Protología y Escatología

Existen también algunas dificultades respecto a la protología y la escatología. ¿En qué sentido tiene el alma una «visión de Dios» antes de ser infundida en el cuerpo? Y ¿cómo concibe usted el lugar que ocupa el Nuevo Pentecostés dentro de la historia de la salvación con relación a la parusía y la resurrección de los muertos?

Protología: Yo no creo en ninguna forma de reencarnación. Por el contrario, mis escritos hablan en contra de la reencarnación y de la Nueva Era: «Esas doctrinas de Satanás os enseñan a creer en la reencarnación, mientras que no hay reencarnación; conservan la apariencia externa de religión pero han rechazado su poder interno, el Espíritu Santo y la Sagrada Comunión» (19.04.1992). El pasaje al que posiblemente se refiere usted podría ser el siguiente:

… Entonces, en medio de una luz deslumbrante, vuestras almas verán lo que vieron una vez en esa fracción de segundo, ese momento exacto de vuestra creación… Verán a Aquél que os sostuvo primero en Sus Manos, los Ojos que os vieron por primera vez, verán las Manos de Aquél que os formó y os bendijo… verán al Padre Tiernísimo, a vuestro Creador (15.9.1991).

Éste es un pasaje de lenguaje poético y místico. Lo que se afirma aquí no es de ninguna manera la preexistencia del alma. Explica más bien cómo Dios bendice y ama a cualquier alma desde el instante mismo de su creación. Creo que somos creados a imagen de Dios y tenemos su impronta en la profundidad de nuestras almas, y de ahí que los seres humanos sientan un anhelo natural por su Creador que sólo Él puede satisfacer; como dice San Agustín: «El corazón fue hecho para Dios; y no podrá descansar hasta que descanse en Dios». El concepto importante que he tratado de comunicar por medio de esta frase es que llevamos la imagen de Dios en la profundidad de nuestro ser desde el momento de nuestra concepción.

Escatología: Se ha dicho que abogo por un tipo de milenarismo falso, queriendo establecer un nuevo orden, unos «Cielos Nuevos y Tierra Nueva» materiales antes de la Segunda Venida de Cristo. Esto es erróneo y no se encuentra en ninguna parte de los mensajes. Soy muy consciente de que la Iglesia católica ha condenado tal clase de milenarismo, como está escrito en el Catecismo de la Iglesia Católica:

Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo, sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, «intrínsecamente perverso» (CIC 676).

En los escritos de La Verdadera Vida en Dios hay muchos pasajes con términos como Cielos Nuevos y Tierra Nueva así como Segundo Pentecostés o, a veces, con el término de Nuevo Pentecostés, pero hay que entenderlos en sentido metafórico. No hay que buscar la realización de estas palabras en una ruptura con nuestra historia antes de la Segunda Venida, estableciendo una segunda economía de la historia. Las palabras expresan la esperanza suprema de que Cristo nos renovará desde el interior por el poder del Espíritu Santo. Es una renovación de la fe y una renovación de la Iglesia que tanto ansiamos. Y el fruto que esperamos de esta renovación es la sanación del cisma en el Cuerpo de Cristo. El Papa Juan XXIII contemplaba ya esta renovación cuando rogaba por un Segundo Pentecostés: «Oh Espíritu Divino, renueva en nuestros días tus milagros como un Segundo Pentecostés». Y también nuestro actual Papa Juan Pablo II ha usado este término en varias ocasiones, como en una carta al Reverendísimo Padre Joseph Chalmers, Prior General de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, el 08.09.2001: «… Invoco una abundancia de gracia divina sobre usted. Como un segundo Pentecostés, que el Espíritu Santo descienda sobre usted y le ilumine para que pueda descubrir la voluntad de su misericordioso padre celestial. De esta manera será capaz de hablar a los hombres y a las mujeres de un modo que les resulte familiar y eficaz» (cf Hch 2, 1-13).

Del mismo modo, mis escritos hablan en lenguaje metafórico de un renacimiento de la fe, a fin de que el Señor pueda erigir su Trono y construir su reino en nuestras almas: «Venid y aprended: los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva serán cuando establezca Mi Trono en vosotros, porque daré gratuitamente agua del pozo de Vida a cualquiera que tenga sed» (03.04.1995, cf. Ap.21,6).

Creo que la renovación que nos ha sido prometida ha comenzado ya y, sólo por gracia, la Misericordia de Dios está sobre nosotros para derramar Su Espíritu sobre toda la humanidad como nunca antes en la historia, y su aumento continuará porque la gracia resplandece hoy día sobre nosotros como los rayos del sol, para sanarnos.

El Señor me favoreció enseñándome el estado de la fe en los cristianos de nuestro tiempo. Era deplorable y eso es lo menos que se puede decir. Muchos mensajes están llenos de dolor al describir la apostasía que ha caído sobre el mundo cristiano. Pero el Señor nos da esperanza, participándonos que habrá (hay) una renovación, una transfiguración y un renacimiento por la acción del Espíritu Santo. Una sed de Dios será dada por gracia, a través del Espíritu Santo. He aquí algunos extractos: «Mi Espíritu Santo os sacará de vuestra gran apostasía, para desposaros; la miseria de vuestra era se despegará de vosotros porque, con Mi propia Mano, desenvolveré vuestro sudario de muerte para revestiros con los vestidos de vuestra boda…» (20.10.1990). «Haré nueva la creación entera. Os renovaré a todos con mi Espíritu Santo» (27.06.1991).

Mis escritos no hablan sobre cuándo sucederá esto o hasta que punto podrá el Señor construir su reino como todos esperamos y pedimos cuando rezamos el Padre Nuestro: «Venga a nosotros Tu Reino». Creo que ya ha empezado en nuestro interior, y su crecimiento incluirá siempre nuestra colaboración y buena voluntad. Creo que ya ha comenzado una renovación, pero llega lentamente como la marea del mar que nadie puede detener.

El Nuevo Pentecostés o Segundo Pentecostés es la esperanza de nuestra renovación. Es una efusión del Espíritu Santo que renovará la creación. En La Verdadera Vida en Dios se compara con Apocalipsis 21. He aquí un pasaje:

Venid y aprended: los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva serán cuando establezca Mi Trono en vosotros, porque daré gratuitamente agua del pozo de Vida a cualquiera que tenga sed. Permitid entonces que Mi Espíritu os atraiga a Mi reino y a la vida eterna. Que el mal no adquiera más poder sobre vosotros para haceros morir… Permitid a Mi Espiritu Santo cultivar vuestro suelo y hacer un Eden terrenal en vosotros. Que Mi Espíritu Santo haga prosperar una tierra nueva en vuestro suelo, para que vuestra tierra inicial, que era propiedad del diablo, se consuma y desaparezca. Entonces Mi gloria brillará de nuevo en vosotros y todas las semillas divinas, sembradas en vosotros por Mi Espíritu Santo, brotarán y crecerán con mi luz divina (…) Así pues, permitid a Mi Espíritu Santo convertir vuestra alma en otro paraíso, una tierra nueva donde Nosotros (la Trinidad) estableceremos nuestro hogar en vosotros…

(Mi pregunta) ¿Qué hay de los nuevos cielos?

¿Los nuevos cielos? También estarán en vuestro interior cuando mi Espíritu Santo os gobierne en santidad. Mi Espíritu Santo brillará en vuestra oscuridad como un sol espléndido en el cielo, porque se os dará la Palabra para expresar pensamientos y palabras, como yo deseo que penséis y habléis. Todo lo expresado estará de acuerdo con Mi Imagen y pensamiento, todo lo que hagáis será a nuestra semejanza porque el Espíritu de vuestro Padre hablará en vosotros. Y vuestro nuevo universo marchará con mi Espíritu Santo a la conquista, para Mi Gloria, del resto de las estrellas (simbolizan las personas) y de aquellos que no habían observado Mi Ley y, como una sombra fugaz, estaban siendo totalmente arrastrados a las tinieblas, no conociendo jamás la esperanza y la santidad que Yo reservaba para vuestro tiempo.

Los nuevos cielos serán cuando mi Espíritu Santo sea derramado sobre vosotros desde lo alto, desde lo más alto del cielo. Sí, enviaré Mi Espíritu a vuestro interior para hacer de vuestra alma un cielo, a fin de que, en este nuevo cielo, Yo sea triplemente glorificado… Y del mismo modo que se enderezarán los caminos de todos aquéllos que recibieron Mi Espíritu, se aclararán también su oscuridad y su tristeza y se convertirán en estrellas brillantes que iluminarán sus tinieblas para siempre jamás. Pronto desaparecerán esta tierra y este cielo, porque la gloria radiante de Mi Trono resplandecerá en todos vosotros (03/04/1995).

Como puede ver, todo esto es lenguaje de imágenes simbólicas, tanto como poético, para describir una renovación o un nuevo Pentecostés. He estado explicando a la gente que no debe esperar nunca de Dios acontecimientos sensacionales porque Dios obra más bien de manera discreta, aunque su lenguaje pueda ser expresivo y potente. Muchos acontecimientos, como un nuevo Pentecostés, no deben esperarse como lenguas de fuego visibles sobre nuestras cabezas o cosas parecidas. Cuando Dios está actuando, lo hace de una manera tan suave y discreta que muchos que estuvieran esperando acontecimientos sensacionales ni siquiera se darían cuenta de ello de inmediato.