28 de diciembre de 1993

“Y nosotros, con los rostros descubiertos, reflejando como espejos el resplandor del Señor, nos hacemos todos más y más luminosos a medida que nos transformamos en la imagen que reflejamos. Ésta es la obra del Señor que es Espíritu”1.

La paz esté contigo. Dichoso el hombre que atesora este Mensaje profético, vosotros sois Mi rebaño preferido…Vassula, ¿está tu espíritu preparado para escribir?

Mantén mi espíritu en Tu Espíritu, para que yo haga todo lo que pueda por agradarte.

Vendré a tu campamento2, vendré para encontrarme con Mis primicias, vendré a Mi pueblo, que no ha trocado Mi Gloria por lo que no tiene poder3. Vendré a los santos que han tenido constancia y conservado su fe4. Ten cuidado de que nadie te engañe, porque muchos se negarán a creer que los dolores de parto han empezado, y están ya en su fase terminal. Ahora, estos dolores de parto se incrementarán todavía más, porque Mi Reino en la tierra está al alcance de la mano.

Te digo solemnemente que ni un solo hombre quedaría con vida después de las tribulaciones y las aflicciones de esos días, si no fuera por Mis almas generosas que reparan por los malvados. No, no muchos de vosotros habéis comprendido que su intercesión os salvará.

Y vosotros, que venís de Mi Propia Casa y decís: “¡Estos profetas están profetizando mentiras en el nombre de Dios! ¡Dios no los ha enviado! ¡Sus predicciones se dirigen a los que más ama!”. Yo os digo: los profetas que Yo no he enviado, y que profetizan en Mi Nombre, os hablarán sólo de cosas buenas por llegar.

Mis profetas os han sido enviados para clamar con consternación: “¡Arrepentíos! ¡Porque la cólera de Dios encenderá un fuego que os consumirá!” Pero vosotros no escucháis porque tomáis Mis llamadas como una amenaza. Cuando gritan con dolor: “Arrepentíos! ¡Porque el Destructor ya está ya en cada ciudad y ni uno solo de vosotros escapará! El Valle se ha convertido ahora en una tumba inmensa. ¡Arrepentíos! ¡O si no moriréis allí también!”, no queréis escuchar. Los que no creéis, ¿no habéis leído: “El que ama la disciplina, ama el conocimiento; estúpido es el hombre que odia la corrección.” Prestad atención a este proverbio5.

Yo os digo: porque que vuestro espíritu ha prosperado, habéis perdido inteligencia. Vuestra confianza en vosotros mismos y vuestra santurronería os han cegado, y han hecho que vuestros pies huyan de Mis profetas para no oírlos. ¿Por qué estáis tan ansiosos de asociaros a vuestros antecesores, que proclamaban: “Nosotros nunca nos hubiéramos unido al derramamiento de sangre de los profetas, si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres” ?6 Por esa razón, a Mi vez, os estoy enviando profetas y a la élite de Mis Atrios: para salvaros.

Yo os digo: algunos de Mis pastores se están rebelando contra Mí y han reducido esta generación a un desierto y a la apostasía. Pero vosotros seguís tomando Mi Señal celestial como una amenaza. Cuando lleno los cielos de Maná7 para que descienda sobre vosotros como gotas de rocío de la mañana, cayendo sobre la tierra para llenar vuestras bocas de Integridad, os estremecéis y vuestro corazón juzga precipitadamente. Cuando Me veis en lo alto, acampando en un alma tras otra8, tembláis y procedéis a devastar Mis campamentos9, Mis propiedades… Cuando veis el Arca de la Alianza10 como una Señal resplandeciente en el cielo, este Tesoro radiante, expuesto ante vuestros mismos ojos, esta Maravilla que contiene Mi Gloria, devastáis y saqueáis a todos aquellos que acogen Mi Gloria… Bendito aquel que prueba Mi Maná oculto, porque es el Alimento11 de vuestra salvación: será admitido en Mi Reino para participar de Mi Gloria….

Yo solo soy la Sabiduría. Yo, Dios, os estoy predicando, y hoy más que nunca os estoy sellando a todos con el sello de Mi Espíritu Santo. Abrid vuestros corazones y recibid estas bendiciones espirituales que os estoy enviando sin cesar, desde el Cielo. Reconoced Mi Trono, como el resto de los santos, reconoced esta gran y maravillosa Señal del Hijo del Hombre y uníos al himno de los santos para cantar:

“Qué grandes y maravillosas
son todas Tus Obras,
Señor Dios Todopoderoso.
Justos y verdaderos son todos Tus caminos12,
Rey desde el principio.
¿Quién es como Tú? Tú solo eres Santo,
y ahora los primero serán los últimos
y los últimos, primeros.

“Tú Te has revelado
a aquellos que no Te buscaban.
Has mostrado Tu Trono
a los que nunca han honrado Tu Nombre.
Y ahora son esos mismos
los que vienen a adorarte y venerarte.
Han aprendido a proclamar Tus alabanzas
de la Boca de Tu Espíritu.

“Ellos son los que se mantendrán fieles a Ti,
porque Tú, que eres el Cordero,
y Te sientas en el Trono,
serás su Pastor y los conducirás
a manantiales de agua viva.
Redimidos para ser las primicias para Ti,
nuestro Dios, y para Ti, el Cordero13.”

Mi Espíritu Santo reunirá a los cojos y juntará a aquellos que se habían extraviado. Serán injertados en Mí para honrar una vez más Mi Santo Nombre y restaurar Mi Reino en la tierra. Vassula, Mi Gracia está sobre ti, de modo que, ¿qué tienes que temer? Yo estoy contigo….

…Restaura Mi Casa14

Te digo que pronto estarás Conmigo. Mientras tanto da a conocer el Nombre de Mi Padre y mi Nombre, para que Mis hijos sean conscientes de a quién pertenecen, y de quién descienden. Permíteme utilizarte para llevar a cabo Mi Plan. Pequeña, Yo, Jesús, te bendigo. IC.


1 2Co 3,18.
2 Dios se refiere a que Él estará presente y estará conmigo: 1S 4,7: “Dios ha venido a su campamento”. Nuestra alma puede convertirse en el campamento donde Dios puede vivir. Nosotros también podemos convertirnos en Su Trono.
3 Alusión a Ap 13,14: la estatua de la bestia.
4 Ap 13,10.
5 Pr 12,1.
6 Mt 23,30.
7 Dios se refiere a Su Espíritu Santo.
8 1S 4,7.
9 Los campamentos significan almas de las que Dios se apoderó e hizo Suyas.
10 El Arca de la Alianza, en este pasaje, representa la Presencia de Dios, y también el Espíritu Santo de Dios.
11 “Alimento” representa aquí al Espíritu Santo: conocimiento espiritual, Sabiduría. Los hebreos llevaban el maná celestial en un recipiente colocado en el Arca de la Alianza (Hb 9,4).
12 Ap 15,3.
13 Ap 14,4.
14 Esto lo dijo el Señor tras una pausa. Lo dijo en un tono muy grave, pero con mucha calma, con majestad y autoridad.