16 de agosto de 1987
¡Dios Mío, Te amo!
Vassula, eres grata a Mis Ojos. Escucha y escribe. El Abel de hoy vivirá. Sólo confía en tu Dios, ¡Abel vivirá! Abel vivirá esta vez. Bienamada, el mundo, por su debilidad, está lleno de Caínes. ¿Tendré que soportar eternamente ver a Mis Abeles condenados y asesinados por los Caínes? ¿Cuántos más deberán perecer ante Mis ojos? No, Vassula, tengo heridas que se han abierto de nuevo. Esta generación es una raza de Caínes. Bienamada, cada vez que surgía un Abel, un Caín repetía su crimen sin la menor vacilación. ¿Te das cuenta, pequeña?
(Dios parecía triste al decirme esto y yo me entristecí también.)
¿Por qué pasa esto?
Porque los Abeles son Mi simiente. Vienen de Mí.
¿Y los Caínes?
¿Los Caínes? Pertenecen al mundo, vienen de los hombres. Esta vez Me interpondré entre Caín y Mi Abel. Extirparé todo lo que venga de Caín, arrancaré el arma de las manos de Caín, dejándolo desnudo. Tendrá que enfrentarse desarmado a Abel. Vassula, te voy a aclarar todo esto. Mírame y, al hacerlo, observa Mis labios y comprenderás. ¿Quieres seguir trabajando para Mí?
Sí, Dios mío, si Tú me lo permites. ¿Jesús?
Yo soy Jesucristo, Hijo Bienamado de Dios y Salvador.
¿Nosotros?
Sí, Señor.
(¡Me encanta verle sonreír!)
Vamos pues, trabajaremos juntos.