19 de noviembre de 1992

Tu esclava auxiliar está a Tu Servicio.

Vassula de Mi Sagrado Corazón, amada de Mi Alma, ven a Mí. Cuando seas perseguida entra en Mi Sagrado Corazón y saborea Mi Amor. Te he escogido entre muchos para que Me sigas en el Sendero que conduce a la Unidad. Te he convertido en Mi alumna, y no sólo Me he convertido Yo en tu Educador y Maestro, sino que Me he convertido también en tu Esposo. Conmigo no te faltará de nada, amadísima.

¿Me quieres bajo Tu dictado, Señor?

¡Cada minuto de tu vida! ¡Cada uno de los minutos de tu vida, permanece Conmigo! En la oración, en el dictado, en la meditación, recibiéndome en la Sagrada Eucaristía, en las horas de adoración, ¡demuestra tu amor por Mí! Demuestra tu sed de Mí. Demuestra tu lealtad permaneciendo unida en el amor a Mi Corazón. Sé inquebrantable, confiando en Mi Fuerza y ansía siempre encontrarte Conmigo. Ah, pequeña, ¿no lo has entendido? ¿No has notado la inmensidad del Amor que te tengo y Mi amistad?…

Y ahora, mientras estás aún aquí, une tus oraciones a las de los santos y recuerda que Yo sé perfectamente bien lo que hay en tu corazón. Conozco tus necesidades, ¡lo conozco todo! Todos vosotros me pertenecéis por igual ¡y no daría Yo de nuevo Mi vida por vosotros si fuera necesario!1

Aquí estoy, enviando Mi Espíritu para recordaros la inmensidad de Mi Amor, y para pediros que os retiréis del mundo, que tiene de todo menos a Mí. Tengo un lugar en Mi Sagrado Corazón para cada uno de vosotros. Venid, unid vuestro corazón al Mío y vivid Nuestros Mensajes. Os bendigo a cada uno, dejando el Suspiro de Mi Amor en vuestra frente. ¡Sed uno!


1 Estas palabras fueron pronunciadas con mucho sentimiento ya que provenían de Su Divino Corazón.