por Vassula Ryden

Para estar unidos a Dios y obtener una unión de amor divino en Dios, debemos decidirnos por Dios y morir a nosotros mismos y dejar atrás nuestras pasiones, de modo que permitamos al Espíritu Santo moverse libre dentro de nosotros, e invadir por completo nuestra alma. En otras palabras, deberíamos permitir al Espíritu Santo cautivarnos con su atractivo y poseernos. Una vez que nosotros permitamos al Espíritu Santo actuar en nosotros, Él transformará nuestra alma en un Edén.

«Permite a Mi Espíritu soplar y habitar en las profundidades de tu alma. Déjame libre para destruir todas las impurezas e imperfecciones que se oponen a Mí. Para prepararte para esta unión perfecta, necesito purificarte y adornar tu alma. Tendría que tensar el arco y colocarte como blanco de mi flecha. ¡Oh! ¡Qué no haría Yo por ti!

Permite a Mi Espíritu aumentar en ti y a mi fuego divino rugir en tu alma. Tú serás fundida por la acción de Mi fuego divino. No te lamentes, entonces, cuando Yo venga a ti como un martillo haciendo añicos tus imperfecciones. No le preguntes a tu Santísimo qué es lo que Él está haciendo. Yo estoy ya en el camino que conduce a la estancia más íntima, mi Morada, y los estorbos pertinaces no Me impedirán avanzar. Yo los haré reventar a todos con la tempestad. Yo voy a devorar a estos rivales… cada pequeña impureza será asediada por Mi pureza y aniquilada, y Mi luz continuará brillando en ti, y Mi Espíritu fluirá en tu espíritu como un río…» (20.1.92)

Cada uno de nosotros tiene una misión en la tierra. Puede ser pequeña o grande, y es diferente una de otra, pero nadie puede cumplir merecidamente la misión otorgada por Espíritu Santo si no cultiva su amistad y su intimidad con La Santísima Trinidad. Si en cualquier momento uno comienza a fiarse de sus propias fuerzas, incluso aunque sus actuaciones muestren entusiasmo, no irá demasiado lejos antes de caer, adivinando que no hacia otra cosa que perseguir al viento.

Hoy el Señor se nos da a Sí mismo a nosotros, y su cercanía es intimidad. La intimidad es la llave del Conocimiento del Señor. ¿Qué provecho será para nosotros hablar de Dios sin habernos encontrado con Él y conocerle cara a cara, o a un nivel íntimo? Por consiguiente, cuando Dios en su infinita misericordia nos inclina todos los caminos y se adapta incluso Él mismo a nosotros, por nuestra parte, deberíamos someternos a Él. Tenemos que abrir la puerta de nuestro corazón a la gracia, y sin ninguna duda caer en los brazos de nuestro Padre, reconociendo que nosotros somos realmente su simiente, el hueso de Su hueso y carne de Su carne, sí, verdaderamente Su propiedad. «La sumisión Me seduce. Aunque pueda parecer rígido, es la abertura para que Yo entre en tu corazón y haga Mi Voluntad.» 19.6.95

Dios hoy más que nunca se nos manifiesta de un modo íntimo, para gustar Su dulzura y participar en la Luz de Sus divinas obras; Es por su gracia que obtenemos esta contribución para nuestra perfección y santificación.

La Santísima Trinidad desea que nos rindamos a Ella y nos convirtamos en instrumento para Sus designios y mientras tanto nos orientará en una vida contemplativa y al mismo tiempo nos permite descubrir la Divina, nosotros seremos transformados por Su dulce amor. Unidos en la Santísima Trinidad y transfigurados en Ella, nuestra alma ya no será capaz de separarse de Ella; Su amor nos poseerá mientras nosotros también deseemos poseerla, cautivados por su celestial belleza y Sus encantos.

El alma que ha llegado a conocer al Señor en el Espíritu Santo es transfigurada por el amor de Dios, y ya no puede separar su mente de Dios. Es exactamente ahí donde Jesús nos lleva: Él nos lleva a vivir una incesante vida de oración. Dios está contento con el alma que se abre a la divina gracia. En los mensajes Dios dice que: «Le gustaría tener cualquier criatura viviente de la tierra atraída hacia Él y viviendo en su absoluta plenitud para que sea capaz de poseerle a Él tanto como Él también desearía poseerlas.» 9.1.96

Cuando el alma está extasiada en el amor de Dios, Le acompaña a cualquier sitio al que la lleve Su amor misericordioso. Dios prepara el alma para una misión, y después de haber sido abrazada en el comienzo durante un momento por los Brazos de la Trinidad, Cristo vendrá y te pedirá que Le sigas por el mundo. Así, abandonarías tu consuelo, volverías la espalda al mundo y encontrarías en la Iglesia la plenitud de su objeto: Dios y el prójimo. Cuando al principio Jesucristo se me acercó, fue todo el tiempo de modo privado e íntimo. Después hubo una ocasión en la que preguntó: «¿Quieres servirme?» Esto me asustó y tardé un día en responderle. Cuando finalmente lo hice, diciéndole «sí», Jesús dijo:

«Trabaja y sírveme como ahora. Manténte como eres. Necesito servidores que puedan servirme, justamente donde más falta el amor. Trabaja mucho, porque, donde tú estás, estás en medio del mal, de los no creyentes, estás en las más abyectas profundidades del pecado. Tú servirás a tu Dios donde reina la oscuridad, no tendrás descanso; tú Me servirás donde todo el bien ha de ser deformado en mal. Sí, sírveme en medio de la miseria, entre la crueldad y las iniquidades del mundo, sírveme entre la gente sin Dios, entre los que hacen burla de Mí, entre los que traspasan Mi Corazón; sírveme entre los que Me flagelan, entre los que Me crucifican y Me escupen todavía…» 24.5.87

Así, lo que Cristo preparó para mí como misión y acto de caridad yo tenía que tomarlo y abrazarlo. Este acto de caridad consiste en darme para esta misión con muchos sacrificios. La caridad no puede ser sino participar en las obras e inmolación de Cristo por su Iglesia, de otro modo, sería demasiado egoísta recibir y no dar. Mi formación desde el principio vino con gracias de carismas, transformando mi alma como en un inmenso fuego de amor. Para acompañar esto, Dios me dio gratuitamente sin ningún mérito, salud espiritual y fuerza. En un mensaje Dios dice:

«Déjame renovar tu fuerza en Mi Corazón sintiendo tu corazón con Mi Paz. Nosotros apareceremos juntos otra vez cuando llegue la hora. Mis victorias, almas conquistadas serán llamadas a cada uno de Mis pasos, y tú, unida a Mí, correrás y no te cansarás, hablarás y no quedarás sedienta, permanecerás de pie y no estarás cansada; tú avanzarás Conmigo…» 6.5.97

Esto es ahora para todos nosotros, pues estamos compartiendo este Noble Tema, que Él ha llamado La Verdadera Vida en Dios y que nos ha reunido hoy aquí. Para servir a nuestro Señor hay que acordarse de servirle con amor. Esto es lo que Cristo nos dice:

«Es bueno hacer buenas obras para Mí y seguir algunas devociones, así como actos de amor, acción de gracias y actos de reparación, pero sería en gran medida decepcionante que murierais antes de haberme conocido. Yo estaría muy afligido si murierais ahora antes de haberme comprendido. Muchos de vosotros estáis ocupados con vuestros quehaceres diarios, que me agradan cuando están hechos con amor y de acuerdo con Mis Deseos, pero todo esto estaría incompleto si no os abrís a la gracia no Me aceptáis en Mi intimidad. Así pues, venid y aceptad Mi compañía, y Yo, con gran alegría, os introduciré en los misterios y secretos escondidos de Nuestro Corazón. Tú y Yo (la Santísima Trinidad) llegaremos a estar inseparablemente unidos en Nuestro Amor por siempre jamás.» 2.11.97

Si queremos realmente progresar espiritualmente, y seguir el Camino para llegar a estar unidos con Dios, debemos saber que cuanto más consigamos que desaparezca nuestro ‘yo’ para Dios, estaremos más completamente unidos a Dios y la mayoría de Sus obras estarán en nosotros. Dios no quiere encontrar ningún rival dentro de nosotros. La humildad es cuando nosotros no somos nada. Cuando nos reduzcamos a la nada, en esta extrema humildad, la unión espiritual será efectuada entre el alma y Dios, que en esta vida es el mayor y más alto estado alcanzable. El camino a esta unión de amor es cuando abrazas con amor la Cruz que sabes que te llevará al Calvario:

«Quienquiera que esté unido Conmigo toma el mismo camino que Yo he tomado: el camino al Calvario; quienquiera que siga a la Víctima Suprema se hace parte de la Víctima – » (30.5.93)

«Yo, el Señor, te estoy mostrando los pasos que he dado por Mi Pasión. Puesto que Me estás sirviendo, debes seguirme. ¿Qué quieres que te diga: «sígueme pero no sobre Mis Pisadas»? Eso no puede ser, quienquiera que Me sirva debe seguir Mis Pisadas manchadas de Sangre…» (3.6.93) «Cuanto más humilde llegues a ser más fácilmente encontrará su camino en ti Mi Espíritu…» (23.09.96)

Dios está tratando conmover nuestro amor y elevarnos a todos a llevar una vida contemplativa, descansando en la morada nupcial de Su Corazón. En un mensaje, Jesús dice:

«Despertaré su sed para que busquen sólo Mi Corazón. Como un rey que se sienta en su trono real, vestido en todas sus galas de estado, reluciendo con oro y piedras preciosas, con un cetro en su mano derecha, Yo lo tomaré como Mi preocupación principal y personal el conservar Mi Trono en vuestro corazón, a fin de que vuestro corazón continúe estando adornado con la riqueza de vuestro Rey y Señor. Esta riqueza de conocerme en Mi gloria trina, la riqueza de temerme y la riqueza de esquivar toda clase de pecado, y, finalmente, la riqueza de hacer Mi Divina Voluntad y lo que es agradable para Mí, vuestro Dios… » (6.5.97)

Incluso si se reciben favores extraordinarios, no hay ninguna comparación y nadie debería dudar en preferir la oración de unidad en vez de favores extraordinarios. No debe haber ninguna duda: se deben orientar los favores hacia la oración por la unidad e incluso sacrificarlos si fuese necesario; de esta forma, veis que la unión perfecta con Dios es todo lo que importa, pues la unión con Dios es absolutamente el único bien que podemos desear y pedir.

El Sagrado Corazón de Jesús nos invita ahora y siempre en Su llamada de la Verdadera Vida en Dios a compartir las riquezas de Su Corazón. De entre todas estas riquezas divinas, la más grande y la más elevada es la posesión del Mismo Dios.

Por otra parte, dad vuestra libertad a Dios y ofreceros a vosotros mismos como esclavos a Dios: «déjame ser Tu esclavo auxiliar para servirte», puesto que considero que el esclavo estaría a un nivel más elevado que el esclavo auxiliar. Se puede llegar a ser esclavo de Dios y estar marcado con Su signo, que es el signo de la Cruz, como testimonio de haberle dado nuestra libertad. A continuación puede venderos como esclavos al mundo entero de la misma forma que Él Mismo fue vendido. Los esclavos no tienen descanso, es por lo que me una vez me dijo: «… y tú no tendrías ningún descanso…»

Un alma jamás aceptaría condiciones de esclavitud si no estuviese inspirada por el Espíritu Santo que le ha hecho conocer el amor de Dios y que será retornado a Dios. Escuchad este mensaje:

«Yo, Yahvé, puedo adornar tu espíritu ofreciéndote profusamente un flujo de Mi Divino amor para que tú, a la vez, Me retornes ese flujo de amor. Así pues, espera a ver el día en el que te atraeré a mi morada nupcial de Mi Corazón, como una rosa que crece a la orilla de un arroyo, tú florecerás para declarar la grandeza de Mi Nombre, llamándome « mi Padre ». (25.9.97)

Cuando el alma esté sumergida por Ríos de divino amor, se volverá, como Dios, sedienta de almas. En su sed de atraer almas para conocer al Señor, la misma alma se introducirá voluntariamente en el mundo para atraer a todos los pecadores a la conversión y amar a Dios. Así, estas almas testifican a su manera, que para amar, se debe servir con amor y sirviendo con amor se alcanza la perfección del amor.

Los milagros hechos en el nombre del Señor no son una garantía para ganar el cielo ni prueban que conocemos a Dios o que Dios nos prefiere. El Cielo lo ganan los que aman, pues hacen la Voluntad Divina de Dios, y en el día del Juicio Final seremos juzgados en la medida de nuestro amor.

Recordad lo que Jesús dijo: «No todo el que dice: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.»(Mt 7:21)

Esto quiere decir que si nuestra acción está hecha sin amor, no cuenta para nada. Si cualquier cosa que hagamos está hecha sin que estemos movidos y animados por el amor, probablemente no oiremos la Voz del Juez diciéndonos:

«Vete, no te conozco». Dios Padre dice: «Mis Obras serían estériles si no te perfecciono en tu amor. De qué me servirían tus obras y qué clase de honor habría tenido para Mí si hubieran sido ofrecidas sin que previamente me des tu corazón por completo.» (25.9.97)

Dios no invita a rezar y a pedir consejo al Espíritu de Consejo. Esto es lo que dice:

«Buscadme a Mí, vuestro Señor; Yo soy Amor. Buscad todos el Amor, vosotros, los humildes de la tierra, que obedecéis Mis Mandamientos. Pedid Mi Espíritu de Consejo, para que os haga desear la integridad, la humildad, la lealtad y la bondad, a fin de que no falle vuestro paso haciendo el mal. Indefectiblemente, Mi Espíritu de Consejo os hará conocer Su Ley y os aconsejará diciendo:

«no hagáis a nadie igual a Dios, servid a la causa de lo justo, levantad al oprimido, no hagáis daño a nadie, sino amaos y ayudaos mutuamente. No aflijáis ni hostiguéis a la viuda o mostréis severidad con el huérfano. Practicad la bondad y no seáis como los villanos y los malvados que pierden sus almas arruinando al desvalido. Nunca os rebeléis contra vuestro Dios. Inclinad por el contrario vuestra cabeza y doblad vuestra rodilla ante Su Santa Presencia. No sustituyáis nunca Su Sacrificio Perpetuo, ni por todos los reinos del mundo y su esplendor.» (17.6.95)

Dios no exhorta a seguirle y a perfeccionar nuestra unión con las Tres Personas Divinas, ya que perfeccionando nuestra unión con la Santísima Trinidad, nuestros pensamientos, nuestros actos, nuestras palabras, estarán en total armonia con la Voluntad Divina de Dios, pues todo será regulado y ordenado por amor. En esta unión divina, todo lo que pertenezca a la Trinidad pertenece al que esté unido a Ella. Cuando una alma se rinde a la Voluntad Dios, entonces su pensamiento no contiene otra cosa que no sea Dios, y nuestra vida será transformada en una oración incesante y nos encontraremos delante de Dios con un pensamiento puro.

«Y aunque tú todavía te estarás moviendo entre los hombres, tu mente estará en el Cielo, y aunque tu cuerpo se esté moviendo entre los hombres, tu alma y mente serán como las de un ángel caminando en la Cortes de Nuestro Reeino andando entre ángeles […] Yo te enseñaré a vivir en Nosotros, moverte en Nosotros y respirar en Nosotros. Te enseñaré que Nosotros somos Vida y en Nosotros no cesarás de existir. (25.10.94)

Sabemos que hemos venido a conocer el amor de Dios gracias al Espiritu Santo que es un amor consumado, ya que el Espíritu Santo es el que instruye al alma. Deberíamos pues, con fervor, que nos conceda el conocerle por medio de Su Espíritu Santo, como Él ha dado a sus discípulos el Espíritu Santo y ellos Le conocieron.

«Mientras que estéis apegados a este mundo, nunca comprenderéis que es en Mi Espíritu Santo en donde vuestro cuerpo podrá estar cautivado para que vuestros pensamientos se transformen en pensamientos nobles, pues, en esta nobleza de pensamiento, estaréis preparados para hacer Mi Voluntad…» (25.2.98)

Cuando nos abandonamos a nuestro Señor, el Espíritu Santo de Amor operará en silencio en nuestra alma para transfigurarla en un cielo, para que en este cielo, la Santísima Trinidad sea glorificada. Y de nuevo, en este cielo que está en nosotros, la oración del Padre Nuestro se cumplirá, pues en este estado Primaveral, habiendo sido renovados por la Misma Primavera, el reino del Reinado de Dios reinará sobre la tierra y se hará Su Voluntad así en la tierra como en el cielo.

«Y vendrá Mi Reinado, porque Mi Trono descenderá desde lo alto a Mi Ciudad Santa, y Yo reinaré en medio del resto que quede, los cuales Me verán cara a cara. El Amor retornará como amor. Y Mi Voluntad se hará en la tierra como lo es en el Cielo, porque seréis uno, adorándome alrededor de un Tabernáculo con amor en vuestro corazón y un Fuego ardiente dentro de vosotros. Yo llevaré a cabo Mi oración sacerdotal. En la tierra como en el Cielo vuestras almas serán enraizadas en Mí, en Amor, en Unidad, y colmadas de la absoluta plenitud de Mi Espíritu. » 19.12.90

Dios Padre dice en un mensaje reciente: «Adornaré esta tierra en una Fuente, Mi Fuente. ¿Qué es la Fuente de Yahvé? Mi Fuente será cuando Mi creación al completo resplandezca con una brillante luz. Vuestra imagen de las tinieblas ya no existirá más, pues Yo vuestro Esposo y el más amable de los padres, brillaré sobre vosotros…» (25.2.98)

Dios dice que algún día, nuestra generación clamará estás palabras a la Santísima Trinidad:

«Adorable Trinitdad!
Toma nuestros ojos cautivos del Todo Corazón
Y dale a nuestra alma lo que le falte;
Úngenos ¡oh Santa y Divina Trinidad!,
Derramando Tú óleo sobre nosotros para que permanezcamos
Indisolublemente unidos a Ti en Tu Voluntad;
Prepáranos para el Reino glorioso
de Tu Reinado
sobre la tierra en la que Tu Voluntad será la esencia
de nuestra vida cotidiana
y el emblema sobre nuestras frentes,
y el Amor, el estandarte encima de nuestras cabezas.» Amén.