Mons. Denys Antoine Chahda
Arzobispo Siriaco Católico de Alepo

Señoras y señores,

Me gustaría empezar dando las gracias a los organizadores de este encuentro tan especial, por haberme invitado a participar en este debate sobre la pregunta:

¿Cuál es el puente que nos une, centrándonos en la riqueza de todas las religiones, y qué es lo que trae la paz al mundo?

Sí, es de suma importancia el tender puentes de comunicación entre personas de distintas culturas, para construir juntos la civilización humana, en una época en la que muchos buscan demoler los puentes y romper los lazos de cohesión social, utilizando todos los medios disponibles para lograrlo – la separación económica y religiosa, los medios intelectuales o las armas. Así que ¿De qué paz estamos hablando, si la maquinaria destructiva de la guerra no se detiene, la maquinación intelectual, aún menos que la maquinaria militar?

Aspecto Histórico:

Todo el Levante en general, y la ciudad de Alepo en particular, han conocido grandes cambios demográficos. Desde los comienzos de la historia de Alepo hasta ahora, esto se debía a una sucesión de pueblos que traían cambios por medio de guerras, colonización, desarrollo económico o religión. Alepo, que se considera la ciudad más antigua del mundo, ha estado continuamente habitada hasta hoy. No hemos sido inmunes a todos esos cambios que ocurrieron porque, desde su fundación, Alepo ha conocido el paso de muchos pueblos. Incluso su nombre cambió varias veces, hasta que se fijó en «Alepo». Pero durante toda esa historia, la vida cotidiana continuaba sin parar en la ciudad que sigue habitada hasta el día de hoy.

Aspecto Social:

Como consecuencia de esos cambios, muchos de los cuales son el resultado de guerras y colonialismo, muchos grupos de pueblos diversos se asentaron y se casaron con la gente de la ciudad, creando una diversidad de lenguas y culturas. Así, Alepo se ha enriquecido con las diversas tradiciones y costumbres que los nuevos pobladores trajeron consigo.

Aspecto Político:

Alepo se mantuvo firme ante tantos colonizadores y sólo abrió sus puertas a quienes la ciudad quiso, y a través de tratados que garantizaran la estabilidad y la convivencia.

A pesar de su ventajosa ubicación geográfica, continuó siendo un centro económico, cultural, comercial y religioso con características propias, en lugar de convertirse en una ciudad o capital política, de príncipes o reyes.

Aspecto Económico:

La ubicación geográfica de Alepo y su diversidad de culturas han hecho de ella un cruce de caminos, una ruta y un lugar estable para el comercio entre Oriente y Occidente, por el que pasaban caravanas hacia la India, a través del llamado «Ruta de la Seda». Esta dimensión económica y comercial era distintiva, y animaba a muchos a elegir a Alepo como centro de sus actividades comerciales hacia Oriente y Occidente. Con su comercio, llevaron sus ideas, sus culturas y hasta sus familias. Así es que el tráfico comercial fue una razón para el movimiento civil y cultural y aun del religioso en Alepo, donde vivían cónsules, escritores y misioneros.

Aspecto Religioso:

La ciudad de Alepo es conocida desde la antigüedad como un centro religioso con paganos, cristianos, judíos y musulmanes. Aunque situada cerca de la famosa ciudad de Antioquía, la ciudad de Alepo tiene su propia posición en la escena religiosa, representada por santos, doctores de la Iglesia e intelectuales de diferentes religiones. La diversidad cultural y el intercambio comercial, así como las ideas religiosas que los comerciantes traían consigo, no eran causa de enfrentamiento y contienda, sino de cercanía y apertura a la cultura y la religión de los demás, con diálogo, comprensión y aceptación.

Situación actual:

Con todos los atributos históricos que Alepo ha desarrollado en los niveles políticos, culturales, económicos, religiosos y otros, a pesar de todas las guerras, desastres naturales, terremotos, hambrunas y enfermedades infecciosas, incluso esta última guerra, Alepo sigue viva. Y no exagero cuando digo que todavía puede dar lecciones de capacidad para superar las dificultades, guerras y desastres que la han golpeado, y puede seguir siendo, como siempre ha sido, un puente entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur; y puede seguir siendo la Ruta de la Seda, no sólo por las mercancías y el comercio, sino también por los conceptos de respeto mutuo, aceptación del otro y convivencia en paz, a pesar de todas las diferencias que hay entre las diversas culturas.

Alepo, en el contexto de la religión cristiana, es una ciudad ecuménica por excelencia. Tiene seis denominaciones católicas y tres ortodoxas, y dos comunidades evangélicas. Estas conviven en respeto mutuo, participando en reuniones periódicas y mensuales, y trabajando juntas en beneficio de los cristianos, sea cual sea su denominación. Lo mismo sucede con los musulmanes de diferentes ritos, porque el trabajo consiste en ponerse de acuerdo sobre lo que une a ambas religiones, no sobre lo que las separa. El clero cristiano no se encuentra nunca con los eruditos religiosos musulmanes para discutir asuntos de religión, o para convencerse mutuamente de la autenticidad de su religión, sino para trabajar en el amor mutuo y la convivencia en paz y mantenerse alejados de todo lo que incite a la tensión o al fanatismo, o todo lo que lleve a caracterizar como infieles a los seguidores de las otras religiones.

Lo que va a traer la paz a Alepo y tal vez también al mundo, es un trabajo serio e infatigable en base a dos pilares fundamentales: la civilización humana y la dimensión cultural. Cada ser humano es un «ser humano», no importa cuán diferentes sean las religiones o las denominaciones. El factor cultural eleva al ser humano al encuentro con los otros con paz y amor, alejándose de todo pensamiento que conduzca al fanatismo, como llamar a los otros “infieles” o rechazarlos. El amor sigue siendo el principal vínculo que conecta a la sociedad en una unidad cohesionada y, juntos, esa sociedad puede superar las inseguridades, las amenazas, o la guerra, todo esto bajo la bandera de vivir adecuadamente nuestra ciudadanía en un mismo país y en una misma patria.

Muchas gracias.