10 de diciembre de 2001

Oh, Señor, levántame
cuando me asusta más estar engañada.
Muéstrame que camino en Tu Presencia,
en Tu brillante Luz.
Déjame oír el batir de las alas de Tus ángeles
y la lira de los santos.
No, no quiero estar preocupada por grandes asuntos,
o maravillas, o emblemas de este mundo.
Todas esas cosas no me interesan.
Me basta servirte, mi Señor;
servir en Tu Casa
y que se me permita pasear en Tu Corte
e inhalar el perfume de Tus vestidos,
que se ofrecen a cada alma;
contemplar Tus Manos y Tus Dedos
que destilan pura mirra
cuando estás a punto de ungir a un alma,
y el placer que sientes al hacerlo.
Tu bondad hacia nosotros es infinita
y, por gracia, nos levantas para ver Tu Gloria.

Vassula Mía, confía en Mí. Yo soy más que un vigilante de tu alma. ¡Lleva Mi Eucaristía1 en tu corazón y perfúmame a tu vez!

Yo soy el autor de esta gran obra. Endulza Mi Corazón, pues estoy lleno de dolor y desencanto. Evangeliza y habla, y di las palabras que te he dado. Embellece Mi Iglesia y llena el corazón y la mente de Mis hijos con todo lo que Yo Soy. Borra tu miedo a estar engañada. No lo estás. Yo soy tu Padre2 y cuido de ti. ¿Quizás, hija, deberías venir más a menudo a Mí para escribir? ¿Te gustaría eso? (…) Oh, no, Yo te encontraré tiempo.

¿Y Tú? ¿Lo quieres, mi Señor? Abrazaré Tu respuesta.

Hija, todavía tengo ante Mí muchas páginas en blanco que hace falta llenar, ungiéndolas con Mi noble tema.

Mi obra es como un bordado. He diseñado todos los detalles sobre el tejido. Por esta razón tenía que encontrar un trozo de tela en blanco sobre el cual diseñar, con Mi Propia Mano, el motivo ornamental de rosas que tenía en la mente. Con hilo de oro te bordé, dando vida a las rosas para que esparcieran su dulce fragancia alrededor, perfumando todo el cosmos.

Tú eres también como un libro sonoro. Ahí también quedan unas cuantas páginas más por llenar. Tú eres la obra de Mis Manos y debo completar Mi Obra. ¿Has oído “el celo de Mi Casa Me devora?”3

Sí, mi Señor, lo he leído en Tu Palabra…

Yo soy el Guardián de Mi Casa y de Mi familia. Me atormenta ver que Mi Casa se desgarra. ¿Has leído: “Por negligencia las vigas del techo ceden, por falta de cuidado la casa deja entrar la lluvia” ?4 Mi Casa ha sido descuidada. Cada casa está pagada por alguien. Yo he comprado Mi Casa con Mi Propia Sangre. ¿Por qué no ha escuchado nadie Mi súplica cuando rogaba al Padre que fuerais uno? Hoy, si hubierais respondido a Mi llamada mostrando obediencia, estaríais compartiendo un solo Cáliz alrededor de un solo altar.

Ah, Señor, pero ¿cuántos creen realmente
que Tú me estás hablando,
diciéndonos que Tu mayor deseo es la unidad?
¿La unidad y compartir un solo Cáliz,
todos reunidos alrededor de un solo Altar?

Deben abrir sus corazones y creerán…

Oh, Cristo, ¿cuánto más Tu Precioso Cuerpo
debe ser taladrado y lanceado y fragmentado,
antes de que nos demos cuenta
de que hemos podido dividir Tu Cuerpo
como instrumentos del “divisor” mismo?
Lo hemos hecho sin querer e inconscientemente;
ayúdanos a encontrar y preservar
ese resto tan sagrado llamado Tu Iglesia.
Ayúdanos a unirla de nuevo.

Si las iglesias son capaces de ir más allá de los obstáculos negativos que las impiden unirse, obstáculos que, según las Escrituras, están en contra del logro de la unidad de fe, amor y adoración entre ellos, Yo seré fiel a Mi promesa de conceder un tiempo de paz en el mundo entero. Esta paz atraerá a todos los seres hacia Mi Cuerpo Místico, cumpliéndose Mis Palabras, que se os dieron a todos vosotros en Mi oración a Dios Padre, cuando imploré:

“Que sean uno en Nosotros, como Tú estás en Mí y Yo estoy en Ti, a fin de que el mundo pueda creer que fuiste Tú quien Me enviaste”5. Esta súplica pronunciada por Mis Labios divinos, aún hace eco desde el cielo, cada segundo. Las Palabras que entoné significaban que toda la creación debe ser movida hacia una unidad espiritual, y no una unidad mediante la firma de un tratado. Para cumplir Mis Palabras, las iglesias deben buscar primero la humildad y el amor, gracias que se pueden obtener por medio del Espíritu Santo y por un gran arrepentimiento.

No os sorprendáis de Mis proyectos. Aquel que es llamado por gracia se hace uno con el Dios Trino y Uno y ya no está solo, porque Nosotros vivimos en él. Nosotros habitamos en él. Habiendo hecho de ese modo Nuestra morada en él, Nosotros le poseemos y él Nos posee. Y así es como Nosotros te llamamos, hija, para Nuestra alabanza y Nuestro honor, para servirnos, no durante una hora o dos, sino para que estuvieras con Nosotros durante todo el día sin interrupción, y estuvieses constantemente a la búsqueda del bienestar de Mi Iglesia. Que tus esfuerzos puedan traer la paz, y que la Iglesia se beneficie de todas Mis palabras y que, al hacerlo así, se reconstituya con Mis bendiciones.

Que puedas progresar en Mi divino amor, hija, y que el beso que Yo te doy reconforte tu cuerpo y tu alma. No vuelvas a sentirte perpleja o atribulada cuando tus opresores te persigan. Sé como un lirio, libre de preocupaciones. Que Mi beso paternal consuele tu corazón y sosiegue tus adversidades y todos los pensamientos confusos que no vienen de Mí.

Recibe con alegría todas Mis palabras tranquilizadoras y comprende cuán próximo6 estoy de ti…


1 Aquí, Cristo se refiere a Sí Mismo.
2 (Is 9,5) Jesús quiso llamarse ‘Padre’, como le ha complacido hacerlo otras veces. Por esto fui acusada injustamente de confundir las personas de la Trinidad…
3 Sal 119,139.
4 Qo 10,18.
5 Jn 17,21.
6 Cercano.