2 de junio de 2015

Mensaje para ser leído a los peregrinos en Roma, en octubre de 2015, durante la 10ª peregrinación ecuménica internacional de La Verdadera Vida en Dios. Era la primera vez que el Señor daba un mensaje específico para una de nuestras peregrinaciones.

la paz esté con vosotros;

te he formado para cuidar de Mi Viña, así que haz todo lo que puedas para conservarla sin mancha y ten cuidado de las personas sin escrúpulos; Yo, Jesús, vuestro Salvador, te digo, hijita Mía, alumna Mía, continúa creciendo en Mi gracia y en el conocimiento de la Sabiduría de Mi Espíritu para que Me percibas en plenitud;

está escrito en las Escrituras que Mi Padre ha puesto todas las cosas bajo Mis Pies y Me ha hecho Soberano de todo; habéis aprendido que Yo soy la Cabeza de Mi Iglesia; ahora bien, todos estos años, Vassula Mía, Mi Espíritu de Verdad os ha estado mostrando Su Poder a todos, para que ejercitéis y pongáis en práctica Mis palabras, que son: “que todos sean uno; Padre, que todos sean uno en Nosotros como Tú estás en Mi y Yo estoy en Ti…”

pero, Señor, como sabes, aún ahora, cuando hablas, muchos de los dignatarios de la Iglesia no creen que lo estés haciendo; incluso, cuando en el pasado Tú querías que fuéramos uno y estuviéramos unidos, nadie cumplió Tus Palabras; pasa año tras año y no sucede nada; la hoja de la lanza sigue aún incrustada en Tu Corazón…

te lo digo solemnemente: sigue enseñando lo que Yo te he dado y no temas nada, porque Mi Espíritu te mantiene a salvo, infundiendo en ti tanto la voluntad como la acción para congregar a Mis pastores, a fin de recordarles que hay Un Solo Pan, y que todos vosotros, aunque seáis muchos, no sois más que un solo cuerpo; estáis reunidos (aquí), de diferentes naciones y diferentes Iglesias, para pedir Misericordia, para sanar la división entre vosotros, trayendo la paz al mundo y la unidad entre todos los cristianos;

así que, en verdad, os pregunto: ¿acaso no estáis consagrados a Mí por vuestro común bautismo? mirad, estoy dispuesto a otorgaros el don de la Unidad, a levantar Mi Iglesia como una señal para que cada nación vea Mi Gloria, pero necesito vuestra plena colaboración y vuestra disponibilidad a doblegaros con humildad y amor, —y para uniros alrededor de un solo Altar y compartir Mi Cuerpo debéis aprender a amar porque todos sabéis que hay un solo Cuerpo, un solo Espíritu, un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo, un solo Dios, Padre de todos y por todos, y que habita en todos vosotros — y conociendo esta observancia y, no obstante, permaneciendo aún dispersos y reacios a compartir Mis Sacramentos y el Misterio de la Eucaristía, estáis afligiendo a Mi Espíritu; ¿por qué, pues, me pedís que derrame sobre vosotros Mi Espíritu para eliminar vuestra división entre unos y otros, cuando en vuestro corazón están imperando vuestros prejuicios? no aflijáis más a Mi Espíritu al permanecer divididos entre vosotros, con vuestras distinciones;

¿cuántas veces he dicho que Yo soy Uno? os pregunto de nuevo: ¿creéis que Mi Cuerpo es un solo faro de luz, indiviso, que brilla sobre el mundo entero? hoy vengo a vosotros como Sumo Pontífice, para recordaros que viváis de una manera digna de vuestra llamada, que deis testimonio de la Verdad, reuniendo a todos juntos en la unidad de Fe, y que el sacrificio que Me estáis ofreciendo diariamente sea la razón de llevaros a todos a compartir este Misterio de la Eucaristía; pedidme que reavive vuestro espíritu alicaído; ¡pedidme que os guíe por el camino recto! ¿seguro que creéis en Mi Bondad y Mi Cariño y que puedo daros un corazón nuevo?, por tanto, ¿por qué seguís quejándoos de vuestra división?, pedidme que os fortalezca en la Fe y que abra vuestros corazones a la Verdad, y mediante el poder de Mi Eucaristía, ofreced vuestras vidas por la Unidad; ¡seguid adelante, llenos del Espíritu de Amor, para hacer que esa unidad sea una realidad en Mi Iglesia!

entregadme vuestras preocupaciones y las transformaré bajo Mi Luz gloriosa para infundiros paz en vuestros corazones; benditos de Mi Alma, poneos de acuerdo para que aceptéis juntos un tratado que glorificará Mi Cuerpo, que es la Iglesia; no dejéis ningún vacío en vuestro corazón no sea que el enemigo, que merodea a vuestro alrededor, llene ese vacío; consideraos bendecidos porque el Padre Celestial obrará milagros y se os concederá la victoria a todos los que buscáis la Unidad tanto tiempo esperada.

vuestra división se ha convertido en una roca escarpada, en inflexibles barras de hierro con leyes y decretos humanos, pero como resultado de vuestras tantísimas plegarias, el favor de Dios se manifestará pronto; preciso grandes reparaciones por parte de la Casa de Oriente y la de Occidente, y estoy dispuesto a perdonar sus errores; preciso que cese toda arrogancia, preciso que cese todo orgullo; levantaos, pues, todos vosotros, porque necesito guerreros victoriosos, guerreros de fe, y no lo contrario; recibid Mis bendiciones por compartir unos con otros; Yo, Jesucristo os amo a todos; ic