18 de noviembre de 1987
Dios Mío, desde aquel día en que me revelaste Tu secreta intención, estoy asustada, tengo miedo de seguir. Tengo miedo, porque siento que vendrán problemas. Es como lo que Te ocurrió a Ti antes de entrar en Jerusalén: sabías los problemas que Te ibas a encontrar.
Mi Mensaje cumple Mi Palabra. Tú tienes que continuar; seas rechazada o no. Has de cumplir con tu misión. Estoy delante de ti.
Pequeña, permanece insignificante para que Yo pueda aparecer con plenitud. Cuanto menos seas tú, más Soy Yo. Déjame continuar, deja que sea Yo quien actúe y hable.
Sí, pequeña, todas ellas1 tendrán que doblegarse para unirse. Vendré humildemente, descalzo. No voy a venir cargado de armas. Traeré de vuelta Mis ovejas a Pedro, las uniré, y Pedro alimentará a Mis corderos. Yo, el Señor, he hablado. Confiad en Mí, amados Míos. Os amo a todos con todo Mi Corazón.