2 de marzo de 1988
(He dicho las tres oraciones.)
¡Alabado sea el Señor! ¡Gloria a Dios!
(Era San Miguel.)
¿Jesús?
El Amor está aquí. ¡Glorifica Mi Nombre, reanima a Mi Iglesia, restaura Mi Casa, embellece Mi Jardín! ¡Dejad de hacer el mal! Ecclesia revivirá y la Paz estará entre todos vosotros.
Vassula, te quiero perfecta… Sé inocente. Amo a los niños por su inocencia, no tienen malicia. Ven, ven y perdona a todos los que te han negado. Que sus pecados sean como agua pasada. Flor, embelleceré tu alma para desarmar a los corazones de piedra. ¡Da! ¡Da! Dales a todos. Reemplaza el mal por el amor. ¡Sé Mi reflejo!
¡Oh Pedro, Mi Pedro!1 Bienamado de Mi alma, ¡Conduce Mi rebaño de vuelta a la Integridad! ¿Pedro? Mírame. Mírame al Rostro, bienamado. Hónrame a Mí, tu Señor. El Amor y la Lealtad se encuentran ahora. La Rectitud y la Paz están ahora a tus mismas puertas. Yo libero a todos los que se aferran a Mí. Yo soy vuestro Refugio. Mira alrededor de ti, Pedro, ¿no lo has visto? ¿No te has dado cuenta? Mis Ojos se han cansado de ver a los Caínes asesinar a Mis Abeles. Porque les he dado oídos, pero se niegan a escuchar; les he dado ojos, pero se niegan a ver. Su corazón se ha embrutecido, buscan su gloria y no la Mía. ¡Oh, Pedro! Qué cansado estoy… El Amor falta…
¡Glorifícame, Pedro! Glorifícame, bienamado.
(Jesús hablaba a Pedro, lleno de amor. Nuestro Señor parecía muy triste y cansado. Al dirigirse a Pedro, lo hacía como si supiese que podía contar con él.)
