(Mensaje del 30 de julio de 1990 – ver más abajo)

P. John Abberton

Publicado: 15 de marzo de 2006

¿Qué significan estas palabras? Necesitamos verlas en su contexto:

“mirad las Palmas de Mis Manos, Mi Costado y Mis Pies, tocad Mis Llagas… aquellos que no beban de Mis Llagas se debilitarán…”

El mensaje continúa hablando de la «Llamada del Amor» y de nuestra necesidad de responderle.

En las dos líneas citadas anteriormente, Jesús nos pide que miremos Sus llagas y luego habla de beber de esas heridas.

Debemos entender «beber» no sólo como una referencia a recibir la Sagrada Eucaristía – beber la Preciosa Sangre – sino en el sentido de «beber» todo lo que Él es; todo lo que Él enseña. Debemos entender «beber» como ser alimentado espiritualmente en lo más profundo de nuestras almas. Si pensamos, en lenguaje místico, en beber de la «fuente», que es el Sagrado Corazón, entonces no es sólo será la Sangre de Cristo lo que recibimos, sino el Espíritu Santo (la Sangre y el Agua que fluyen de Su Costado, como se describe en el Evangelio de San Juan). En este sentido también pensamos en beber de la «fuente de la Sabiduría». Más adelante en el mensaje, Jesús habla de esta Sabiduría. Es la Sabiduría de «las Heridas». Se nos pide que contemplemos las Santas Llagas. En este sentido podemos ver la invitación a beber como una invitación a la contemplación. El Salmo 41 (42) nos viene a la mente;

Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas,
así te anhelo a ti, oh, Dios mío.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿cuándo podré ver el rostro de Dios?

La imagen del ciervo que busca el agua corriente es un símbolo tradicional del corazón (o el alma) que busca a Dios. La «corriente» de la que se habla en la profecía de Ezequiel (ver Ezequiel 47), se convierte en un torrente que fluye hacia el mar (a menudo, un símbolo para la humanidad), y que trae vida y curación a medida que se expande, es una imagen de la corriente que fluye del lado de Cristo y nos habla de la Sangre sanadora que fluye de las Cinco Llagas Gloriosas. En algunas traducciones al inglés, el agua que fluye desde «debajo del umbral del templo» se describe como fluyendo hacia adentro, o desde el lado «derecho» del templo. Se cree que la lanza que produjo la herida en el Cuerpo de Cristo penetró por el lado derecho del torso y la punta de la lanza entró en el pulmón inferior derecho y luego perforó el corazón.

Independientemente de cómo imaginemos ese «beber de las Llagas», estamos invitados a abrir nuestros corazones a la Gracia y a la Vida que Cristo derrama sobre nosotros desde la Cruz. Mientras nos preparamos para la Pascua, éste podría ser uno de los Sagrados Misterios que nos llevan más cerca de Aquel que habla en los Mensajes. La «Sabiduría de las Llagas» nos enseña a vivir como discípulos del Señor, que se humilló para nuestra salvación.

30 de julio de 1990

(Rodas – Monasterio de San Nectario)

(Estuve cinco días en ese monasterio. Cinco días de ayuno y silencio. Orando y meditando únicamente.)

¿Señor?

Yo soy. No lo dudes jamás. Te doy Mi Paz. Entra en Mi Corazón.

(Cuando el Señor dijo “Te doy Mi Paz”, vi abrirse el cielo y fui acogida en Su Corazón.)

El tiempo urge, las horas vuelan…Acércate a Mí y escucha lo que quiero decir a la Iglesia de Rodas:

Mirad las Palmas de Mis Manos, Mi Costado y Mis Pies, tocad Mis Llagas… Aquellos que no beban de Mis Llagas se debilitarán, languidecerán y se secarán. Yo Soy vuestra Salvación, por lo tanto ¿por qué teme esta nación beberme y comerme? Gritan pidiendo auxilio, pero luego no viene nadie a comerme, beberme y ser sanado. ¿No os he dicho que seréis sanados por Mis Llagas? Andad, pues, con tiento por este desierto sin fin y dejadme oír el sonido de vuestros pasos. Venid a recibirme.

Esta nación no logra entender la Llamada de Mi Amor. Os miro desde el Cielo, ansiando salvaros a todos. Vacío Mi Corazón en vosotros, os envío la Sabiduría hasta el umbral de vuestra puerta para enseñaros que Mi Tema es: AMOR. Pero ¿tiene alguien oídos para escuchar? Pequeños, he compuesto para vosotros un Nuevo Cántico de Amor y, en atención a Mi Santo Nombre, he descendido hasta vosotros. Yo, vuestro Cristo, vengo a embelesar vuestro corazón con Mi Cántico de Amor, y a deleitar Mi Corazón. No digáis: “Lo busqué, pero no Lo encontré, Lo llamé, pero no me respondió, Lo esperé, pero no vino”. Buscadme, amadísimos Míos, con sencillez de corazón, y Me encontraréis. Llamadme desde el fondo de vuestro corazón y os responderé. Abrid los oídos y el corazón, y oiréis los Pasos de Mi Retorno. La higuera ha madurado y pronto comeréis su fruto.

Venid. Puesto que muchos os habéis desviado de la senda recta y teméis recibirme, guardando secretos vuestros pecados en el pecho, liberaos mediante la confesión. Arrepentíos sinceramente y ayunad para recibirme con pureza y santidad. Mi puerta está siempre abierta para todos vosotros, bienamados. Es sabido que Yo no soy insensible a las necesidades de los pobres y de los enfermos. Por lo tanto, no pongáis a prueba a vuestro Dios y no dudéis de Mi Infinita Misericordia.

Sí, los instrumentos que utilizo para transmitiros Mis Palabras son pobres, indignos y vulgares. Elijo a los que el mundo considera vulgares y despreciables, a los que no son absolutamente nada, para poner en evidencia a quienes lo son todo1. La Sabiduría se da a simples niños y no a los que se tienen por sabios. Escuchadme, la Sabiduría seguirá siendo un enigma para aquellos que alardean y se consideren virtuosos y santos. En verdad, destruiré la sabiduría de los sabios y la sentencia que recibirán será tanto más severa.

Me propongo dejar en medio de ellos a un pueblo humilde y sencillo que sea capaz de decirme: “aleluya, aleluya”, día y noche, noche y día, uniéndose al himno de Mis Ángeles: “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, El que era, El que es y El que ha de venir”2. Nadie les molestará, porque Yo quitaré de en medio a todos esos soberbios jactanciosos. Por tanto, os digo: antes de que os llegue Mi hora, buscad la humildad, buscad la pobreza. Los que obedecéis Mis Mandamientos y enseñáis a otros a obedecerlos, humillaos.

No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis para que Yo tampoco os condene. Arrepentíos y os perdonaré los años que habéis estado sofocando Mi Espíritu. En estos últimos días me propongo conducir esta era perversa con riendas de bondad, con bridas de amor, inclinándome hasta todos vosotros para daros Mi Alimento. Seré siempre un Refugio para el pobre y el necesitado. Venid, reclinaos todos en Mi Pecho, como Mi discípulo Juan, y escuchad los Latidos de Mi Corazón. Estos Latidos os traerán hasta Mis Pies, bajo Mi Cruz.

Yo, el Señor, estoy entre vosotros y os bendigo a todos, dejando el Suspiro de Mi Amor en vuestra frente. Recordad todo lo que os he dado hoy, y mostradme vuestro amor, siguiéndome. Mis Ojos están puestos en vosotros. Sed uno.


1 1Co 1,28.
2 Ap 4,8.