27 de enero de 1989

Yo, el Señor, te amo. Yo soy lo Principal en tu vida y que siempre sea así, porque Yo Soy.

Permanece en Mi Luz. Compláceme trayéndome almas. Acaríciame con tus palabras infantiles. No ceses nunca de orar, sé siempre consciente de Mi Presencia. Trátame ahora como a un Rey, ofréceme guirnaldas de amor, ofréceme oraciones que lleguen al Cielo como el incienso, ofréceme almas para redimirlas, ofrécemelas para que Yo pueda introducirlas en la Hoguera de Mi Sagrado Corazón. Quiero hacer de cada una de ellas una Antorcha Viva de la Hoguera del Amor. Hónrame ahora y evangeliza con amor para el Amor.

Ven, alábame.

Alabado sea el Señor
por haber puesto Sus ojos en la Miseria,
y por haberme levantado.
Alabado sea el Señor por haberme resucitado
de entre los muertos.
Gloria a Dios por haber descendido
y haberse inclinado hasta nosotros,
para redimirnos del mal.
Bendito sea el Señor por la compasión
que tiene con Sus hijos.
Amén.

Aliméntate de Mí. Ven. ¿Nosotros?

Sí, Señor.