por Vassula Rydén

Ver elvideode la conferencia y peregrinacónAQUÍ

Doy gracias a Diosporque Él es bueno con nosotros y Su Amor es eterno. Doy gracias a Dios noche y día, recordando cómo, por Su Gracia, Él me elevó a confiarme Su mensaje de La Verdadera Vida en Dios, y me dio plena responsabilidad sobre su contenido.

Fue nuestro Dios quien le dio a Jonathan el valor de querer organizar, una vez más en Tierra Santa, la asamblea internacional de los grupos de la VVD para una reunión ecuménica, partiendo desde Belén. Muchos otros de nuestros grupos acudieron en su ayuda y colaboraron para poner en marcha toda esta reunión. Yo diría como San Pablo: ‘no estamos tratando de agradar a los hombres, sino a Dios’. Sabemos cómo nuestro Señor nos está pidiendo, a través de Sus mensajes, oraciones para que la Iglesia se reconcilie y promueva la unidad; pero la reconciliación no se detiene ahí, oramos también por la reconciliación de las almas con Dios, la reconciliación de las familias separadas, la reconciliación de los países que están en guerra y así sucesivamente.

No planeábamos estar en Tierra Santa al mismo tiempo que el Santo Padre, pero nuestro programa coincidió con el de él; de hecho, ya lo habíamos programado antes de conocer la decisión del Santo Padre. Una vez Dios me dijo que la palabra ‘suerte’ no existe en Su vocabulario, así que creo que fue nuestro Padre Celestial quien quiso que todos nosotros estuviéramos allí al mismo tiempo. En esta ocasión, nuestro grupo VVD en Tierra Santa logró obtener pases especiales para que algunos de nuestros sacerdotes pudieran concelebrar la misa con el Santo Padre en el Monte de las Bienaventuranzas el 24 de marzo. Esto les dio gran gozo y alabamos al Señor por darnos un regalo más.

Tuve que llegar a Tierra Santa 2 días antes que los grupos, para reunirme en Beit Sahour (el Campo del Pastor) con el alcalde Sr. Hanna Al Atrash. Se organizó una cena para nosotros en ese sitio, bajo una gran carpa, que era un restaurante, pero nos daba la sensación de que estábamos viviendo en la época de Jesús. Hablamos mucho acerca de los mensajes y la misión que nuestro Señor me ha dado.

Esta vez, en Tierra Santa, esperábamos que vinieran más de 400 personas del extranjero, procedentes de más de 50 países. Con nosotros teníamos más de 60 clérigos extranjeros, y algunos más que habían venido a unirse con nosotros desde Tierra Santa. Tuvimos el honor de estar acompañados por Mons. Luigi Accogli de Roma, quien durante nuestra estadía en Belén hizo una visita al Patriarcado Católico, y les contó nuestras actividades. Junto a nosotros también estuvieron Mons. Julio Teran Dutari, Obispo auxiliar del Ecuador, Mons. Jaume González-Agapito de Barcelona y Mons. Julio Urrego Montoya de Venezuela. Estábamos felices de tener al Obispo Zakarian de Lyon, de la Iglesia Armenia. Tuvimos, por la gracia de Dios, once denominaciones eclesiales, con sus sacerdotes y pastores. A saber: la Iglesia Católica Romana, las Iglesias Ortodoxas Griega, Rusa, Búlgara, Armenia, la Iglesia Siríaca, la Iglesia Copta, la Iglesia Luterana, la Iglesia Anglicana, la Iglesia Bautista y la Iglesia de Santo Tomás.

El día 15 de marzo, primer día de la peregrinación, comenzó bastante temprano con una solemne procesión de todos los sacerdotes y ministros de todas las Iglesias que nos acompañaron. Un majestuoso canto de Kyrie Eleison acompañó la procesión y cada uno de ellos se presentó diciéndonos el país del que había venido. Más tarde presenté a los países uno por uno y durante cada presentación, los laicos se ponían de pie mientras agitaban la bandera de su país. Hubo mucho gozo y alegría en el ambiente.

Inmediatamente después, se celebró nuestra misa de apertura en la Iglesia Católica Romana de la Natividad de Belén, en la que se me pidió que llevara al Niño Jesús en la procesión de nuestros sacerdotes y lo colocara debajo del altar. Sentí que Jesús ya me estaba demostrando su cariño, porque este mismo niño Jesús es el que se lleva cada año en la gran fiesta de Nochebuena para la misa de medianoche y todo el mundo lo ve en las euro-noticias. A la salida vi al sacerdote ortodoxo griego, el P. Spyridon, a quien conocí justo después y que amablemente me llevó de la mano para mostrarme todo en la Iglesia ortodoxa de la Natividad. Más tarde se unió a todos nosotros para cenar, esa misma noche, y se le presentaron mensajes de la VVD. Con mucho gusto tomó un libro y conoció a algunos de nuestros sacerdotes.

El programa incluía no sólo visitas a los Lugares Santos, sino también un simposio de dos días en Belén. El 19 de marzo, primer día del simposio, comenzó también con la solemne procesión de todos los sacerdotes y ministros de todas las Iglesias que nos acompañaron, bajo los majestuosos acentos del Kyrie Eleison cantado. En el simposio, los discursos de media hora fueron variados, muy ricos en contenido, porque los participantes eran de diferentes Iglesias. Esto aumentó nuestras esperanzas de unidad. Pudimos apreciar en el discurso de cada uno cómo se sentía sediento de unidad y reconciliación. Por mi parte, he tomado tres temas en mis intervenciones. La primera fue: “La nobleza de la Cruz”. La segunda: “Todos estamos llamados a ser dioses por participación” y la tercera: “Unidad seamos un:o con la Divina Trinidad”.

I had asked our Lord Jesus to help me write them down. As I know myself, I do not know how to write one word after the other without His divine help. And so Y le había pedido a Nuestro Señor que me ayudara a escribirlos. Como me conozco a mí misma, no sé escribir ni una palabra sin Su ayuda divina. Y así me encontré escribiendo estos temas sin ninguna dificultad e incluso en un momento en que buscaba la palabra correcta, ésta me fue dada con una fuerte voz. Como era una palabra que nunca había usado, tuve que buscarla en el diccionario más adelante, y por supuesto, no podía haber sido más exacta. El segundo día del simposio llegaron otras cuatro personas: Mons. Julio Teran Dutari de Ecuador y Mons. Jaume González-Agapito de España, acompañados por el P. Salvador, recién ordenado sacerdote. Por último, pero no menos importante, vino el archimandrita ortodoxo griego de Nueva York, P. Eugene Pappas.

Esa tarde, el P. Eugenio fue el último en dirigirse a nosotros. Yo estaba sentada allí en mi esquina, mirando en silencio y pensando ‘finalmente, Dios nos ha enviado un archimandrita ortodoxo griego que está tan ansioso como todos nosotros por la reconciliación y la unidad, sin-ce-ra-men-te.

TAllí estaba, delante de mí, declarando lo que Jesús nos había estado diciendo durante años sobre la unidad, allí estaba casi citando los pasajes de la VVD, sin haberlos leído nunca. El Espíritu Santo estaba poniendo en su boca las mismas palabras. Con celo y sin miedo abrió su corazón a todas las Iglesias sentadas frente a él y vi en sus rostros que estaban impresionados por lo que estaban escuchando de un archimandrita ortodoxo griego. Cada palabra que pronunciaba nos refrescaba como el rocío de la mañana. Uno podía sentir la brisa del Espíritu Santo en la multitud. Él les estaba ofreciendo su corazón.

Inmediatamente después de su discurso, el coro cantó una canción oriental y la multitud, todavía encendida por las palabras del P. Eugenio, corrió hacia él para abrazarlo, y los sacerdotes y ministros de todas las Iglesias también corrieron hacia él, como niños corriendo hacia su padre. El P. Eugenio fue arrebatado a diestra y siniestra, de abrazo en abrazo. Todos nosotros estábamos regocijándonos y bailando, igual que el cielo debe de haber estado en ese momento. Éramos uno. Gloria sea para Dios, quien conoce a Su pueblo y les da de vez en cuando una brisa refrescante del Espíritu Santo.

Y desde ese momento supimos cuánto júbilo habrá en el Cielo, el día que se declare la Unidad… Dios, en Su compasión nos ha concedido, esta vez en Tierra Santa, la gracia de un anticipo de cómo será la unidad cuando la Iglesia decida volver a ser como un niño. El P. Eugenio había preparado un largo discurso escrito, pero a último momento, cuando se enfrentó a la multitud, decidió no leerlo y así, dejando de lado el montón de papeles, se dirigió directamente a nosotros con mucho brío y con mucho ingenio.

Este fue sólo el comienzo de las buenas sorpresas que nuestro Señor guardaba ocultas bajo su manga para nuestro grupo.

Dios no se detuvo allí al derramar Sus gracias sobre nuestro grupo VVD, sino que había planeado y había previsto todo. ¡Probamos el poder de Su Espíritu, porque nadie podía explicar tremenda apertura del lado ortodoxo griego, en Tierra Santa! El día 17 un Padre Archimandrita Ortodoxo del Santo Sepulcro, nos invitó a todos a una Liturgia de los Dones Presantificados, (Santa Comunión) donde todos podían recibir la Sagrada Comunión.

Después de la Liturgia, el P. Archimandrita salió a conocerme personalmente, y quiso que se tomara una foto conmigo. Él no podría haber tenido más años que Jesús. Luego me invitó a su casa y tuve que confirmar la fecha. ¡Qué alegría! Lo mismo ocurrió en el Monte Tabor el 22 de marzo, donde se nos dio permiso a todos sin excepción de recibir la Sagrada Comunión en la Iglesia Ortodoxa Griega de la Transfiguración. El sacerdote también estaba allí y fue el P. Eugenio quien celebró la Liturgia.Tres sacerdotes ortodoxos, uno búlgaro, y dos de la Iglesia rusa, dieron la Sagrada Comunión.

Llamé por teléfono al P. Archimandrita y arreglé reunirme con él a la noche siguiente para ir a su casa. Esa noche me encontré caminando con 2 amigos por los recintos privados y cortes del Patriarcado Ortodoxo Griego, dirigiéndonos hacia la casa del P. Archimandrita. Todo parecía un sueño. Sólo estoy acostumbrada a la persecución. Sí, la persecución es mi pan de cada día, desde el día en que Dios vino a hablarme. Y ahora, estaba invitada…

Ya en su casa, el P. Archimandrita quería saber cómo había empezado todo. Di testimonio. Luego hablé de la unidad que Cristo está tan ansioso que realicemos y me dijo que él también estaba muy ansioso por la reconciliación y la unidad. Dijo que ya sabía sobre mí desde hacía dos años y que desde entonces tenía muchos deseos de conocerme. Me dijo: «Contadme como uno de vuestro grupo». Una pluma podría haberme derribado al escuchar esto. Luego se levantó para mostrarme el resto de las instalaciones, y me encontré caminando por la terraza desde donde se puede mirar hacia abajo la entrada y el patio del Santo Sepulcro.

‘Qué regalo de Jesús’, pensé, ‘no merezco tanto’, y, sin embargo, Él me consiente y me mima inmerecidamente. Luego, mientras miraba hacia arriba las estrellas, escuché al P. Archimandrita que me llamaba desde el otro lado de la terraza. Había una pequeña capilla allí arriba. Entramos y oramos. Luego me mostró en el lado izquierdo de la capilla una pequeña ventana que mostraba la cúpula del Santo Sepulcro. Miré a Jesús en el icono y le dije que si Él continuaba sorprendiéndome a ese ritmo, me podría dar un ataque al corazón. Jesús, sin temor a que yo sufriera un ataque al corazón, continuó. El P. Archimandrita me llevó a su oficina y me preguntó si viajaba a menudo. Dije que sí. Él dijo: «¿Puedo unirme a vosotros cuando viajéis, en algún momento?» Le prometí que le enviaría el calendario donde yo había fijado los viajes y él podría elegir. Con esto me levanté para irme y me pidió un favor. Nos pidió oraciones a todos. Debemos orar por él. Prometí anunciarlo a nuestro grupo y lo hice.

Uno de los sacerdotes del Patriarcado, que había oído hablar de esta asamblea, y había sido invitado a unirse, se había negado diciendo que no podía ser considerado como parte de nosotros, porque no estaba aprobado por una bendición de la Iglesia Ortodoxa Griega. Dios debió escucharlo, porque inesperadamente me invitaron al Patriarcado a reunirme con el P. NN, que parecía estar bastante abierto al carisma que tengo. Fui allí acompañado por el P. Eugene Pappas y Niels Christian Hvidt, que nos presentó a él. Antes que nada nos invitó a pasar a una gran oficina donde estaba el Metropolita Vassilis detrás de un escritorio. Es el segundo hombre en rango después del Patriarca de Jerusalén. Una vez más, no podía creer que me invitaran.

El Metropolita hablaba un inglés perfecto y parecía muy amable. El P. Eugenio explicó la razón por la que estábamos en Tierra Santa, lo que trajo inmediatamente el tema de la presencia del Papa en Tierra Santa. Entonces Mons. Vassilis le dijo al P. Eugenio que esta división de la Iglesia no es buena en absoluto para la Iglesia y que ya era hora de que se hiciera algo para romper esta división, con lo cual el P. Eugenio estuvo totalmente de acuerdo. Continuó diciendo que los «jerarcas» del bloqueo no se estaban comportando correctamente y que ya era hora de que bajaran de su pedestal y se unieran. Al oir esto, yo empecé a decir dentro de mí, ‘¡alabado sea el Señor!’ y me explicaba la apertura de las dos Liturgias … Entonces el P. Eugene habló de la misión y el carisma que tenía la VVD y completé la explicación mostrándole el álbum donde se mencionaban todos mis viajes y le mostré una lista de mi bibliografía también. Le dije que había sido enviada por Cristo a convertir una sociedad descristianizada. Miró todo y me animó a continuar con mi trabajo. Entonces se volvió hacia mí, levantó su mano y me bendijo. Así que recibí la bendición de mi Iglesia. El P. NN me pidió que le enviara todos los libros de la VVD traducidos al griego. Y así lo hice.

Tampoco debemos olvidar que el Papa también me había dado su bendición y había bendecido el libro número 10 de la VVD en francés. ¡Gloria sea Dios! Al único que no conocimos fue al que se opuso a mí al principio, pero he aquí que, mientras salíamos y nos metíamos en un lugar donde todavía estaban construyendo, casi nos topamos con él. Así que también lo conocimos y tuve la oportunidad de hablar un poco con él. Le ofrecí el folleto de los 7 dones del Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo haga el resto de la obra. ¿Qué más se puede pedir?

Tuvimos el 25 un día para que todos los miembros de la VVD nos dieran un breve informe sobre las actividades en su tierra, y en sus grupos de oración y sobre los proyectos Beth Myriam. Proyectos de apertura de un lugar, piso o casa, para alimentar a los pobres con un almuerzo caliente una vez al día y si es posible tener una habitación o dos o más, dependiendo, para retiros. También se desea una capilla. Hoy en día hay un lugar en Belén que tiene en el techo una estatua de la Virgen de Palestina con los brazos abiertos. Ya hay un lugar en Venezuela y otros en Bangledesh, Filipinas, Puerto Rico y Gales. Hay preparativos para estos Beth Myriam en Polonia por ahora. Y todos estos son dirigidos por voluntarios y a través de donaciones.

El otro proyecto nuevo es del P. Richie, de Filipinas, que va a promover un grupo de jóvenes VVD, al que llamará VVD J Ya muchos jóvenes están ansiosos por unirse a ese grupo e incluso viajar de un lugar a otro y conocer a los demás. Es sólo a través del poder del Espíritu Santo que tal desarrollo se está haciendo y difundiendo y por esto creemos que Dios está de nuestro lado.

El último día, por la tarde, pronuncié mi último discurso sobre cómo progresar en la evangelización mediante el uso de los ricos mensajes de nuestro Señor y luego le supliqué a la Iglesia Católica Romana que hiciera lo mismo que hacemos los ortodoxos que nos unimos a ellos. Es decir, aprender más sobre la ortodoxia, como nosotros hemos aprendido sobre el catolicismo. Inclinarse hacia nosotros y nuestras tradiciones, como nosotros nos hemos inclinado hacia ellos, aprendiendo sus oraciones para recitarlos con ellos y aprendiendo todo sobre su Misa. Ningún católico ha sentido diferencias en nuestro trato, sino que incluso algunos que no nos conocían nos han confundido con uno de los suyos. Estábamos tan entrelazados con ellos que nadie sintió ninguna diferencia. El Señor me ha dado una visión de tres varas de hierro, que representan a las 3 Iglesias principales, pidiendo que realicen la unidad inclinando las cabezas para unirse. Así que hagamos un esfuerzo y seamos uno. Seamos un solo corazón.

Monseñor Julio Teran Dutari nos dio después un discurso final, concluyendo la noche y alabando a nuestro Señor que nos había traído de los cuatro rincones de esta tierra para estar juntos, dándonos a todos un anticipo de la Unidad.

Vassula