20 de septiembre de 1987
Hija Mía, ahora ya debes haber entendido cómo actúo. Cree, Vassula Mía, porque inspiraré en ti muchas más revelaciones. Abandónate enteramente a Mí y deja que Mi dedo imprima en ti Mi Palabra. Ven, pequeña, y acaríciame.
Sí, Señor.
(Con esto Jesús se refiere a la costumbre que tengo, mientras medito y hablo con Él, de alargar mi mano hacia Su retrato de la Sábana Santa y acariciar sus heridas, como queriendo borrar los rastros de sangre y confortarle. Lo hago sin pensar, porque estoy enteramente absorta en mi meditación.)
Vassula, las apariciones de Garabandal, Mías y de Mi Madre, deberían ser aprobadas. Escúchame, Vassula: cada vez que Mi Madre se ha aparecido a Mis almas elegidas, iluminándolas con Su gracia, Yo me hallaba junto a ella, aunque ningún ojo pudiera verme. A veces me aparecía como un niño, para bendecir a los que Me glorificaban.
Hija Mía, deseo que esos lugares de apariciones sean más honrados. Quisiera que la Santa Sede Me honrara bendiciendo aquellos lugares sagrados. Vassula, no Me refiero sólo a Lourdes o a Fátima, Me refiero también a Garabandal. Vengo a glorificar las apariciones de Garabandal.
Deseo ver a Mi Santa Sede allí para bendecir dicho lugar, rectificando todo lo que ha sido distorsionado y proclamado erróneamente por Mis almas sacerdotales que Me hieren. Que disipen las dudas y borren los abusos cometidos por aquellos que se pusieron en contra de las apariciones. ¿Haría esto Mi Santa Sede por Mí?
Señor, Dios mío, ¿cómo se enterarán ellos de todo esto?
Vassula, déjame a Mí ese cometido; encontraré la manera de hacérselo saber. Hija Mía, deseo que cada vez que les dé una señal de Mi Presencia, por muy pequeña que sea, Mi Santa Sede glorifique Mi señal, bendiciéndola. Quiero que el mundo conozca Mi Presencia, Mis Riquezas, Mi Misericordia y Mis Obras Divinas. Deseo que Mi Santa Sede propague las señales que Yo doy a mayor escala, alimentando al mundo. Quiero que Mi tierra sea fértil. No les dejes arrancar las pocas flores que quedan. Quiero que se riegue este desierto, ¿quién regará Mi jardín? ¿Por qué descuidan Mis flores?
Amadísimo Jesús, si no estoy equivocada, tardaron siete años en confirmar Tu milagro de Fátima. Dios mío, estoy viendo rechazos, censuras, dificultades para aceptar.
Flor, no te aflijas, déjame ayudarte. Vassula, Yo siempre alcanzo Mis metas.