11 de octubre de 1988
La paz esté contigo.
¡Gloria a Dios!
Desde el principio de esta Revelación, Yo te he dicho que Mi Iglesia está en ruinas y que, aprovechando estas ruinas, han anidado víboras en Ella y se han aposentado en Sus profundidades.
¡Ah, Vassula1, cuánto sufro!… Tengo que venir a desenmarañar a esas serpientes, que se están arrastrando sobre el Más Santo de Mis Sacramentos, y arrojarlas fuera de Mi Iglesia. Luego, tendré que reconstruir de nuevo Mi Iglesia por completo…Hijita Mía, vivir y estar rodeado por este desierto devastador es difícil y aterrador, pero Yo estoy junto a todos los que Me aman y adoran Mi Santo Nombre con amor.
Quiero recordar a todos aquellos que pisotean Mis Obras Celestiales que soy la Riqueza Infinita. Cada vez que he visto a Mi creación caer en la rebelión, he enviado siempre mensajeros portadores de Mi Palabra, porque la Rebelión transforma la tierra en la que vivís en desiertos. Aunque vuestros antepasados se rebelaran, sus dudas nunca fueron tan graves como las de vuestra generación, que duda de que Yo hable a Mis ángeles escogidos, dándoles Mis Mensajes.
Actualmente, hijita Mía, tengo ministros en Mi Iglesia que pretenden creer en Mí, ¡pero rechazan todas las Obras Divinas que Yo os ofrezco en vuestro tiempo y que vienen del Espíritu Santo! ¡Su aridez les condena y, en el Día del Juicio, Yo los juzgaré severamente! Esas personas deberían volver a las Escrituras y leer cómo obra Mi Espíritu y como bendigo Yo los dones que otorgo a los escogidos2. Todos proceden de Mí.
Hijita Mía, tú y Yo, Yo y tú, estamos atravesando este desierto, este desierto mortal, causado por el Racionalismo, la falta de Fe, la falta de Amor, la promiscuidad, el hedonismo, la vanidad y un resentimiento hacia todo lo que procede del Espíritu Santo. Su obstinación en no escuchar les condena. Todo el que rechaza las Obras de Mi Espíritu Santo, Me rechaza a Mí, ¡porque el Espíritu Santo y Yo somos Uno y lo mismo!3
Esas personas están fomentando este desierto y se están asegurando de que nada crezca en él. Si ven una flor, o la pisotean y la aplastan, o la ignoran a propósito y no la riegan nunca, para que se marchite, y así se deshacen de ella… Mi Cáliz de Justicia se está desbordando y ellos empiezan ya a sentir sobre sí las primeras gotas de Mi Justicia. Todo lo que Yo pido a esas personas, en especial a los que Me sirven y, sin embargo, rechazan las Obras del Espíritu Santo, es orar, orar, orar, para ser iluminados y para obtener una fe más fuerte.
Ven, hijita Mía, compláceme siempre recordando Mi Santa Presencia.
¿Nosotros, Señor?
Te amo. Sí, nosotros.
Nosotros.
Sí, Santa Madre.