7 de diciembre de 1992

(Australia)

(Justo antes de la reunión, Dios, nuestro Padre, me dio este mensaje.)

Escribe: diles que Yo soy el Padre Más Tierno. Diles cómo Me inclino para llegar a ellos, ahora.

El Amor y la Lealtad descienden ahora para abrazaros a todos vosotros, para renovaros, para reanimaros y levantaros del letargo que cubre esta tierra. No digáis que estoy demasiado lejos para alcanzarme, indiferente a vuestra miseria e inmutable a vuestras llamadas.

Si las llamas lamen vuestros países y el fuego devora los pueblos de la tierra, todo se debe a la gran apostasía que se ha apoderado de nación tras nación, infiltrándose en el corazón de Mi Ley. Esta apostasía os ha dejado en la indigencia y os ha hecho creer que sois huérfanos… ¡Cómo Me compadezco de vosotros! ¡Oh, generación! ¿Cuánto tiempo debo esperar? Mis avisos y Mis llamadas resuenan en toda la tierra y, aunque Mi dolor es agudo y Mi Justicia se está desbordando ahora, aún puedo ablandarme y aceptar el homenaje que Me ofrezcáis.

Estoy dispuesto a perdonaros por la Sangre derramada por Mi Hijo y por Su Sacrificio, si tomáis en serio Mis Palabras. Yo que os he creado por Amor, os pregunto: ¿Acaso oiré de vosotros un grito de arrepentimiento?…

¡Hija, glorifícame y revela Mi Santo Rostro a todos con amor! Yo te bendigo a ti y a todos los que te acompañan.