30 de noviembre de 1998

Señor, permíteme encontrar
la alegría prometida al final de la senda
que has trazado para mí.
Para ello, Padre Justo,
enséñame a estar revestida de rectitud y valor.
¡Oh, Señor! Tu Casa está siendo
continuamente azotada por la rebelión,
y no hay aún ninguna señal
de unificación de las fechas de Pascua
que sea realmente visible, aún no…
¡Has convertido mi vida en una flauta sollozante
desde el momento en que me bautizaste,
sumergiéndome en el Lago de Agonía de Tu Corazón!
Sí, sé que he sido llamada por el Divino Poder Mismo,
y que estoy en los brazos de un Defensor vivo,
y que Él triunfará sobre todo el polvo de esta tierra.
Pero tras mi despertar, sigo aún en mi carne.
Oh, Intérprete de mis pensamientos,
no dejes que Tu arpa, como Tú me llamas,
entone cantos fúnebres, porque cometería un pecado.
No dejes que tu afecto me pruebe tanto
como me está probando ahora.

Hija, deja de parlotear. Ahora mismo estoy afectuosamente frente a ti, recordándote que es imposible estar en Mi compañía sin que Yo comparta contigo Mi Pasión, y sin que tus rasgos se conviertan en los Míos. Ah, y en nuestra íntima unión, y en nuestro abrazo, Yo te he dado la unción de Mi Amor para convertirte en otro crucifijo viviente, otra esclava para ser vendida al mundo. Si te sumergí en lo que acertadamente llamaste el Lago de Agonía en Mi Corazón, mira lo que te ha traído ese bautismo: ¡qué fragancia, qué vestiduras imperiales! Te he tratado como trato a Mis elegidos.

1 ¡Mira! Te he estado revistiendo de Mi Hijo Jesucristo”,

Y Yo2, Yo que soy la Puerta por la que entran los virtuosos en el cielo, te digo solemnemente: permanece como un lirio que ha sido destilado por una mirra pura en ese Lago de Agonía, que en realidad representa las Lágrimas de Cristo, para que Nosotros digamos a Nuestra bienamada: “¡Qué fragante es tu perfume, más fragante que todas las demás especias! Adornada de Nuestra inefable Luz, sigue esparciendo tu dulce fragancia para que halles la alegría prometida al final de la senda que Nosotros preparamos para Nuestra esposa. Allí encontrarás tu más precioso descanso en la Eternidad.

Vassula Mía, esta agonía que tengo en Mi Corazón se debe, como te dije antes3, a que esta generación Me arrastra a la fuerza hacia nuevos Getsemaní. ¿Qué más podría haber hecho Yo que no haya hecho? Aunque Mi condición era Divina, Me vacié para asumir la condición de esclavo. Yo serví. Y hasta el día de hoy, ellos4 no están satisfechos.

Mi Casa está en ruinas, y Yo, ansioso por salvar a Mi pueblo de la ruina, he suscitado profetas con Mi Cetro Real, para que asuman la condición de esclavos y sirvan voluntariamente a Mi Casa y la fortalezcan; esta Casa que he comprado con Mi Propia Sangre.

Algunos de Mis pastores preguntarán: “Pero ¿qué tenemos que hacer para que nuestras vidas Te sean aceptables?”. Yo os he estado pidiendo oraciones y arrepentimiento de vuestros corazones para que os reconciliéis Conmigo, vuestro Dios: dejad vuestro anterior estilo de vida y seguidme para que vuestra vida sea aceptable para Mí, y así aumente en vosotros el Conocimiento de Nuestra Santidad Trina y Una. Luego, dejad que os llevemos a entrar en una contemplación Nupcial, en una intimidad Divina, en Nuestro Abrazo.

¿Queréis entrar en la alegría de Nuestra Deidad Trinitaria? Entonces, llamad al Espíritu Santo, el Dador de Vida, el Dador de carismas, la iluminación de vuestro corazón, que puede llenar todas las cosas sin ser contenido por sus límites, para que despliegue Su Poder en vuestra alma, mandando que todas las cosas en vuestro interior sean renovadas. Mediante Su Amor benevolente y Su Gracia, Él os mostrará Su Propio Poder Glorioso, mediante la transfiguración que puede realizar en vosotros, dándoos la fuerza y la gracia necesarias para no rebelaros nunca más.

Muchos5 de vosotros, sentados en vuestros despachos de dignatarios, todavía preguntáis: “¿Por qué Dios habría de intervenir, cuando nuestra Iglesia ha sido enriquecida desde hace tantos años por el Espíritu Santo y por tantos de nuestros Santos?”.

“Para acabar con vuestra rebelión y para acabar con vuestra apostasía”, es Mi respuesta. En Nuestra benigna condescendencia, Nos apiadamos de vosotros. La Primavera Misma perfumará esta tierra, derramando fragancia y reanimando con Mi aroma a esta generación apóstata…

Y en cuanto a la unificación de las fechas de Pascua, Vassula Mía, Yo estoy aún esperando a sus puertas. Como un mendigo esperando limosna. Yo estoy aún esperando que ellos unifiquen esas fechas… Ellos siguen hablando sobre la unidad y la hermandad. Sólo la conversión del corazón los llevará con humildad a la senda de la unidad.

Yo os digo: di a conocer a Mi apóstol Pablo, mediante una revelación en su corazón, la importancia de la unidad y cómo preservar la unidad del Espíritu por la paz que os vincula a todos juntos. Le hice comprender también el orden de Mis dones. Le revelé que he otorgado a cada uno de vosotros Mi favor, asignándolo del modo que me parecía. Le he hice saber que subí a las alturas, tomé cautivos y concedí dones a la humanidad. Y para algunos Mi don fue que serían apóstoles; para otros, profetas; para otros, evangelistas; para otros pastores y maestros, de modo que todos juntos, con un solo corazón y una sola voz, construyeran Mi Cuerpo, la Iglesia. He suscitado profetas con Mi Palabra, y no son los que se llaman a sí mismos teólogos los que son mis profetas, sino aquellos a los que elevo hasta Mi Corazón, incrustándolos muy dentro de Él, para que alcancen el conocimiento más pleno de Nuestra Divina Voluntad y sean capaces de declarar Nuestra Voluntad a Nuestro pueblo. Yo, personalmente, les rindo tributo con Mi intervención directa, para prepararlos y darlos enteramente a todos vosotros, para que os amonesten. Mediante Mi Palabra, les doy a conocer Mi Voluntad.

Mis profetas son aquellos que, por gracia, se nutren directamente de Mi Boca, colocando Mi Palabra directamente en su boca. Vienen a todos vosotros empapados aún de rocío celestial, y sus palabras caen sobre vosotros como lluvia refrescante.

Las palabras de Mis profetas, que les llegan por Mi intervención directa, son como una espada para impulsar al apóstata al arrepentimiento, rindiéndome honor y gloria. Sus palabras flamean como una antorcha en la oscuridad de vuestra alma. Muchos de sus huesos florecen de nuevo desde la tumba6. Si alguno pregunta: “¿Por qué recalca nuestro Señor el lugar que ocupan Sus profetas?”, diles esto: “Nuestro Señor dice: no deis la vuelta a Mis palabras para justificar vuestro racionalismo. Renunciad a vuestro pecado y sed felices. Que vuestras almas se alegren en la Misericordia de vuestro Señor7. No persigáis a Mis profetas, pues ellos son Mis ángeles que os consuelan a todos vosotros con Mi Palabra. Su función es avisaros y conduciros a todos al arrepentimiento”.

Así pues, ahora es el momento del arrepentimiento, renunciad a vuestro pecado y hallad Mi favor.

Ah, Vassula, Yo traje una semilla de Egipto para plantarla donde Mi enemigo se había llevado el suministro de alimento de la tierra. Con ternura y cuidado le hice un claro, la ungí, y la planté. Ansioso por salvar a Mi pueblo de la ruina, fertilicé su suelo. Echó raíces y creció convirtiéndose en un árbol. Sus ramas se extendieron hasta el mar; su fruto fue abundante y suculento. Aunque fue visitado a menudo por truenos, huracanes y violentas tempestades, no vaciló.

Al cabo de tres años y pocos días, Mi enemigo temblaba y se estremecía. Ardiendo de ira, cargado de amenazas, levantó un ejército para cribar sus frutos con el tamiz de la destrucción, para ponerles riendas. Pero Yo recogí a cada uno de ellos y los escondí en Mi Corazón. Cada vez que los hombres han atacado Mi árbol, nunca lo han vencido, porque Mi Bendición Trina y Una estaba sobre él. ¡Ah… y cuán a menudo los labradores se han puesto a trabajar sobre su espalda, abriéndole surcos para partirlo! Pero Mi mano derecha destrozó su yugo, dejándolos a todos confusos.

¡Benditas las naciones que encuentren abrigo bajo sus ramas y coman su fruto, que he sellado con Mi Espíritu Santo!

La Palabra de Vida te fue dada gratuitamente para que tú, a tu vez, Vassula Mía, la des gratuitamente a los moribundos. ¡Ay de los que extiendan su mano con fuego para destruir lo que Yo he plantado! Seguiré cubriéndote con Mi dulzura, desplegándose gentilmente en ti como una dulce sustancia, para que el mundo pruebe Mi dulzura. Deja que tus acusadores desaparezcan como una sombra que se desvanece.

Yo, el Amante de la humanidad, tu Señor y tu Dios, te pide besarte con los besos de Mi Boca8, perfumándote para que sigas siendo encantadora a Mis Ojos.

Sé buena.


1 De pronto habló el Padre.
2 Luego habló el Espíritu Santo.
3 El 11 de noviembre de 1998.
4 Esta generación.
5 ‘Muchos’ no quiere decir ‘todos’.
6 Comprendí que los profetas nunca dejarán de sernos enviados. También el hecho de que el profeta Elías nunca murió, sino que fue elevado al cielo, simboliza que la profecía nunca morirá.
7 Perseguir y condenar la intervención de Dios es un pecado mortal, porque se está condenando Su Misericordia. Lo que está escrito a continuación está tomado de Sta. Catalina de Siena. El Padre le dicta: “Los hombres se escandalizan continuamente de Mis Obras, que son todas justas y todas realizadas en la verdad, por amor y misericordia. Con este falso juicio y con el veneno de la envidia y el orgullo, las obras de Mi Hijo fueron y juzgadas injustamente, y Sus enemigos dijeron con mentiras: ‘Este hombre actúa en virtud de Belcebú’. Así, los hombres malvados, instalados en el amor propio, la impureza, el orgullo y la avaricia, y fundamentados en la envidia, y con perversa precipitación de impaciencia, se escandalizan siempre de Mí y de Mis servidores”.
8 Ct 1,2.