30 de junio de 1999
Estos días te he estado enseñando, con deleite, cómo pueden hacerse dioses por participación todos Mis hijos e hijas, si ellos Me permiten hacer fluir en ellos Mi Divino Amor. Quiero extender en ellos Mi Reino y tomar posesión de ellos como Yo quiero que ellos tomen posesión de Mí.
Si no contradicen a Mi Espíritu Santo, Él tomará posesión de ellos y los convertirá en un jardín floreciente. Él los llenará de virtudes y obrará maravillas en su interior para desarrollar en ellos la plenitud de Cristo. Si Me permiten fluir en ellos, los convertiré en Mis hijos e hijas adoptivos.
Yo os revelo Mi Gracia, y la salvación se os ha dado por medio de Mi Hijo Jesucristo. Para liberaros, Él se sacrificó por vosotros. Para que compartierais una Vida Divina, Él instituyó la Sagrada Eucaristía, a fin de santificaros y haceros partícipes de Su Cuerpo y de Su Sangre. No participáis de un simple pan o vino, sino de Dios Mismo. ¡Si tan sólo reflexionarais sobre este Misterio y lo comprendierais plenamente!
El Dios Inaccesible os es accesible, el Dios Invisible se os hace visible y está dispuesto a divinizaros. ¡Él, cuya grandeza sobrepasa todas las fuerzas angélicas y todos los seres y todo lo que ha sido creado, está a tu disposición, creación! Dios Mismo se os ofrece para devolveros vuestra divinidad, divinizando vuestra alma para que entre en la Vida Eterna.
Si Me permitís fluir en vosotros, os haré comprender todas esas cosas que son invisibles para vosotros, con el fin de llevar vuestra alma a un completo arrepentimiento. Este arrepentimiento transformará vuestro tan miserable y mancillado estado en una pura y digna transformación de cuerpo y alma, preparados entonces para recibir a Aquel que creéis Inalcanzable e Inaccesible.
Aquel que se gloría a Mi Derecha —al que tú, hija, llamas “¡mi Liturgia!”— Se da a ti para que comas Su Carne y bebas Su Sangre, para que tú te conviertas en carne de Su Carne, hueso de Su Hueso.
Yo llevaré a cabo, en cualquier momento y para cualquiera que lo desee, Mi acto de Amor, si Me implora:
“¡Ven, y hazme Tu propiedad y Tu hijo adoptivo!”,
Y antes de que nadie haga el menor movimiento en el cielo, todos oirán Mi grito:
“¡Absuelto!”
Entonces, también tú, hijo Mío, brotarás de Mis fuentes y te convertirás en dios por participación.
Yo no seré como un barco que surca las agitadas olas sin dejar rastro por donde pasó, no. Haré que todo el mundo te oiga y sepa que el Dios Trino y Uno vive ahora en ti y se oculta en ti. Nuestro paso vivificador por tu interior no pasará inadvertido, pues tú Me alabarás diciendo:
“He aprendido de Mi Padre cómo poseer a Dios. Dios es Mi Padre. Él es quien me ha engendrado y Se me ha dado a conocer, sin perder Su trascendencia. Él, cuya Magnificencia es ensalzada en toda Su creación, me ha llenado de Su Conocimiento. El Dios Trino y Uno que abarca a todos los seres, llenando todas las cosas con Su resplandor, sin ser contenido por sus límites, Se ofreció a mí, ordenando que todas las cosas en mí fueran buenas. Y ahora mi alma está contenta y satisfecha por estar, a pesar de mi miseria, llena de Dios.”
Sí, ¡sé feliz! ¡Sed felices todos vosotros que oís la melodía de Mi Voz y halláis vuestra plenitud en Mí!
Ah, Señor mío, Tu Beso bautismal
puso fin a mi rebelión.
Mi Señor está desplegando Su grandeza
como hizo en los primeros tiempos.
Sus Tesorerías están abiertas,
y Sus Tesoros vuelan desde el cielo
como pájaros, a la vez que despliegan
Sus Portentos en el Cielo.
A través del firmamento,
esos tesoros forman una visión gloriosa.
Nosotros sólo tenemos que pedirlos,
y nuestro Padre, con Su propia Mano,
los sacará del cielo
y los colocará en nuestro corazón,
para que, en adelante, podamos expresar
pensamientos dignos de Sus Dones.
Y Yo pondré Conocimiento en ti para que Me conozcas como tres veces Santo…