Nuestro Señor nos advierte que salgamos de este espíritu letárgico que se cierne sobre nosotros…

Se ha dicho en los Mensajes de la VVED que al Final del Tiempo, cuando el mundo se esté enfriando al amor de Dios y se esté volviendo contra Dios, y cuando al diablo y a todo su imperio se les haya dejado libres de propagar la guerra sobre la humanidad, dando atribuciones a su corazón para conducirla a la condenación eterna, nuestro Señor, junto con nuestra Bendita Madre, prometió suscitar nuevos Apóstoles, llenos de energía por el Espíritu Santo, que se convertirían en pilares de la Fe, en columnas de Fuego y defensores de la Verdad.

A través de su debilidad y su pobreza, el Espíritu Santo los formará, los fortalecerá y los enviará por todo el mundo para llevarlos al arrepentimiento y la reconciliación, y a hacer las paces con Dios. Dios utilizará su debilidad y su pobreza para formarlos.

Antes del Retorno de Cristo, Él nos mostrará, como un último aviso, la condición de nuestra alma con una iluminación de la conciencia. Dios Mismo revelará nuestra alma a nuestra conciencia bajo Su Luz ¡y ay del gran pecador! Este acto de Misericordia hará que nos demos cuenta de lo indignos que somos en nuestro estado de pecado. El Señor dice en un mensaje que nuestra maldad está poniendo en peligro el cosmos. Cristo no se va a quedar sentado para vernos caer constantemente en pecado mortal, que conduce a muchas almas al Infierno. ¿Va a quedarse callado cuando la división de la Iglesia ha devastado Su Cuerpo Místico hasta el punto de casi paralizarlo? Si decimos que estos términos son apocalípticos nada realistas, porque estoy mencionando el Final de los Tiempos, entonces puedo deciros: no conocéis a Dios. Y hay muchas más razones por las que Dios nos está removiendo con recordatorios. Pero he aquí un mensaje de nuestra Bendita Madre:

“muchos de vosotros habéis olvidado los caminos de Dios, habéis ido a la deriva, como llevados por la corriente de un lago, hasta una charca de letargo; polucionados por el materialismo, vuestro curso cambió de dirección, y de la santidad y de la Senda recta, ¡habéis sido conducidos a caer de lleno en las redes del diablo, en la boca del león! No habéis seguido las huellas de la Preciosa Sangre que Jesús dejó tras Él, como señales para que Le siguierais; no, habéis seguido las indicaciones polucionadas que Satanás levantó para vosotros, direcciones que conducen todas al desierto donde no habrá nadie para curar vuestras heridas, ni nadie para consolaros; y donde moriréis.

vuestra generación no ha sabido apreciar el gran Amor de Dios, por eso vuestras tierras han sido incendiadas por el egoísmo, por la impiedad y por la furia de Satanás; y hasta el día de hoy su mano sigue alzada para golpearos e incendiar todas las naciones; por vuestro ateísmo y vuestra perversidad, os habéis envuelto vosotros mismos en el sudario de la muerte, habéis envuelto a vuestros seres queridos en una nube de pedernal; desde lo alto, os llamo a todos con angustia para que hagáis las paces con Dios, para que os reconcilies con vuestras familias; (10.10.90)

Hemos estado recibiendo advertencias constantes tanto de Jesús como de María desde hace años, pidiéndonos que nos reconciliáramos con Dios y los unos con los otros, que volviéramos a Dios e hiciéramos las paces con Él, que comenzáramos a orar. El Cielo se ha inclinado hasta nosotros, en estos últimos años, como nunca antes en la historia.

Y creo firmemente que no es sólo por la división de la Iglesia sino también por la situación del mundo de hoy. Creo que es principalmente por la apostasía y la pérdida de valores morales. Dios había previsto las tribulaciones de la Iglesia antes de que naciéramos y lo que ésta iba a padecer. Había previsto todo este desbarajuste diciéndonos en los mensajes que iría Cardenal contra Cardenal y Obispo contra Obispo.

El mundo de hoy, especialmente en Occidente, ha hecho de Dios un Dios muerto, una momia en un museo, por su propia conveniencia, para seguir pecando. Algunos que se llaman a sí mismos cristianos, creen que Dios es sólo una palabra impresa en las Escrituras, nada más, ¡siguiendo la letra de la ley, pero no el corazón de la ley! Han conseguido convertir las Escrituras en acontecimientos del pasado, únicamente, como un libro de historia, en vez de vivir la Palabra de Dios que está viva y activa. Te dicen que lo que Dios tenía que decir ya lo ha dicho a través de Cristo. Pero entonces, ¿Dónde encaja el Espíritu Santo? ¿Dónde encaja lo que Cristo nos prometió? ¿Acaso no nos dijo que iba a enviar al Abogado para conducirnos a la plenitud de la Verdad? ¿Y que cuando el venga mostrará al mundo lo equivocado que estaba sobre el pecado, sobre quien estaba en la verdad, y sobre el juicio? Elías no murió nunca, sino que fue llevado vivo al Cielo, significando que la profecía nunca morirá.

En la apostasía de esta generación, juzgan a Dios de acuerdo con las reservas que contiene su corazón y lo peor es que, cuando algunos son estimulados por Dios para dar testimonio de un Cristo Vivo, un Cristo Resucitado, el diablo suscita opresores para silenciarlos. Se precipitan con un increíble frenesí humano a acusarlos de causantes de problemas, herejes, impostores o falsos profetas, conducidos por Satanás. Los lapidarían, si pudiesen.

Estos son los nuevos fariseos de hoy en día, que están persiguiendo al Espíritu Santo de Gracia, dice Jesús. Prefieren silenciar a Cristo y observar cómo esta apostasía crece y se expande, obligándoles a vender sus iglesias, antes de aceptar el acto de Misericordia del Espíritu Santo, antes de aceptar que Cristo está vivo, ocupándose de Su rebaño. Algunos ni siquiera creen que existe una apostasía, tanto los ciega Satanás. Oh, sí, su incredulidad sofoca la acción del Espíritu Santo – y así continúan tranquilamente sin ser molestados, en su camino de mortandad. Jesús dice que han convertido la Iglesia en un vasto cementerio. Intencionadamente o no, están limitando la Misericordia de Dios a la medida de su limitado espíritu con un juicio falso, y esta es la Blasfemia contra el Espíritu Santo.

Nuestro Señor nos advierte que salgamos de este espíritu de letargo que se cierne sobre nosotros, y nos sacude para que salgamos de nuestra muerte espiritual, una muerte que es peligrosa porque el diablo merodea constantemente a nuestro alrededor. El Señor quiere que oremos con nuestro corazón.

“Di a Mi pueblo que la charla vacía y la palabrería ineficaz en sus oraciones Me son inútiles si no las dicen de corazón¡preferiría mucho más que se volvieran a Mí y Me dijeran unas pocas palabras de corazón, con amor, que todos sus balbuceos interminables al aire!¡ Yo no quiero un culto de labios afuera, sin valor! ¿Cuántas más veces tengo que decirles estas cosas? ¿Y cuánto tiempo más tengo que soportar a esta generación? ¿Por qué están poniendo a prueba continuamente a Mi Espíritu?” (21.03.94)

Dios quiere que nos acerquemos a Él con un corazón puro, un corazón de niño, y nuestro corazón no puede estar realmente puro cuando sigue incrustado de preocupaciones terrenales. Cuando nuestro Señor nos predica sobre cómo alcanzar los tres ascensos que él llama desprendimiento, desapego e impasibilidad, nos pide que seamos tan puros y pobres que todos los acontecimientos de la vida, ya sean de naturaleza triste o alegre, no nos afecten, ni siquiera sean recordados. En uno de los mensajes, Él dijo: “Te enseñaré a ser fuerte para que seas capaz de decir cuando las serpientes te muerdan: ‘Me han mordido, ¿no? pero no estoy herida; ¿Me han apaleado? no siento nada; ¿Me han calumniado? ¿Y qué? Déjales; ¿Me han lapidado? ¿Cuándo?’”

El Señor dijo: Esta es la perfecta y perpetua contemplación de Dios. Él quiere que vivamos una Verdadera Vida en Él, por eso nos dice repetidamente que muramos a nuestro ego y nuestro yo y no temamos este empobrecimiento porque nos llevará a la inmensidad de Su Amor a donde nos ha prometido, es decir a Su Reino. Estas son las palabras de Cristo en las Escrituras:

“Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”.

Dios dice que el camino hacia la nada y ser nada, que es la renuncia a los bienes y al yo, nos llevará a esa perfecta y absoluta pobreza de espíritu. Luego el Todo que es Dios nos llenará de Sí Mismo, nos llenará donde nos falta, invadiendo nuestra alma y poseyéndola, y nosotros también, a nuestra vez, poseeremos a Dios.

Por lo tanto, huyamos de la complacencia que el mundo nos ofrece, y del confort, y rompamos este seguro capullo que hemos tejido a nuestro alrededor, rompamos nuestros grilletes y liberémonos para ganar lo que los profetas de antaño recibieron; y nuestra alma se convertirá en una fuente de lágrimas de arrepentimiento cuando nos demos cuenta de Quien era Aquel que estaba a la puerta de nuestro corazón llamando todos estos años.