7 de diciembre de 1994
Yahveh,
¿cuánto va a durar este exilio?
Aunque sé que Yahveh es cariñoso,
y me trata tan tiernamente
como un padre trata a su hijo.
Líbrame de las calumnias
que han difundido contra mí,
porque Tú eres mi Árbitro.
¡Apóyate en Mí! Yo, Yahveh te consolaré… Mi retoño, Yo te he formado en Mis Atrios para convertirte en Mi Eco y Mi poderoso portavoz, en una espada contra Mi Enemigo1. No tengas miedo, ¿no fui Yo, Yahveh, tu Abba, quien te rescató? No tengas miedo, tú eres Mía y se Me conoce por proteger a los Míos… Si tus opresores celebran asambleas contra ti, Yo estaré contigo; o si falsifican Mi Mensaje, calumniándote por causa de Mi Nombre, Yo revelaré más y más a tu sociedad el Santo Rostro de Mi Hijo sobre el tuyo2, como se predijo.
Tus opresores no te ahogarán. ¡Yo siempre te levantaré para deleite de Mi Corazón! Si ellos se reúnen todos juntos, como una gran fuerza para aplastarte, no te aplastarán, pues eres preciosa a Mis Ojos. Se te prometió el Espíritu de Sabiduría y Discernimiento para avivar tu corazón y el de otros, ¿no has tomado en consideración Mis triunfos?…3
Desde lo más profundo de Mi ser, Yo, Yahveh, te amo. Deja que tus opresores se presenten y Me expliquen tu conocimiento de Mi Conocimiento…
Escucha, hija, en atención a ti traeré a tu hermano del Este para que honre Mi Nombre. Ten ánimo, ahora. Un brote de esperanza saldrá de Mi Casa de Oriente. Mientras que, en Mi Casa de Occidente, se estén avasallando unos a otros, mientras el orgullo humano siga creciendo hasta el punto de explotar y mientras vuestras tierras sigan estando infestadas de un espíritu de rebelión que corroe como la gangrena, recuerda lo que Yo, Dios, te he dicho mucho antes de que esto suceda:
Mi Corona de Gloria
Me será ofrecida desde el Este.
Por esta causa necesito tu cooperación, hija, tu inmolación por Mi Casa. Tus penalidades serán muchas, hijita Mía, pero sopórtalas con dignidad para honrar Mi Nombre y, a través de esas penalidades, al final, triunfaré. Resucitaré a Mis vástagos de la Casa de Oriente para llevar adelante la unidad, y al final todas las naciones se unirán bajo Un solo Nombre… Al principio4, Mi Hijo te preguntó, hija, cuál de las dos casas era más importante, tu casa o Nuestra Casa. Tu respuesta Me honró, y entonces Me volví hacia Mis ángeles y les dije: “Por esta respuesta, proveniente de un cadáver5, Yo aceleraré su recuperación, y su curación sanará a muchos… Le confiaré a ella los Intereses de Mi Casa, y se convertirá para Mí en motivo de alegría, Mi gozo y Mi cántico, y la enviaré fuera a proclamar en Mi Nombre Mis Mensajes de Paz y Amor a todas las naciones de la tierra, tanto a los santos como a los pecadores: “¡Escuchad al Cielo, arrepentíos y perdonad! Si volvéis a Dios y alabáis Su Nombre, y oráis sin cesar, ¡seréis perdonados!”. Éste será su tema.”
¡Ah, sí! Vassula Mía, Yo te conocía antes de que nacieras y sabía que te enviaría en medio de la Peste6. Por eso Yo y tú hicimos un pacto desde el principio, para prepararte para tu misión7.
(Más tarde me llamó Yahveh para continuar este mensaje, y añadir esta parte:)
… pues tú estás entre los que estoy enviando para esta gran guerra que has visto en la visión que te di al principio, la batalla de Mi Gran Día8 contra los tres espíritus inmundos que remedan a Mi Santísima Trinidad, formando ellos mismos un triángulo9
Estos tres espíritus inmundos, que ocupan un ángulo cada uno, son alias el dragón, la primera y la segunda bestia. El gran dragón, la serpiente primigenia, conocida como el diablo o Satanás, continuará ahora, sólo por muy poco tiempo, extraviando al mundo. Y el poder y la autoridad que él está dando a la bestia, junto con la segunda bestia, alias el falso profeta, serán derrocados, y Yo triunfaré.
Por esto te pedí que ayunaras10 nada más nacer… Hice que tu alma jurase ante Mi Altar permanecer en la oscuridad durante tres días y tres noches.
Ahora bien, di a esta generación cuánto aborrezco su sabiduría y, aunque se han vuelto más como animales salvajes que como santos hechos a Mi semejanza, Yo sigo ardiendo de amor por ellos. Yo soy vuestro Dios, y tú, generación, aunque estés tan ansiosa de profanar Mi Nombre, eres Mi progenie. Vendrán días en que se dirán unos a otros: “Cómo envidio a esos muertos, cómo me gustaría ser uno de ellos… ¿Por qué estaba yo entre los que eran como una ascua sacada del fuego?” Hoy estoy hablando en el corazón de Mi Santuario: “La palabra que anuncio no es para vuestra condenación sino para restaurar vuestra alma y salvaros”.
Y tú, hija, a la que Yo he escogido, Yo te ayudaré: es una promesa del Santísimo. Pondré junto a ti un ángel para que, cuando corras, no te agotes, cuando camines, no te canses, porque él te llevará en sus alas, y Yo, por Mi parte, renovaré tu fuerza.
Ánimo, hija, Yo te bendigo.
(Más tarde:)
Jesucristo, ¿qué puedo hacer por Ti?
Ámame… Que tu corazón sea Mi fragancia, fragancia que atraiga a Mi Casa a la unidad, fragancia que lleve a Mi brote del Este a exclamar: “El Amén quiere que Su Promesa se cumpla, Cristo Resucitado está a nuestras mismas puertas con tristeza en Sus Ojos… porque nosotros hemos redoblado Su agonía, Su Cruz y Su Crucifixión.
“El Santísimo está a mis puertas, Hermano11, como en la Aparición a Sus discípulos, me dice: “La paz esté contigo, como el Padre Me envió, así te envío Yo12, ve ahora a reunirte con tu Hermano y unid las fechas de Pascua, entonces os daré el don del amor y restableceré vuestra vista. Yo no quiero que perezcáis en vuestra propia locura. Doble, en verdad, es Mi aflicción, doble es Mi gemido. Ve ahora a aliviar Mi dolor, hermano, ve a glorificarme, unificando las fechas de Pascua.”
Vassula, al final, Nuestros Dos Corazones triunfarán.