8 de febrero de 2007

Vassula Mía, paz a ti; ofréceme tu mano más a menudo para escribir Mis Mensajes; ¡al ofrecerme tu mano, Yo reavivo tu fortaleza y al mismo tiempo se derraman sobre ti Mis Bendiciones como un óleo de unción! nunca te debilitarás cuando respondas a Mis Llamadas; siempre será derramado óleo sobre Mi bien-amada para perfumarte a ti y, a través de ti, a aquellos que se te acerquen; Mi Nombre es como un óleo perfumado derramado sobre aquel con quien elijo conversar; levantado tu velo y bendecida con los dulces encuentros y apariciones de Mi Presencia, te tengo ahora, como Mi Propio territorio, encerrada entre Mis Brazos; – esto es lo que dicen las Escrituras a través de Mi amadísimo discípulo Juan:

“vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo;”1

¡sí! ésta es Mi Iglesia, todo el que vive en Mí forma parte de Mi Iglesia;

cualquiera que manifieste amor es Mi esposa; todos los que vivan santamente y vivan una verdadera vida en Mí, Me llamarán con todo derecho su Esposo y se llamarán a sí mismos Mi Propia esposa, porque Yo seré su Dios y ellos, Mis hijos e hijas. Seremos parientes… no hay Amor más grande que Mi amor por todos vosotros; no hay fondo en Mi Corazón para Mi Amor, generación.

Vassula, la razón de haberte dado este extraordinario carisma para educarte en Mis Atrios y formarte con Mis Propias manos, utilizándote como Mi tablilla en la que grabo Mis divinos Mensajes, que inflaman con Fuego, fue para que te convirtieras en Mi heraldo de la Unidad y Mi Eco, y resonaras sobre toda Mi creación, para sacudir su somnolencia, para que retumbaras como el estallido de un trueno sobre los que están sordos a Mis Llamadas Misericordiosas; para que avanzaras sin miedo en Mi Iglesia y hablaras en Mi Nombre, dando paz donde haya inquietud, vida donde haya muerte 2, esperanza donde haya desesperación, amor donde haya odio y rivalidad, consuelo donde haya aflicción y dolor, sanación donde haya plaga; ¡ah, Vassula, Fuego donde haya impiedad! aplaca la ira del Padre, hijita Mía, y proclama al mundo Mi Santo Nombre y qué Maravilla de Consejero, Dios Poderoso, Príncipe de la Paz y Padre Eterno Yo Soy; levanta la Cruz de la Unidad que te he ofrecido con confianza, debido a Mi Eterno Amor, y sígueme; ámame como Yo te amo; ic


1 Ap. 21, 2.
2 Esto es metafórico.