14 de mayo de 1990
Señor y Redentor, escucha mi oración,
escucha, Señor Todo-Misericordioso.
Mis oraciones
son verdaderamente raquíticas.
Yo soy pobre e indigente, pero estoy aquí,
y desde este desierto imploro Tu ayuda.
Tú conoces nuestras necesidades
y seguramente has oído
las súplicas de los moribundos.
¡Una sola Bendición de Ti, Señor,
bastará para sanarlos!
Yo te he sacado de Egipto, tú no tienes más que abrir la boca para que Yo la llene. Y haré lo mismo con todos tus hermanos.