14 de septiembre de 1992

¿Jesús?

Yo Soy. ¡Qué poco sabes de cuánto he orado por ti al Padre, y no digamos tu Santa Madre! Mis Ojos derraman lágrimas a diario por causa de los crímenes de este mundo… Mis Ojos se han gastado buscando almas generosas. Mi Corazón está atribulado y Todo Mi Ser se estremece de dolor hasta el punto de que Me abstengo de mirar los pecados de esta generación, no sea que Mi Copa rebose.

Yo he compuesto un Nuevo Himno de Amor1 para cantároslo y llegar a cada corazón desde los cielos, para salvaros y recordaros el Amor Eterno que tengo por cada uno de vosotros. Os he hablado desde lo alto, no para imponeros Mis reglas, sino para proponeros una alianza de Paz y Amor, a fin de conduciros a todos bajo Mis Alas y uniros. Propuse desposaros… pero ¿cuántos de vosotros habéis entendido lo que he estado diciendo? ¿Habéis entendido realmente lo que el Esposo os ha ofrecido? Explicadme entonces por qué, cada vez que os hablo de reconciliación, apartáis los ojos de Mí …

Yo era un extranjero y no Me recibisteis, estuve llamando a vuestra puerta y no Me oísteis. Aunque os he hablado la Verdad, vuestra lengua no ha cesado de contar sucias mentiras de Mí, juzgándome y condenándome. He venido a enseñaros sentido común y a recordaros Mi Conocimiento, Liderazgo y Servicio, pero os habéis mofado y burlado de Mí. Os he visitado con Amor y Ternura, con el hondo deseo de uniros a todos en Mi Corazón y enseñaros de nuevo las reglas de Mi Iglesia primitiva, pero habéis consentido que vuestras propias reglas invadieran vuestro espíritu, arrojándome a Mí de vuestro corazón.

Preguntaréis: “¿Cuándo Te hemos hecho todas esas cosas, Señor?” Yo os digo que ya Me las habéis hecho. Me habéis juzgado anticipadamente y habéis permitido que vuestros labios Me condenen, porque lo que habéis hecho a Mis enviados Me lo habéis hecho a Mí. Habéis profanado su nombre, pensando que Me hacíais un favor, pero en realidad estabais profanando Mi Nombre. Cómo podéis decir aún: “Tu Palabra, Señor, es una Lámpara para mis pies, una Luz en mi sendero”, cuando no habéis aceptado Mi Palabra ni os habéis reconciliado con vuestro hermano…

Con gran Amor y Ternura, Nuestros Dos Corazones, en estos últimos días, han salido2 a enseñaros de nuevo que la oración, el amor y la humildad son las LLAVES de vuestra salvación, pero ¿cuántos de vosotros habéis penetrado realmente en esa Verdad? Vuestro corazón es la puerta a través de la cual Yo puedo entrar para sanaros y guiaros por Mi Sendero.

¿Habéis realmente atesorado Nuestras Palabras en vuestros corazones o seguís empeñados en la guerra? No podéis esconderos de Mí ni podéis decir que os haya privado de la Verdad. Si pretendéis que estáis en la Verdad, explicadme entonces vuestra división… ¡Abre los ojos, amigo Mío! ¡Abre tu corazón, no tu mente! De nuevo os digo:

No queda ni un hombre bueno, no, realmente ni uno solo. No hay ni uno solo que entienda. Puesto que todos vosotros estáis bajo el dominio del pecado, no hay ni uno solo que Me busque. Todos se han desviado, todos manchados por igual, y aun así muchos de vosotros afirman estar en la Luz. Yo os digo que, mientras permaneceis divididos, seguís aún en la oscuridad. Mientras os alegréis de vuestra división, seguís sin saber adónde vais, porque hay demasiada oscuridad para ver.

He venido a vosotros para ofreceros un Don gratuito: el Don de Mi Amor, pero el Amor de nuevo ha sido malentendido, rechazado y ajeno a vuestro corazón. A pesar de todas Mis súplicas para que os reconciliéis y os unáis, seguís pecando. ¿Cómo puedo perdonar vuestros pecados cuando estáis continuamente reprimiendo Mis Palabras? Oís Mi Voz, pero ya no La reconocéis. A menos que Me permitáis arrancar de vuestro corazón todo lo que no sea Yo, jamás veréis cómo Mi Espíritu Santo busca hoy en vosotros, más que nunca, la reconciliación y la unidad.

Yo os he mostrado cómo uniros

La unidad se hará en vuestro corazón. La reconciliación se hará en vuestro corazón ¡y no mediante la firma de un tratado! ¡Cómo puede ningún hombre pretender que es justo cuando vuestros países están en guerra y en llamas! Aprended lo que Mi Sagrado Corazón espera de vosotros:

Caridad, generosidad, oración
y un espíritu de reconciliación,
y que os améis unos a otros
como Yo os amo.

¿Oiré de vosotros vuestro grito de entrega y arrepentimiento?


1 Estos Mensajes.
2 Alusión a Ap 11.