24 de abril de 2010
Tras la reciente erupción del volcán Eyjafjällajokull en Islandia, Vassula escribe esta explicación, porque atañe directamente a las profecías de los Mensajes de La Verdadera Vida en Dios
Uno de los muchos ejemplos en la Escritura de cómo reacciona Dios en los momentos de rebelión y apostasía se encuentra en Jeremías 4, 23-28. Jeremías dice:
«Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su luz. Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros trepidaban. Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se habían volado. Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira. Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra, aunque no acabaré con ella. Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba.»
Dios nos ha estado advirtiendo incesantemente que regresemos a Él y nos reconciliemos con Él, y los unos con los otros. Cristo ha estado suplicando a Su Iglesia que se reconcilie y se una. Ha estado pidiendo a los pastores durante más de 25 años, en los mensajes de La Verdadera Vida en Dios, que se arrepientan y se reconcilien, logrando la unidad por medio de la unificación de las fechas de la Pascua. El mundo entero se está descomponiendo por su maldad y su apostasía, transgrediendo no sólo la Ley de Dios, sino todo lo que es Santo, ofendiendo a Dios sin cesar. ¿Por qué, entonces, alguien se sorprende cuando la gracia del Espíritu Santo aumenta en estos tiempos de oscuridad para ayudarnos? Pero la Oscuridad está persiguiendo a la Luz una vez más. Durante todos estos años, muchas personas han estado creando obstáculos y persecuciones, vertiendo acusaciones, burlas, difamaciones, prohibiciones y calumnias, mientras yo trataba de dar testimonio y trasmitir al mundo la Palabra de Dios, haciendo mi misión extremadamente difícil. Muchas de esas personas pensaban que estaban cumpliendo un santo deber hacia Dios…
Dicen las Escrituras: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. (Jn 1,1) La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. (Jn 1, 9-11). (Jn 1, 9-11).
A través de todos estos años, Nuestro Señor ha tratado de despertar un verdadero entendimiento en todos nosotros, dirigiéndonos repetidamente recordatorios: recordándonos lo que fue dicho en el pasado por los santos profetas y en Sus propios Mandamientos. Sus llamadas, al igual que las de Nuestra Santa Madre, eran llamadas al arrepentimiento, a la paz, a la unidad y a una vida de oración. Nuestro Señor vino y sigue viniendo al mundo de esta manera para iluminar a todos aquellos que se han extraviado, pero hasta el día de hoy muy pocos han reconocido la gracia de Su presencia y aún menos han aceptado Su llamada. No se olvidó de venir en primer lugar a Su propio dominio, entre los Suyos. Pero la carne, por su dureza de corazón y su incredulidad, rechazó el Amor una vez más. Hasta el día de hoy son muy pocos los que Le han aceptado enteramente en Su misericordiosa llamada al arrepentimiento, no sólo haciendo de menos Su misericordia, sino también rechazándola, no permitiéndole reinar en sus corazones.
Hoy la actitud del mundo, igual que la del Faraón, consiste en rechazar, por su terquedad e incredulidad, todo lo que es Santo. Refiriéndose a algunos, Nuestro Señor dice que su comportamiento es peor que el de Sodoma y Gomorra.
En el año 1991, el 11 de septiembre, exactamente diez años antes del gran desastre de las dos torres en Estados Unidos, Nuestro Señor, mirando a la tierra con desagrado, nos advirtió con estas palabras:
«Y Yo, por Mi parte, tengo Mis Ojos puestos en el mundo de hoy, registrando nación tras nación, escudriñando alma tras alma, buscando algo de calor, algo de generosidad y algo de amor; pero muy, muy pocos gozan de Mi favor. Muy pocos se preocupan de vivir una vida santa. Y los días vuelan y las horas están ya contadas antes de la gran retribución (.)» (De repente, Jesús cambió de tono, y después de esperar unos segundos, con un tono muy grave que me dejó sobrecogida, dijo:) «La tierra temblará y se sacudirá. ¡Y todo el mal edificado en las Torres (como las torres de Babel) se colapsará en un montón de escombros y será enterrado en el polvo del pecado! ¡En lo alto, los Cielos se estremecerán y los cimientos de la tierra se tambalearán! Orad para que la Mano del Padre no caiga en invierno. Las islas, el mar y los continentes serán visitados por Mí inesperadamente, a través del trueno y de la llama. Escuchad atentamente Mis últimas palabras de aviso, escuchad ahora que aún hay tiempo. Leed Nuestros Mensajes y dejad de ser despreciativos o sordos cuando el Cielo habla. (.) Pronto, muy pronto ya, los Cielos se abrirán y os haré ver al Juez.» (11 de septiembre de 1991). (11 de septiembre de 1991)
El 11 de septiembre de 2001 (justo diez años después de ese mensaje) el mundo se traumatizó con la caída de las dos torres, llevándose tantas vidas, entre ellas las de muchas personas inocentes. Horribles escenas apocalípticas aparecieron ante el mundo entero, pero a pesar del horror que se nos vino encima, en vez de volvernos de verdad hacia Dios y arrepentirnos, el mundo se volvió peor que antes y se dispuso a la guerra. En vez de entender que esto había sucedido por causa de nuestras propias faltas, pecados, culpabilidad, apostasía y rechazo de Dios por parte del mundo, continuamos escuchando a Satanás y siguiendo su camino, en vez de seguir el camino que Dios nos estaba mostrando.
Además, antes de eso, Cristo nos había advertido varias veces acerca del tsunami. La primera advertencia se remonta al 10 de septiembre de 1987:
Escribí en mi cuaderno: «De repente Jesús me recordó un sueño que tuve la noche anterior y que había olvidado. Era la visión que había tenido últimamente, pero parecía peor en mi sueño.» Entonces dijo el Señor:
«Escucha, te he permitido ver la visión durante tu sueño para hacértela sentir. No, ¡no hay escapatoria!»
Yo escribí: «Recuerdo que cuando vi llegar esa cosa roja que caía del cielo sobre nosotros, como una ola gigante, traté de correr y esconderme, aunque sabía que era imposible.» Entonces pregunté a Nuestro Señor: «Pero, ¿por qué hacer eso si nos quieres? ¿Por qué?» El respondió:
«Se me conoce como un Dios de Amor, pero también como un Dios de Justicia.» Yo pregunté: «¿Qué podemos hacer para detener eso?» Dios respondió: «Enormes reparaciones se requieren ahora de todos vosotros. Uniéndoos y siendo uno, amándoos los unos a los otros, creyendo en Mí, creyendo en Mis Obras Divinas, porque Yo estoy siempre entre vosotros.»
La noticia del tsunami nos dejó a todos conmocionados y consternados, pero nadie puede decir que Dios no nos había enviado avisos. Cuando se recibieron avisos por medio de los que Él había escogido como portavoces, muchos dijeron: «No tenemos ninguna necesidad de esas advertencias, tenemos en nuestro poder el consuelo de los libros santos de los Padres y de la Santa Biblia. No hemos dejado nunca de ofrecer sacrificios y también oraciones, por tanto, ¿qué tiene que decirnos Cristo además de lo que ya nos ha dicho?» Y se taparon los oídos.
El 24 de diciembre de 1991, la víspera del Nacimiento de Cristo, recibimos otro mensaje de Él, que estaba muy ofendido:
«Hoy vengo a ofrecer Mi Paz a toda la humanidad, pero muy pocos escuchan. Hoy vengo en son de paz y con un mensaje de Amor, pero la Paz que ofrezco está siendo blasfemada por la tierra y el Amor que les doy está siendo burlado y escarnecido en esta Víspera de Mi Nacimiento. La humanidad está celebrando estos días sin Mi Santo Nombre. Mi Santo Nombre ha sido abolido y se toman el día de Mi Nacimiento como un gran día festivo de ocio, adorando ídolos. Satanás ha entrado en los corazones de Mis hijos, encontrándolos débiles y dormidos. Yo he advertido al mundo.»(24 de diciembre de 1991)
Cristo nos muestra que se siente muy ofendido cuando celebramos la Navidad como un simple día festivo, sin Su Santo Nombre y sin acordarnos de su verdadera causa: el Nacimiento de Cristo.
En Navidad se pide a todo cristiano que celebre el nacimiento de Cristo con alegría, yendo a la Iglesia y celebrando el Santo Nombre de Nuestro Salvador y Redentor. Muchos, a causa de su apostasía, celebran y rinden culto al árbol de Navidad en vez, intercambiando regalos, comiendo hasta enfermar y divirtiéndose hasta la locura.
Después de esa fecha ha habido varios avisos.
Otro aviso nos fue comunicado el 18 de febrero de 1993:
«Mirad, se acercan los días en que Yo voy a venir por medio del trueno y del Fuego, ¡pero, para Mi aflicción, os encontraré a muchos inconscientes y sumidos en un profundo sueño! Te estoy enviando, creación, mensajero tras mensajero para atravesar vuestra sordera, pero ya estoy cansado de tu resistencia y tu apatía. Estoy cansado como nunca de tu frialdad. Estoy cansado de tu arrogancia y tu inflexibilidad cuando se trata de juntarse para la unidad. Has colmado y desbordado la Copa del Estupor. Intoxicados por vuestra propia voz, os habéis opuesto a Mi Voz, pero no será para siempre. Pronto caeréis, porque os habéis opuesto a Mi Voz, con los disparates engañosos de la vuestra. Naturalmente, Mi Iglesia está en ruinas a causa de vuestra división. (.) La tierra se sacudirá y, como una estrella fugaz, se moverá de su sitio, extirpando de su lugar montañas e islas. Naciones enteras serán aniquiladas. El cielo desaparecerá, enrollándose como un pergamino, igual que lo viste en tu visión, hija. Una gran angustia caerá sobre todos los ciudadanos, y ¡hay del incrédulo! Escúchame: si los hombres te dicen hoy: «Ah, pero el Viviente tendrá Misericordia de nosotros; tu profecía no viene de Dios sino de tu propio espíritu». Diles: Aunque se os considera vivos, estáis muertos. Vuestra incredulidad os condena, porque os negasteis a creer en Mi tiempo de Misericordia y prohibisteis que Mi Voz se propagara a través de Mis portavoces enviados a advertir y salvar a Mis criaturas.»(18 de febrero de 1993)
Según los científicos, cuando sucedió el terremoto submarino, la tierra entera se sacudió, se detuvo por una fracción de segundo y se desvió de su eje normal. La isla de Sumatra y también otras islas se desplazaron varios metros de sus lugares originales. Una de ellas, que se creía había desaparecido del todo, fue luego redescubierta en otro lugar.
Después, el 7 de febrero de 2002, Dios nos envió de nuevo una última advertencia. He aquí un extracto:
«Mi Reino Imperial está a vuestras mismas puertas, pero ¿estáis preparados para recibirme?
Con generosidad y con regia prodigalidad he dispuesto un banquete de alimento espiritual para reanimar vuestro espíritu. Cuando Yo estaba ahí, esperándoos para alimentaros con Mi Propia Mano, para salvaros de la muerte, os negasteis a dar un paso al frente. Considerando, por tanto, vuestra reticencia hacia una verdadera metanoia (arrepentimiento, conversión) y la hostilidad que en cambio habéis demostrado hacia Mis avisos, las anteriores escenas de lamentos que se produjeron (el 11 de septiembre del 2001) no son nada comparadas con las mañanas de duelo que os aguardan; mañanas de duelo que serán provocadas por vuestra propia mano. (.) (Estáis) poniendo en peligro no sólo la tierra, sino también la estabilidad de todo el cosmos. (.) Veo desde lo alto, con dolor, cómo se volverán contra vosotros vuestros designios. El mundo está ya saboreando los frutos de su propio plato, provocando que la naturaleza se rebele con convulsiones, acarreando sobre vosotros catástrofes naturales, asfixiándose con vuestras propias intrigas.»
Nuestro Señor nos está advirtiendo que, por culpa de nuestra apostasía, estamos poniendo en peligro el cosmos; no solamente la tierra, sino el cosmos entero, provocando que la naturaleza se rebele contra nosotros.
Pero eso no es todo, Nuestro Señor nos está avisando de eventos venideros aún peores, si no cambiamos nuestros corazones y regresamos a Dios. El Señor dice:
«Sabes, hija, pronto revelaré también Mi Justicia. Mi Plan tiene un tiempo determinado. Mis llamadas Misericordiosas también tienen un tiempo determinado. Una vez que se acabe ese tiempo, Yo mostraré a todos, buenos y malos, que Mi severidad es tan grande como Mi Misericordia, que Mi ira es tan poderosa como Mi perdón. Todas las cosas predichas por Mí van a suceder rápidamente ahora, nada se les puede restar.» (19 de febrero de 1993)
El 7 de enero del 2008, Nuestra Señora me despertó alrededor de las 3:10 de la madrugada y me hizo comprender que, en ese momento, Cristo estaba siendo atacado. El mensaje de Nuestra Señora era que estamos muy cerca de los acontecimientos predichos a los que ha de enfrentarse la humanidad, y que están a la puerta; acontecimientos que son atraídos por la maldad del mundo, el egoísmo, la falta de amor, acontecimientos que resultan del rechazo del mundo a la Palabra de Dios, de su rencor, su hipocresía y su impiedad.
Nuestra Señora dijo que la tierra está en peligro y que sufrirá fuego. La ira de Dios no puede contenerse más y caerá sobre ellos porque el hombre se niega a romper con el pecado. Que la Misericordia de Dios durante todos estos años era para atraer al mayor número posible a Él, extendiendo Su Brazo para salvarlos, pero sólo unos pocos lo entendieron y escucharon. Que Su tiempo de Misericordia no durará mucho más y que llega el momento en que todos serán puestos a prueba y la tierra vomitará ríos de fuego de sus entrañas y la gente del mundo comprenderá su miseria y su impotencia por no haber tenido a Dios en sus corazones. Dios es firme y fiel a Su Palabra. Ha llegado el momento en que los de la casa de Dios serán puestos a prueba, y aquellos que rechazaron Su Misericordia probarán Su Fuego. (Aquí pregunté por las personas de la Iglesia que nos persiguen y están ciegos a Sus Obras de Misericordia). Nuestra Señora dijo que ésos también sufrirán lo que merecen.
Nuestra Señora siguió hablando acerca del sacrificio. Me pidió que recordara a todos que Dios nuestro Creador nos pide que nos comprometamos más con Él, y que estar convertido no es suficiente sin sacrificios y oraciones tenaces. Que si uno dice que está convertido y que ha encontrado a Dios a través de La Verdadera Vida en Dios, debe ofrecer más sacrificios como acto de inmolación. Hay varias maneras de mostrar a Dios nuestro amor y generosidad. Que nadie puede decir que «somos personas de la verdadera vida en Dios» sin ofrecer amor sacrificial. Que aquellos que verdaderamente aman a Dios están bendecidos y no deben tener miedo en esos días. Nuestra Bendita Madre dice que aquellos que perseveran en las penurias son bendecidos. Que está contenta con todos los sacerdotes (el clero) que comparten y promueven esas Obras de Dios (como los que siguen La Verdadera Vida en Dios y que están abiertos al Espíritu), que deben permanecer confiados porque han recibido gracias especiales del Espíritu de Dios y que por medio del Espíritu se han fortalecido en el Señor y para Su plan de salvación. Que Cristo les concede Su paz.
Si alguno sirve y se inmola como ofrenda, el juicio que ha de llegar por medio del fuego no será tan severo con él, porque en su espíritu estará gozando de la llamada de Dios que le dio la vida.
Nuestra Señora dijo que muchos han desertado, pero mucho serán levantados. Muchos han fallado en mantener la Palabra de Dios asegurada en sus corazones y han transgredido la Palabra que les fue dada no sólo a través de los mensajes de La Verdadera Vida en Dios sino también a través de la Escritura. El 28 de noviembre del 2009, el Señor me llamó y me dio una oración que debía distribuir, pidiéndonos que la rezáramos implorando Su Misericordia. Esto fue lo que el Señor dijo: «Dirígete a Mi, Vassula, de este modo:
Padre Tierno, no desates tu ira sobre esta generación, no sea que perezca por completo. No desates sobre Tu rebaño la aflicción y la angustia, porque las aguas se secarán y la naturaleza se marchitará. Todos sucumbirán ante tu ira sin dejar rastro. ¡El ardor de Tu Aliento inflamará la tierra transformándola en un yermo! Desde el horizonte se verá una estrella. La noche será arrasada y las cenizas caerán como la nieve en invierno, cubriendo a Tu pueblo como fantasmas. Ten Piedad de nosotros, Dios, y no nos juzgues con dureza. ¡Acuérdate de los corazones que se alegran en Ti y Tú en ellos! ¡Acuérdate de tus fieles y no dejes que Tu Mano caiga con fuerza sobre nosotros! Antes bien, por Tu Misericordia, levántanos e implanta Tus preceptos en cada corazón. Amén»
El 14 de abril de 2010, el volcán Eyjafjällajokull entró en erupción, produciendo, como todos nos enteramos, una nube de ceniza. Toda la región alrededor del volcán fue evacuada. Algunas personas tomaron videos en las proximidades y no se podía ver bien a pocos metros, debido a las nubes de ceniza en la atmósfera. Todo estaba gris y cubierto de ceniza.
Cuando ese mismo volcán entró en erupción hace unos años, no paró de escupir ceniza durante un año y medio. Mientras escribo este artículo, todavía estamos esperando a ver cuándo se detendrá esto.
Sin embargo, acontecerá algo peor en esta tierra si la gente, como el Faraón, sigue ignorando los signos de los tiempos, y entonces será demasiado tarde.
El 14 de abril de 2010, se vio una brillante ‘estrella’ en el horizonte, en el Medio Oeste de los Estados Unidos. ¡Fue espectacular! Se tomaron del fenómeno muchos videos que se pueden ver en youtube. http://www.cnn.com/2010/TECH/04/15/midwest.fireball/index.html
Dios sabía que este meteorito se estaba acercando a la tierra. Uno debería preguntarse, ¿por qué nos dio Dios, el 28 de noviembre de 2009, una oración que menciona la ‘estrella en el horizonte’? Creo que era para que, si rezábamos esa oración (y lo hicimos), evitáramos el desastre. He aprendido con el tiempo que Dios tiene una vara de medir y que es un Dios que escucha los tratos. Igual que ocurrió con Abraham (un experto en hacer tratos) respecto a las ciudades de Sodoma y Gomorra. Dios dijo a Abraham que estaría dispuesto a perdonar a esas dos ciudades aunque hubiera sólo 10 justos en ellas. Pero no había ninguno, excepto Lot y su familia. Dios lo mide todo con esa vara de medir: mide nuestro amor, nuestra fe, nuestras oraciones, nuestro comportamiento; nuestra sinceridad, nuestra compasión hacia los demás, nuestra caridad. Mide Su tiempo de misericordia hacia nosotros. Mide el tiempo que tenemos para la conversión, etc. Y hay algo que sabe seguro: que no somos como Abraham que sabía hacer tratos con Él. Esto es un hecho. Como sabe que somos como fideos húmedos y blandengues, y con nuestra mente borrosa no intentamos siquiera hacer tratos con Él, ¡nos pone incluso en la boca las palabras pertinentes para el trato, para que las digamos! ¡Están en la oración que nos dio el 28 de noviembre de 2009! Si no, ¿quién dice que el meteorito no estaba destinado a estrellarse contra la tierra y a cubrirnos en tal caso de cenizas? Él nos había puesto en la boca las palabras «no desates Tu ira sobre nosotros», dos veces. Porque si Su ira se desatara, «las aguas se secarán y la naturaleza se marchitará». Sí, si el meteorito se hubiera estrellado contra la tierra esa noche, hubiera causado esa clase de daño. Como se dice en la oración «las llamas convertirían la tierra en un yermo». Se podría haber estrellado de noche en cualquier lugar, incluso en una gran ciudad como Chicago, en el Medio Oeste de los Estados Unidos, como decía la oración, «y las cenizas caerán como la nieve en invierno, cubriendo a Tu pueblo como fantasmas».
En la oración que Dios pedía, Él pone en nuestras bocas incapaces las súplicas «ten Piedad de nosotros, Dios, y no nos juzgues con dureza». Luego, recordándole a los fieles y a aquellos que Le aman, Le suplicamos que tenga al menos a éstos en consideración. Esta oración nos fue dada para que la utilizáramos para hacer un trato con Dios. Así lo hicimos; esta oración fue rezada en el mundo entero, puesto que tenemos grupos de oración en el mundo entero. Yo diría que era una oración «para hacer un trato».
Como dije anteriormente: quizás también, esto fue sólo un pequeño «aperitivo» de lo que realmente puede sucedernos, un preludio si no nos corregimos. El «plato principal» está por venir. Mucha gente alrededor del mundo está seguramente viviendo con apatía y con un espíritu de letargo, sin Dios. Han metido a Dios en un cajón y se han asegurado de echarle la llave y tragársela. No hay forma de abrirlo. Muchos eclesiásticos están prohibiendo a Dios hablar a Su pueblo como lo está haciendo ahora, y aconsejan a los fieles que tampoco escuchen, prohibiéndoles asistir a las reuniones e impidiéndoles así conocer la Voluntad de Dios. No son mejores que los discípulos de Jesús en su incredulidad. Cuando Cristo resucitó y «se apareció a los Once», dice la Biblia, (Mc 16, 14-15), «estando a la mesa los once, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado».
¿Qué creéis que Jesús hará de nuevo ante sus corazones endurecidos y su incredulidad? ¿Les felicitará por su incredulidad bajo pretexto de ser prudentes: «¡Bien, habéis hecho muy bien en impedir a mis fieles que Me escucharan!»? No, les recriminará, por supuesto, como lo hizo entonces a Sus propios discípulos.
El 18 de febrero de 1993, Dios nos advirtió diciendo:
«El sexto sello está a punto de ser roto y todos vosotros estaréis sumidos en la oscuridad donde no habrá iluminación alguna, pues el humo surgido del Abismo será como el humo de un inmenso horno, que oscurecerá el sol y el cielo. Y con Mi Copa de Justicia, os voy a hacer semejantes a serpientes y víboras. Haré que os arrastréis sobre vuestro vientre y comáis el polvo, en esos días de tinieblas. Os aplastaré contra el suelo para recordaros que no sois mejores que las víboras… Os sofocaréis y ahogaréis en vuestros pecados. En Mi cólera, os pisotearé, ¡os aplastaré bajo mis pies con Mi ira! (…) Cuando llegue la Hora de las Tinieblas, os mostraré vuestro interior. Daré la vuelta a vuestra alma, y cuando veáis vuestra alma tan negra como el carbón, no sólo experimentaréis una aflicción como nunca antes, sino que os golpearéis el pecho con angustia, diciendo que vuestra oscuridad interior es mucho peor que la oscuridad que os rodea. En cuanto a ti… Así es como voy a exponer Mi Justicia a las naciones, y todas las naciones sentirán Mi sentencia cuando llegue esa Hora. Yo haré que la vida humana escasee más que nunca antes. Luego, cuando Mi ira se aplaque, estableceré Mi Trono en cada uno de vosotros, y juntos, con una sola voz y un solo corazón y un solo lenguaje, Me alabaréis a Mí, el Cordero.»
Una vez más se nos concede tiempo para arrepentirnos antes de que la ira de Dios caiga sobre nosotros. Aparentemente en Fátima y en los mensajes de Akita, Nuestra Señora nos avisaba sobre el Castigo de fuego que ha de llegarnos si no cambiamos nuestro corazón y seguimos de verdad a Dios. La ira de Dios se manifestará con fuego. Éste será el Castigo explicado en los mensajes de La Verdadera Vida en Dios. ¿Por qué Dios, tan amoroso, dirían algunos, nos hace esto? El Señor Jesús, cuando yo le hice esa pregunta, contestó: «Si morís, es por vuestra apostasía». Sí, la Apostasía provoca la Justicia de Dios y aunque Él nos de tiempo, un día, dijo Jesús, el Padre gritará: «¡Basta!»
Esta profecía o aviso, si queréis llamarlo así, acerca del castigo de fuego, ya no puede ser retirado. El Padre dijo, «nada puede restarse ya de ello». Es demasiado tarde para retirarlo del todo, pero lo que podemos hacer es disminuir la fuerza de ese castigo por medio de la oración, el arrepentimiento y un cambio de vida para vivir santamente. Estamos llamados a vivir una Verdadera Vida en Dios. Dios puede ablandarse, igual que lo hizo con Nínive.
Los Mensajes de La Verdadera Vida en Dios no son profecías de pesimismo y fatalidad. Dios nos los da en estos tiempos de misericordia para hacernos entrar en vereda. Son una llamada desde el Amor sublime de Dios. Dios no nos permitirá eternamente que ofendamos Su Santo Nombre y vivamos en la impiedad. Esta es la razón por la que viene, por Su Misericordia, para darnos muchos avisos.