17 de agosto de 1990

Vengo a Ti, mi Yahveh, para pedirte que perdones mis pecados. Señor, escucha mi súplica. Sé que Tú nos perdonas y pasas por alto todos nuestros pecados.

Yo te perdono, te perdono antes que dejar que Mi Ira te golpee… Estabas desolada y deshabitada. Eras famosa por tu desierto, eras como un jardín sin agua y Yo, como una corriente de agua discurriendo por un jardín, vine a ti para regar tu suelo. Te he salvado de las garras de Mi enemigo. El león te ha dejado, y ahora tu tierra es un jardín gracias a Mi Infinito Amor y Mi Infinita Misericordia.

Yo soy tu Salvador, y Jesús es Mi Nombre. Permíteme escribir el siguiente Mensaje para…1 Yo, el Señor, estoy delante de él y estoy poniendo fuego y agua frente a él. Le he dado la libertad de elegir. Puede extender la mano hacia lo que prefiera. Me fijo en cada una de sus acciones. Me doy cuenta de su consciente y directa sinceridad hacia Mí, y de su consciente y directa insinceridad hacia Mí. “Apresúrate y ven a Mí, y Yo reavivaré tu llama: ¡La poca llama que queda en ti se está apagando rápidamente! Yo te amo con un Amor Eterno y Mi Misericordia es Insondable. Gozas de mi favor”.

Muchos de vosotros decís hoy: “Comamos y bebamos hoy, mañana estaremos muertos”. No os mintáis a vosotros mismos… Recobrad vuestro sentido común y volveos hacia Mí, vuestro Dios. Obedecer Mi Ley es amarme, y el que vive en el amor, vive en Mí. Yo no necesito filósofos ni sabios de vuestra época, ni tampoco maestros. Necesito debilidad… pobreza… sencillez. ¿Lo veis? Están llegando los días en que estableceré Mi Ley en vuestros corazones.

Vengo en estos días de Misericordia para preparar a las naciones, y para recordarles que Yo puedo purificar vuestro ser interior de las acciones viles y muertas que os pueden conducir a los fuegos eternos. Pero el corazón de esta generación se ha vuelto burdo, y aunque estoy hablando abiertamente a las naciones, seguirán sin escucharme. Ven, toma tu cruz y sígueme. Yo bendeciré cada paso que des.

(Más tarde, al pequeño grupo de oración:)

He invitado a muchos a Mi Banquete, pero muy pocos están dispuestos a venir2. Por lo tanto, os digo: ¡Id ahora a los pobres! ¡Id a los ciegos! Encontraréis a algunos muertos, pero no os preocupéis, Yo los resucitaré. Os he levantado a todos y levantaré a muchos más. Por tanto, ¡salid al encuentro de los pobres y los enfermos y aseguraos de llenar Mi Casa! ¡Que aquellos que fueron invitados en primer lugar a Mi Banquete, pero rehusaron venir, se asombren al ver a los ciegos con vista, y a los pobres, ricos de Mi Conocimiento! ¡Y a los muertos, resucitados a la vida!

¡Prosperad con Mis Riquezas y no decaigáis! Sed constantes y trabajad para Mi Gloria… Hijos, borrad vuestro egoísmo. Mi Reino está muy cerca de vosotros. Sed celosos y seguid Mi Palabra. Conservaos puros y aprended a desdibujaros para que Mi Espíritu respire en vosotros.

Os he elegido, ángeles Míos, no porque seáis dignos, sino porque sois pobres y miserables. Glorificad de nuevo Mi Nombre, reuniéndoos para servirme.

Sed activos en todas las buenas obras. Yo estoy con vosotros todo el tiempo.


1 Una persona de Rodas.
2 El pequeño grupo de oración intentó muchas veces invitar a conocidos sacerdotes y archimandritas, incluso a monjes insignes, pero cada uno tuvo una excusa y no mostró el más mínimo interés por los mensajes del Señor. Fueron corteses.