7 de enero de 1995
(Epifanía ortodoxa)
Mi Dios, Yahveh, Padre Eterno,
Tú que tan pacientemente
esperas nuestra conversión, ¡ven!
Ven a alimentarnos a todos
de Alimento Celestial,
para satisfacer nuestras necesidades.
Eres conocido por tener
una Mano generosa.
Oh. Justísimo, ¡ven a salvarnos!
Transforma el corazón del hombre malévolo
en un corazón amable
para que también él afirme Tu grandeza.
Yahveh, mi Papá de tierno corazón,
el mundo no Te conoce aún del todo,
ni conoce tu verdadera manera de ser,
y sólo con una demostración
del poder de Tu Espíritu Santo,
la humanidad se hará consciente
de la grandeza de Tu Nombre
y exaltará el esplendor de Tu gloria.
Yahveh, Padre de cada uno de nosotros,
que la humanidad conozca
Tus actos de misericordia,
de ternura y de benevolencia.
Recuérdales, Padre,
que la majestuosa gloria de Tu Reino
también les pertenece a ellos,
siempre que tengan un corazón íntegro.
Yo he transmitido Tus Palabras
a todas las naciones donde me has enviado,
y he seguido Tu mandato.
Dentro de mis limitaciones,
les he dado a conocer de nuevo
Tu Amorosa Imagen
como Tú me la revelaste a mí,
a fin de que ellos también se alegren
y se den cuenta de que son
Tu progenie y Tu semilla.
He seguido Tus instrucciones
y les he recordado que también ellos
son de ascendencia real.
Padre Santo,
ya que me envías continuamente
a proclamar Tu Himno de Amor
de viva voz, como un eco,
para compartir Tu Cántico de Amor
con mis hermanos y hermanas,
Te ruego por los que aún siguen inconscientes
y viviendo en un mundo de olvido y oscuridad,
para que Tu Espíritu Santo brille es su espíritu
como mil soles en uno solo.
Sí, que Tu Espíritu Santo, cuyo brillo supera
a todas las constelaciones juntas,
transforme a cada alma en un espejo sin mancha,
una imagen de bondad, antes de que desaparezcan
como si nunca hubieran existido.
Una vez restaurados
ellos también saldrán con celo, con virtud perfecta,
a proclamar una imagen visible
de Tu Esplendor y Tu Soberanía,
porque habrán reconocido lo más divino.
Padre, Manantial de Vida,
Fuente de Vida Eterna, Esposo,
Tu intimidad conmigo despertó cada fibra
de mi miserable corazón,
permitiéndome penetrar en Tus misterios
y en Tus inagotables riquezas.
Con mi miseria,
¿cómo podría contarme, entre tus herederos?
Apenas había nacido, pequé y dejé de honrarte,
pequé y dejé de existir.
La arcilla que Tú habías modelado
se había convertido en Tu enemigo.
Tu altar se había convertido
en antro de lagartos y de arañas,
una señal de mala disposición y de maldad,
desviándose claramente de la Verdad Divina.
¡Oh débil alma, con tan poco tiempo
para vivir en la tierra,
en qué te habías convertido!
La luz de justicia estaba preparada
para golpear mi alma,
sin embargo, Tú, en Tu deseo de liberar y salvar,
fuiste más fuerte que la misma Muerte,
que los poderes de la Oscuridad y la Corruptibilidad,
y fluiste, Padre, en mí, como un Río,
sanando lo que se consideraba fatalmente herido
resucitando lo que se tenía por muerto y descompuesto.
Y Tus enseñanzas, Señor,
que acompañaban Tus visitaciones,
ya están ahora excediendo
la capacidad de mi mente humana.
Padre mío,
eres compasivo y misericordioso,
indulgente y clemente,
no apartes, pues, Tus Ojos de nosotros
sino llévanos a todos nosotros
de vuelta a Ti, por el camino recto.
Hija de Mi elección, te doy Mi Paz…Te concederé tu ruego, pero cuando rechazan Mi Amor ¿qué he de hacer? Estoy utilizando todos los medios para salvaros del fuego abrasador y voy por todas partes buscando de qué manera puedo salvaros a todos.
Tu Espíritu Santo es el Aliento de Vida.
Él nos eleva, nos revive
y nos hace penetrar generosamente
en Tus misterios.
Tu Espíritu Santo nos transforma
en Tabernáculos vivos y sagrados,
en un Trono para la majestad de Tu Hijo,
en un reflejo de Tu Imagen
y en herederos de Tu Reino.
Padre, permite ahora que los cielos
se abran totalmente este año
para que puedan derramar, como nunca antes,
Tu Espíritu Santo sobre nosotros.
Entonces, todos nosotros aprenderemos
a amar las cosas celestiales
y nos alegraremos en Tu Presencia.
Los huesos muertos florecerán
y Te alabarán de nuevo, adorándote.
Ah1, hijita Mía. Me alegra oír tus anhelos, considerando tu miseria. Yo mantendré Mi Promesa. Derramaré Mi Espíritu, como nunca antes en la historia, sobre toda la humanidad, a fin de extender Su poder de un extremo al otro de la tierra, ordenando una renovación y renacimiento de Mi Santuario…2
Sin embargo, Vassula Mía, no todo el mundo es digno de Mi Reino. Mi indulgencia es grande, pero Mi Justicia es igual de grande. Tendré antes que exhalar un fiero hálito para restaurar la Justicia. Yo tendré, Vassula Mía, que destruir a la Bestia y sus seguidores, lanzando desde Mi Trono truenos y relámpagos para aplastar a los impíos y el imperio de este mundo. Mi Justicia perseguirá todo lo que no venga de Mí.
Yo soy suave al juzgar; si no lo hubiese sido, ninguno de vosotros estaría hoy vivo. Podría haberos destruido a todos de golpe, pero como ves, ¿ves cuán lento a la ira soy? ¿Quién se aventurará a decir: “Qué es lo que nos has hecho”, cuando pronuncie Mi Sentencia sobre esta tierra? Todos estos años, os he estado corrigiendo poco a poco y os he estado dando a todos ocasión de arrepentiros, pero, desde el principio, muchos de vosotros rendisteis mayores honores a cosas muertas que a Mi Eterna Gloria. El oro y la plata3 os han hechizado y habéis tomado gusto a esas cosas, superando los honores que Me debéis a Mí…
No obstante, protegeré a todos los que se arrepientan y preservaré el germen de una nueva generación para las edades venideras. Los amantes del mal y la humanidad pervertida no quedarán sin castigo… Todos y cada uno serán llamados ante Mi Trono para dar cuenta de la forma en que condujeron sus vidas.
Hija, esta corta privación de recibir mensajes4 ha sido para que expíes por los pecadores. Soporta el dolor5 sin quejarte, necesito actos de reparación, necesito almas generosas. ¿Ves cuán generoso ha sido Mi Hijo contigo? Él te lo anunció de antemano6, así que no dudes de Su generosidad. Ven, permíteme utilizarte para restaurar Mis altares rotos. Yo multiplicaré Mis favores siempre que tú cuides de Mis Intereses y de Mi Casa.
Dios-está-contigo, por tanto, no temas. Yo estoy contigo. Estoy unido a aquellos que Me aman. Ven, te bendigo…