Camel Bechikh

Queridos amigos, creyentes comprometidos, constructores de la paz:
Cada una de las espiritualidades aquí presentes ha conocido grandes etapas en su historia.

Un período de fundación. Un período de persecución.
Un período de expansión.
Un período de grandes divisiones entre diferentes corrientes.

Un período de estabilización.

De esta manera, cada uno de los aquí presentes debe ser consciente de que la globalización, la aceleración de la Historia, representa una etapa nueva en la vida de su espiritualidad.

Una etapa nueva marcada por la proximidad de aquel que cree en una cosa distinta o que no cree en nada. La proximidad de aquel que es nuevo en su religión, pero también la proximidad de aquel que la abandona…

Todo esto es muy nuevo, representa un desafío inmenso y a veces una evolución dolorosa.

Una evolución dolorosa, pero una evolución necesaria porque el mundo religioso ha disminuido considerablemente.

El mundo religioso, que explora, consolida y eleva el alma, ha estado en receso durante casi un siglo, frente a ideologías materialistas sometidas al poder supremo de las finanzas. Un nuevo poder que se nutre de la desviación de las almas, en beneficio de los deseos primitivos del cuerpo.

El desafío, por lo tanto, es inmenso.

Como posiblemente sepan ustedes, yo soy musulmán. He nacido y vivido en Francia, un país al que estoy unido por lazos de amor, un país formado por el espíritu católico, porque este país ha nacido por la conversión al catolicismo de su primer rey, en el siglo V.
Lo que Francia ha vivido durante casi un siglo es la imagen, creo, de la evolución futura de nuestro mundo, a menos que las religiones proyecten juntas una respuesta a esta globalización destructiva de las tradiciones y de las almas.

Francia ha sido llamada «La hija mayor de la Iglesia católica» por su papel en la historia de esta religión, ya que ha dado una notable cantidad de santos, pero también brillantes teólogos, escritores, artistas, arquitectos que practicaban esta fe.

Cuando llegó la Revolución Francesa en el siglo XVIII, hubo una violencia extraordinaria contra la religión, las iglesias fueron saqueadas, los conventos quemados, los sacerdotes, monjes y religiosos perseguidos, deportados y muchos fueron decapitados.

Después de esta Revolución, de la cual la República Francesa está muy orgullosa, la Iglesia fue finalmente expulsada de las instituciones nacionales casi un siglo más tarde, en 1905.
En 1968 hubo manifestaciones de la juventud, enalteciendo el ateísmo como una liberación y proclamando: «Está prohibido prohibir».

En 1975 se adoptó la ley que autoriza el aborto. En 1999, se autorizó la unión entre homosexuales.

En 2014 se autorizó el matrimonio homosexual, permitiendo la adopción de niños.

Actualmente se discute sobre la posibilidad de que parejas de mujeres homosexuales puedan procrear legalmente.

Actualmente, las parejas de hombres homosexuales tienen autorización para alquilar vientres de mujer en el extranjero.

Pero esto no es más que el comienzo, porque las religiones de Francia no se han unido lo suficiente como para limitar estas evoluciones.

Lo que yo quisiera decirles, mis queridos amigos, es que más allá de nuestras diferencias, hay un conjunto de valores que nos unen, a condición de que seamos conscientes del nuevo contexto de la globalización, que nos está destruyendo.

Ustedes conocen al que divide, al que separa al hombre de Dios, al esposo de su esposa, a los padres de sus hijos… le llamamos el diablo, “diabolos” “el que divide”. En árabe, Shaytane, posee la misma raíz, que significa «división», «separación»…

Opuesto a esto existe el ángel, que posee el deseo de la unión para el Bien.

Quiero agradecer a los organizadores (de esta asamblea) por darnos la oportunidad de reunirnos, porque convocarnos aquí es un acto angélico. Esto es un ejemplo para todos nosotros, que debemos imitar, cada cual a su nivel, este acto de unión, este acto angélico.

Para que esta acción angélica continúe, deberíamos conservar el enlace entre todos nosotros la mayor cantidad de tiempo que sea posible, y deberíamos pensar en reproducir este tipo de reunión. Yo me comprometo personalmente aquí hoy, delante de ustedes.

Que Dios los guarde, que Dios los proteja, queridos amigos, creyentes comprometidos, constructores de la paz…

Camel Bechikh