29 de agosto de 1988

¿Jesús?

Yo soy. La paz esté contigo.

Date cuenta de cuánto te he favorecido elevándote hasta Mí. Vassula Mía, quiero recordar a Mis maestros Mi Sobreabundante Amor. Quiero recordarles que Soy manso y suave, lleno de ternura. Enseño con amor. Te he educado con amor, docilidad y paciencia. Te he preguntado a menudo si querías continuar Mis Obras. Yo, el Señor, he respetado tu libertad. Nunca te he presionado, jamás he sido duro contigo. Te he alimentado con amor y con muchísima ternura. He enseñado a mis discípulos a seguir Mi Manera de enseñar y a propagar este método de enseñanza. Les he enseñado a dirigir a Mis corderos hacia Mí con suavidad y amor.

¿Cómo es posible que se hayan olvidado hoy Mis Modos de enseñar? ¿Cómo es posible que Mi Casa se haya convertido en un remedo de aridez y de inflexibilidad, perdiendo todo lo que era divino? Hoy Mi Casa yace árida y relajada por reglamentos y pensamientos humanos. ¡Yace en la desolación! Mi Casa está gobernada con tales reglas, que “libertad” ya no significa nada.

Vassula Mía, paloma Mía, tú eres libre porque estás Conmigo. Yo soy tu Maestro y te guío, pero con libertad. Nunca te he forzado a trabajar para Mí, en ningún momento. Nunca he venido a imponerte Mis obras. Mi estilo es totalmente distinto del de aquellos que tienen la responsabilidad sobre los demás. Yo, que soy el Señor y reino sobre ti, siempre Me he acercado a ti utilizando estas palabras: “Permíteme que… “.

Mi Casa debe cambiar. Mi Casa ha de recordar Mis Modos. Yo Soy Amor.