28 de septiembre de 1989

Señor mío, no es tan fácil captar Tus pensamientos. Quiero ser agradable a Tus Ojos. A veces siento que Te escondes de mí. ¿Son mis pecados los que hacen que te escondas?

Vassula, Mi amor por ti no se agotará jamás. Ora más, déjame recordarte que reces de vez en cuando las oraciones que te he dado. Reza el salmo que he escogido para ti. Permíteme utilizarte de vez en cuando, y cuando Yo lo desee. Permíteme ser libre de reinar sobre ti1. Así pues, no temas, depende ahora enteramente de Mí.

Yo te he levantado para que estés Conmigo y con nadie más. Extirparé siempre a todos Mis rivales que se acerquen a ti. No dejaré nunca que te distraigan, apartando tu mente de Mí. Tú eres ahora Mía y lo serás para siempre. Ven a Mí y adórame en Silencio. Depende ahora totalmente de Mí, eso Me llena de gozo. Depende de Mí tal como te he enseñado. Medita en silencio, ten sed de Mí, ¡eso Me gusta! Deséame, ten constantemente sed de Mí, tu Dios.

Deja de hacerte preguntas todo el tiempo, ¿no soy Yo el Señor de los Señores? No dudes nunca de Mis Obras. Yo conozco tu capacidad, por tanto, ámame sin límites, inmolándote voluntariamente por los demás. Permanece fiel a Mí. Mi Espíritu está sobre ti y te guiará siempre. Háblame, ¿por qué desatenderme? ¿Son tus preocupaciones más importantes que Mi Presencia? Apóyate en Mí, Yo te ofrezco millones de veces Mi hombro para que te apoyes en él.

Ven, deseo ver tu cara levantada e iluminada de gozo. ¡Mira lo que Yo te he dado! Sé como el girasol, vuelve tu rostro hacia Mí y sigue Mi Luz. ¡Yo no te oculto Mi Rostro! ¡Flor! Si dejaras de agachar la cabeza y Me miraras, tus inquietudes te abandonarían. Confía en Mí, ofrécemelo todo y Yo te ayudaré. Vamos, todos esos sacrificios no serán en vano. Tu Jesús te ama2… ¿No tienes nada que decirme ahora?

Sí, Señor mío. Quiero decirte que estás constantemente en mi pensamiento a lo largo del día y de la noche. Medito en Ti toda la noche. Termino el día Contigo en la mente y empiezo el día Contigo en la mente. Mi alma se aferra a Ti.

¡Entonces, alégrate! ¡Que tu corazón y tu alma se llenen de gozo! Tu Rey viene a ti en tu desnudez y tu pobreza. Tu Rey ha cubierto tu desnudez con Su Amor y Su Paz. Y en Su Ternura, te ha adornado majestuosamente con Sus más preciadas Joyas. ¿No he adornado tu cabeza con Mi Corona de Espinas? ¿No te he confiado Mis Clavos? ¿No estamos compartiendo Mi Cruz a modo de lecho nupcial? ¿No te he revelado Mi Belleza? Te he desposado Conmigo. ¡Habla, hija!

Señor mío, ¡cualquier cosa que diga nunca será suficiente! Ten piedad de mi miseria. Confío en Tu Amor. Estaré encantada de sacrificarme más.

Entonces abre tus oídos y escucha Mi cántico nupcial. Yo sé de qué estás hecha: de polvo y cenizas. Sal de tu melancolía, levanta la cabeza, mírame…Yo soy Aquel que te ha resucitado y conserva tu alma tranquila y sosegada, envuelta en Mis Brazos. Yo guardo tu alma. Te lo he dado todo para elevar tu alma a Mí.

Te he mostrado Mi Infinita Misericordia y te he favorecido dándote a beber de Mi Cáliz, ¿no es así? Busca complacerme, hija, busca Mis Caminos. Mis Caminos son Santos, de modo que ten cuidado de no quejarte de nada. Yo siempre he estado junto a ti, guiándote. Ven siempre a Mí con sencillez de corazón, Vassula Mía, porque tus días en la tierra no son más que una sombra pasajera, una huella superficial que se desvanecerá. Nada en la tierra dura para siempre.

Guarda pues Mis preceptos y sigue Mis Mandamientos. Te he confiado Mi Joya más Preciosa. Guárdala, abrázala y agárrate firmemente a ella. Mi Cruz de Paz y Amor será el dulce tormento de tu alma. Tu entusiasmo en compartir Mi Cruz debería ser una llama ardiente en ti, como lo es en Mí. Tu sed por Mi Cruz debería aumentar como la Mía. Ahora ya has debido darte cuenta de qué modo demuestro Yo Mi Amor. Sí, permitiéndote que sufras.

¡Alma! Yo he convertido tu aridez en un manantial que fluye, tu hostilidad hacia Mí en ternura, tu apatía en fervor por Mi Cruz, tu letargo en nostalgia por tu Hogar y por tu Padre. ¡Alégrate, alma! Tu Rey ha desenvuelto la mortaja que cubría tu cuerpo y te ha resucitado como resucitó a Lázaro: para tomar posesión de ti.

¡Oh, Jesús, no eres muy exigente escogiendo!

La elección es Mía. Quiero que tú heredes y compartas Mi Reino en el Cielo Conmigo. Cada Obra que llevo a cabo es para Mi Gloria.

¡Mira! Eres libre ahora, paloma Mía. Yo soy tu Dueño y vendrás siempre a Mí, y descansarás siempre en Mi Sagrado Corazón. Mi Sagrado Corazón es tu nido y tu refugio. ¿Lo ves? Te he entrenado para reconocer Quién es tu Dueño y lo que requiere de ti. Tu Dueño y tu Rey requiere ahora tu amor. Ven, corresponde a Mi Amor. Refleja Mi Amor como un espejo. Te he creado por Amor para que Me ames, no olvides esto jamás.


1 Sal 86.
2 Hubo un momento de silencio.