P. John Abberton

Publicado: 6 de octubre de 2005

Esta petición de Jesús está en el mensaje titulado: «La sinceridad abolirá el mal. Por Mi causa, ¿aprenderás el Rosario? » del 28 de diciembre de 1987.

28 de diciembre de 1987

(Si me olvido de quién soy y me atrevo a pronunciar un juicio sobre alguien, o me creo que entiendo más que otros, inmediatamente Dios me recuerda qué clase de mensajera tiene. Tan sólo con una mirada penetrante de Sus ojos sobre mí, me pone en mi sitio, el sitio que tengo que guardar. Sólo con Sus tres palabras, “polvo y cenizas”, me recuerda que no soy nada, lo último de toda Su Creación. No, habrá quién no lo comprenda, creyendo que, porque Dios me ha elegido para transmitir Su Palabra, soy digna de ello.

¿Pero no lo entendéis? Al elegirme a mí, la más insignificante de todos, Dios muestra la inexpresable Misericordia que tiene hacia nosotros, pues si incluso da a la más insignificante, ¿cuánto MÁS no dará a los que son mucho más dignos ante Sus ojos que yo, si lo piden con fe? ¿No os habéis dado cuenta de la paciencia que tiene conmigo, que, en vez de castigarme, Su Amor fluye con más abundancia? ¿Cómo es posible que Su creación lo rechace? Pero yo no debería hablar, ya que he pertenecido antes a esa clase de gente. Ahora os digo: “Apreciad a vuestro Dios como apreciáis el aire que respiráis, porque sin él moriríais. Dios nos ha dado la vida exhalando Su Aliento sobre nosotros. Dios es nuestro Aliento, Dios es nuestra Vida.”)

¡Oh Vassula! Mi Abel vivirá esta vez. La sinceridad abolirá el mal1. Benditos los que den impulso a Mi Palabra. Benditas las ovejas Mías que reconozcan Mi Voz. Benditos los que alimenten de nuevo a Mis corderos.

Benditos los sencillos de corazón. Benditos los que recen el Rosario el día de la santificación de Garabandal2 y los que, de rodillas, saluden a Mi Madre. Benditos los que lleven Mi Cruz de Paz yAmor, uniéndose entre sí. Benditas las ovejas Mías que vuelvan a Pedro. Benditos los que se humillen para seguir Mi ejemplo. Benditos los que observen Mi mandamiento, amándose unos a otros como Yo os amo. Benditos los que den testimonio de Mí sin escandalizarse.

Vassula, amadísima de Mi Alma, ten fe y confianza en Mí. Soy tu Maestro Celestial, no dudes jamás de Mi Palabra. Ven, eres débil, ven a apoyarte en Mí, que soy tu Fortaleza.

Sí, Señor, Te necesito. No podría jamás prescindir de Ti.

Ámame, deséame, sé Mi cielo. ¡Ah, Vassula! Ahora te sacrificas por Mí, pero pronto te tendré junto a Mí.

Suspiro por ese día.

Quédate a Mi lado, tengo algo que preguntarte.

¿Sí, Señor?

Por consideración a Mí, Vassula, por consideración a Mí, ¿quieres aprender a rezar el Rosario? Saluda a Mi Madre en todo tiempo. ¿Harás esto por Mí, Vassula?

Señor, jamás me han enseñado a rezarlo.

¿Crees que no lo sé, Vassula? Por eso vengo a enseñártelo a ti y a todos los que nunca oyeron hablar del Rosario.

Sí, Señor, estoy dispuesta a aprenderlo. Señor, ayúdame.

Eso es lo que quiero oír de todos los que no lo conocéis, esas mismas palabras: “Sí, Señor, estoy dispuesto a aprenderlo. Señor, ayúdame”. Os enseñaré a todos los que estéis dispuestos a aprender. Ven, hija, descansa en Mí. No te abandonaré jamás.

(Jesús ha debido sentir cómo suspiro por Él y cuánto sufro aquí. Se trata otra vez de la oleada de “deseo de Dios”, de querer ser Su víctima, de estar totalmente desprendida. Me siento dividida entre dos impulsos: quedarme aquí, donde aún podría “alimentar” a algunos de sus corderos que nunca rechazan Su Nuevo Pan, complaciéndole con el regreso de algunas almas, o estar ya con Él, que sería maravilloso para mí también. ¿Qué es lo mejor?)


1 “La sinceridad abolirá el mal” podría también traducirse como “Abel conquistará a Caín”.
2 Dios predice ese acontecimiento.

Si buscamos en los mensajes la frase «Rezar el Rosario», se nos dan diez referencias: Nueve de estos son pedidos o invitaciones del cielo. El Libro de oración internacional para los grupos de oración de la VVeD contiene tanto el Rosario Mariano como el Rosario Ortodoxo. Muchos no tienen ningún problema con la oración ortodoxa (la “oración de Jesús”), pero algunos todavía tienen preguntas sobre el Rosario de las cinco decenas, ya sea porque les resulta difícil o porque es “demasiado católico” y no forma parte de su tradición; sin embargo, Jesús y Su Madre nos piden que lo usemos.

La investigación muestra que el Rosario «católico» era conocido por los cristianos en Occidente antes de la Reforma. Es, entonces, una oración previa a la Reforma. La leyenda nos dice que se originó con Santo Domingo (fundador de la Orden de Predicadores o los Dominicos), pero no hay evidencia real de esto. El Rosario, tal como lo tenemos ahora, data del siglo XVII, pero este es un desarrollo de las Meditaciones vita Christi (La vida de Cristo) que datan, al menos, del siglo XII, y el Salterio de Nuestra Querida Señora (según lo establecido por un dominico en 1483). Vale la pena mirar estas dos devociones.

Fue otro Domingo, un monje cisterciense, quien armó la meditación sobre la vida de Cristo con la repetición del Ave en series de 50 oraciones. Esto está fechado entre 1409 y 1415. Esta es la esencia del Rosario tal como lo conocemos hoy.

Un estudio de la escritura devocional alemana de la Edad Media (de Anne Winston) sugiere que para el siglo XIII, la ‘Marien Rosenkrantz’ (La coronoa o guirnalda de Rosas de María) consistía en la recitación de 50 ‘Avemarías’ (aunque no era en ese entonces, el ‘Ave María’ completo como lo tenemos hoy, porque la segunda parte se añadió más tarde con la misma intención). Para realizar un seguimiento de estas oraciones, surgió una cadena de cuentas (un ‘Zapel’ o coronilla) que se conoció como las cuentas ‘Ave’ o ‘Paternoster’ porque se usaban para marcar estas oraciones. Al mismo tiempo se inició la práctica de la recitación privada de los salmos, en sustitución de las tradicionales horas canónicas.. El Salterio Mariano incluyó versos como introducción para cada salmo interpretándolos en relación con Cristo o Su Santa Madre. Con el paso del tiempo, los salmos mismos desaparecieron, dejando las estrofas y luego, en lugar de los salmos, ´Padrenuestros´o ´Áve Marías´.

El desarrollo posterior está asociado con los cartujos de Trèves. Adolf de Essen y un compañero monje, Domingo de Prusia combinaron la recitación de los ‘Aves’ con meditaciones sobre la vida de Cristo y de Nuestra Señora e incluyeron lo que llegó a conocerse como la ‘Cláusula de Jesús’. El Ave María se convirtió en una especie de ‘oración de Jesús’ debido a estas cláusulas adicionales. A partir de este momento, ciertamente podemos decir que el Rosario Mariano fue Cristocéntrico.

En 1483 el libro dominico, «El Salterio de Nuestra Amada Señora» redujo los 50 puntos de meditación a 15. Salvo los dos últimos, estos corresponden a los 15 misterios que conocemos Otro dominico, Alberto da Castello, escribió “El Rosario de la Gloriosa Virgen” (1521). Fue el primero en utilizar el término «misterios» para los puntos de meditación.

Durante el siglo XVI, el Rosario de 15 misterios, con las Cláusulas de Jesús, se convirtió en la forma aceptada.

Otro punto interesante es que la primera parte del Avemaría se encuentra en la liturgia oriental del siglo V. La devoción mariana no es una invención católica romana. El mundo ortodoxo es rico en hermosas oraciones y magníficos iconos relacionados con la Madre de Dios. La tradición cristiana primitiva no nos deja ninguna duda de que pedir las oraciones de María es una parte normal de la vida cristiana ortodoxa.

Aunque la mayoría de la gente ya no usa las Cláusulas de Jesús (todavía hay algunos libros del Rosario que lo hacen) esto no significa que el Rosario no sea cristocéntrico. Solo necesitamos referirnos a los escritos de los Papas modernos, como Pablo VI y el fallecido Juan Pablo II para ver eso. El Rosario nos invita a la historia del Evangelio en compañía de la Madre de Cristo. No puede haber una guía más segura. Como sabemos por los mensajes de la ‘Verdadera Vida en Dios’, Nuestro Señor Jesucristo quiere que tengamos el debido respeto y amor por Su Madre. Ella, a su vez, dice: «Hagan lo que Él les diga».

(Véase el libro «Beads and Prayers: The Rosary in History and Devotion» de John D. Miller)