Nuestra Santa Madre escribe en su mensaje: Estos días son una preparación para el descenso de vuestro Rey; rezad para que todos estén preparados; rezad, hijitos míos, con fervor por aquellas almas que se niegan a oír y se niegan a ver, rezad así a vuestro Padre que está en el Cielo:
Jesús nos lo recuerda así: Amados, Yo soy la Luz del mundo y delante de vosotros estoy caminando; aún así, os digo esto: hay otras ovejas que tengo que no son de vuestro redil, a todas ellas las conduciré también bajo mi Iglesia Renovada para que haya un sólo rebaño y un sólo Pastor; salid a las naciones y enseñadles a rezar al Padre esta oración:
Padre Todo Misericordioso,
haz que aquellos que por más que oyen
no llegan nunca a comprender,
escuchen esta vez Tu Voz
y comprendan que eres Tú,
el Santo de los Santos.
Abre los ojos de aquellos que, por más que miran,
no llegan nunca a percibir,
para que vean esta vez, con sus propios ojos,
Tu Santo Rostro y Tu Gloria.
Pon Tu Dedo en su corazón,
para que ese corazón se abra
y comprenda Tu Fidelidad.
Te imploro y Te pido todo esto,
Padre Justo,
para que todas las naciones se conviertan
y sean sanadas por las Llagas de Tu Bienamado Hijo,
Jesucristo. Amén
Nuestra Santa Madre, 15 de mayo de 1990
Jesús, 18 de julio de 1990