sangre. Y todo por culpa de vuestra incredulidad. ¡Y cómo! ¡Cuán ingeniosamente dais la vuelta a Mis Palabras para justificar vuestra incredulidad!

¿No os dais cuenta de que os habéis apoderado de Mi Sede? ¿No os dais cuenta de que os estáis convirtiendo en el enemigo de toda la raza humana? ¿Y que, entorpeciendo y disminuyendo el valor de Mis Palabras a través de Mis profetas, estáis impidiéndoles declarar Mi Voluntad a Mi pueblo, y que se congreguen todos para unir la Casa de Mi Hijo? ¿Acaso no habéis oído: “Donde no hay visión, la gente se relaja; benditos son los que guardan el Precepto”?8

Estoy orando por ése que Te gritó: “He llegado a desesperar de todos los esfuerzos que he gastado bajo el sol…”

Y Yo le digo: “No te has esforzado en vano. No Me gusta nada esta división, que es un grave pecado, pero la unidad no está fuera de vuestro alcance.” Muchas palabras distorsionadas saldrán de muchos corazones, pero, ¿no estoy Yo llamando mientras tanto? Si perdéis el ánimo, volveos hacia Mí…

“Mis servidores están formados por Mis Palabras”, dijo Mi Espíritu a David. Y tú los reconocerás por su manera de hablar y por lo que dicen. Esta generación está desfalleciendo. Por tanto ¿no he de intervenir Yo ante tal apostasía? El destructor está asolando Nuestros Viñedos, saqueando las Escrituras, y vosotros lo sabéis. ¿No voy a intervenir? ¡Mirad! Mis “Abeles” se lamentan en el desierto. Mis embajadores de paz lloran amargamente por la dureza de vuestro corazón, como Mi Hijo lloró amargamente por la dureza de corazón de Jerusalén, que persiguió a todo profeta…

¿Hasta cuándo, Señor?

Hasta que aprendan a gritar:

“¡Bendito el que viene
en Nombre del Señor!”9

Y en cuanto a ti, Vassula, te digo: Me encanta cuando observas y no olvidas Mis Palabras que te formaron y, a través de ti, formaron a otros. Mantén tus ojos abiertos para contemplar Mis inestimables tesoros y los prodigios de Mis Palabras. He dicho, Vassula, que contemplar la luz de Mi Gloria está por encima de toda teología. Dime, ¿hay algo más grande en el mundo que penetrar en vuestro Dios y alegraros en Su Presencia? ¿Qué hay más grande en el mundo que verme a Mí, la Divinidad? Aquel que está revestido de Majestad y de Poder os está hablando. Yo trasciendo y reino en las alturas de la Gloria. Por lo tanto, es hacia allí adonde tenéis que tener levantados los ojos permanentemente, y os salvaréis.

Esto es lo que debes continuar enseñando a esta generación. Ve a recitar Mis hazañas para que esta generación Me abra su corazón y para que Yo, a Mi vez, le abra a él las puertas de la virtud. Grita a los pastores que guardan Mi Iglesia y pregúntales: “¿Ha probado alguien ahí la dulzura y la bondad de nuestro Señor? ¿Hay alguien ahí que destaque en conocimiento de Dios?”

Si contestáis “sí” a la primera pregunta y “no” a la segunda, entonces, ¿por qué Me estáis persiguiendo? Yo supliqué y vosotros condenasteis. Os visité, haciendo brillar Mi benevolencia sobre vosotros, pero la arrogancia y la hostilidad fueron vuestras ofrendas a Mí. Llamé a vuestra puerta, pero no Me abristeis, y os asegurasteis de que vuestras ventanas estuvieran también atrancadas. No hicisteis lugar para vuestro Señor. ¿Tengo Yo ahora que alabar vuestro discurso y el torrente de palabras que Me dirigís en vuestras asambleas? Puesto que todas esas palabras son vacías hasta la saciedad, ¿para qué servís? Humillaos antes de caer enfermos. Dejad que Mis Palabras sean vuestro educador, vuestro consejero y vuestro gozo. Y viviréis.


1 Sal 19,11
2 Aparentemente Dios se refiere a mí…
3 Dios me dio a entender que se refería a los pastores que se portan como ‘Caín’ y que no pastorean las ovejas que les han sido confiadas, aquellos que son como lobos disfrazados de piel de cordero. Algunos tienen una posición eminente y persiguen a los ‘Abeles’, los buenos y fieles pastores, y todas las Buenas Obras de Dios.
4 Nombre simbólico de la Iglesia.
5 A los guardianes, es decir, a los sacerdotes.
6 Pr 24,34.
7 En forma simbólica: la Palabra de Dios.
8 Pr 29,18. “Visión” es probablemente un don profético. “El Precepto” puede ser la enseñanza del profeta o también la Ley…
9 Mt 23,39.