11 de noviembre de 1998
Mi benignísimo Señor,
Te suplico que vengas a cultivar mi voluntad
para que se convierta en Tu Voluntad,
despojándola y transformándola
para que no sea nada más
que Tu Divina Voluntad.
Ven a matar todo lo que Te ofende en mí,
para que, por este gesto clemente Tuyo,
en el Día del Juicio,
me encuentres intachable y agradable a Tus ojos.
Jesús, puesto que has muerto
por Tu exuberante amor por mí,
para darme vida y felicidad,
y poder compartir Tu Reino y Tu Gloria,
márcame como Tuya para la eternidad.
Mi sacerdote1, sigue poniendo guirnaldas de amor sobre Mi Cabeza. Sustituye Mi Corona de espinas que esta generación presiona alegremente sobre Mi Cabeza, mientras continúa arrastrándome a la fuerza hacia nuevos Getsemaní. En Mi exuberante amor, pero también en medio de Mis agonías, semejantes a las de Getsemaní, os he escrito todas estas páginas a todos vosotros para que creáis en el poder de Mi Espíritu Santo, que da testimonio. Reverénciame en tu corazón, Paraskevi, ofreciéndome tu tiempo para escribir de nuevo Mis palabras llenas de suspiros y dolor. No ceses nunca de orar y conserva tu mente centrada únicamente en Mi inmutable Divinidad2.
Ah, hijita Mía… Continúa siendo paciente y, gracias a tu paciencia, seguiré fluyendo en tierras secas, inundándolas de rocío celestial, por Mi Divino Amor, haciendo crecer vegetación donde aún se encuentra escoria. No permitas que se turbe tu corazón. Confía en Mí, tu Creador, porque puedo hacer grandes cosas… Soy infinitamente rico en gracia y virtud. Por tanto, te invito a ti, Mi esposa, a compartir con tu Esposo el glorioso Instrumento de nuestras nupcias, es decir, el esplendor de Mi Cruz…
(Comprendí que esta invitación a compartir la Cruz era una invitación no sólo a compartirla, sino también a penetrar plenamente en el misterio de la Pasión de Nuestro Señor, pues esta invitación ya me fue ofrecida al inicio mismo de mi llamada. Nuestro Señor, nuestro Esposo, el Amante de la humanidad, estaba una vez más descendiendo de Su Trono para darme un conocimiento más pleno del mérito (valor) de la Cruz.)
Ven voluntariamente, como lo haces cada vez que te llamo para entrar en Mi abrazo3… Abrazarme a Mí es abrazar Mi Cruz… Y ahora déjame inspirar en ti Mis Divinas Palabras: Te he dicho que, cuando Me abrazas, estás abrazando Mi Cruz y, con este abrazo, te bañas en Mi Luz. El camino, y lo diré una vez más, el único camino para una unión de Divino Amor Conmigo, es abrazar voluntariamente, con amor, Mi Cruz que, como sabes, conlleva sus sufrimientos, pero también sus alegrías, y que te conducirá adonde tu alma será exaltada: al Calvario.
En Mi dulce abrazo encontrarás alegrías, pero la mayor alegría de todas es cuando descubres que te has convertido en una copia de Mi Pasión y en parte de Mí, la Víctima Suprema: en otro sacrificio de amor, en otro crucifijo viviente, en otra esclava para ser vendida al mundo entero. Y, estando en Mis brazos, tu alma extraerá de Mí la fuerza y todas las virtudes necesarias para parecerse a Mí.
Enamorado de Mi Espíritu, tu corazón cantará himnos de alabanza que llegarán a las alturas y a los oídos del Amén. Y, de este modo, tu Dios Trino y Uno será glorificado…
¿Quién en vuestros días comprende plenamente el esplendor de Mi Cruz? Muy pocos lo hacen. Por eso vengo a través de ti para instruir con pasión al mundo. En Mi sed por las almas y en Mi agonía al verlas caer en los fuegos eternos, llamo a todos en este mundo a la conversión, para prepararos a Mi Reinado glorioso del Reino en la tierra, en el que Mi Divina Voluntad se convertirá en la esencia de vuestra vida diaria y en el emblema sobre vuestra frente.
Clamo en la noche de vuestras almas, mirando de vez en cuando a través de la ventana de vuestro corazón, esperando oír de vosotros estas palabras: “Ven, Salvador Bienamado, ven a abrir los ojos de mi Noche, y vuelve mi corazón hacia Tu Bondad y lejos del mal. Ven a abrirme las puertas de la Virtud para que entre a postrarme en reverencia ante Tu Gloria Trina y Una. Bienamado de mi alma, dame vida una vez más, mediante Tu Palabra Gloriosa”. Y te contestaré: “Yo nunca te fallaré. Por el honor de Mi Nombre, Yo, que transciendo cielo y tierra en majestad, te concederé la Vida”.
Vassula, compláceme ahora apoyándote en Mí. Dame descanso en tu corazón voluntariamente, dedicándome tu tiempo. Ama al Desamado y sigue Mis instrucciones.
Yo, Jesús, te bendigo, diciéndote: Mi cielo está en ti. Mañana continuaré Mi Mensaje. IC.
(Al día siguiente Cristo regresó y me llamó para dictarme, y por tanto mi corazón, lleno de alegría, Le acogió con estas palabras:)
Por Tu amor exuberante,
Señor de Misericordia,
por Tu divina ternura, ven a mi lado.
Tu esclava marcada está a Tu servicio.
Has recibido el honor de ser marcada, sellándote como Mi pertenencia, como Mi posesión… Esas marcas son nobles y no tienen precio, y las revelo a aquellos que deseo revelarlas. Aunque no se vean con los ojos externos, se ven, por gracia, con los ojos del alma4.
Yo Mismo vine al mundo para servir y no para ser servido. Aunque Mi condición era Divina, Me vacié y asumí la condición de esclavo. Puesto que Mi Padre Me entregó a todos vosotros como un don para vuestra redención, también con Mi entera Voluntad5, Yo, a Mi vez, en vuestros días, llamo a Mis Elegidos para Mi propósito y los elevo para Mi Plan Salvífico, convirtiéndolos en copias de Mí Mismo.
Elegidos mucho antes de su creación, con la intención de que se conviertan en la verdadera imagen de Mí Mismo y en cooperadores de Mi Plan de Amor, les concedo el honor de ser marcados con las mismas marcas con las que Yo Mismo fui marcado, para hacerlos completamente Míos y para mostrar al mundo que son verdaderamente Míos y que son Mi simiente… Así pues, cuando éstos sean expuestos a la persecución, escupidos y amenazados, cuando sean incomprendidos, calumniados y atacados, sabed que vienen de Mí, y que son hueso de Mi hueso, carne de Mi carne.
Marcados con todos esos nobles signos que Yo recibí para vuestra redención, también esas nobles almas, por causa vuestra, generación impía, están siendo pisoteadas, diariamente masacradas y llevadas a juicio ¡incluso por los dignatarios de Mi Iglesia! Como ovejas llevadas al matadero, ellas también son conducidas por las falsas acusaciones de los que siguen contribuyendo, hasta hoy, a la matanza de Mis santos y Mis profetas de todos los tiempos, ¡y cuán ingeniosamente dan la vuelta a Mis palabras6 con el fin de justificar su incredulidad!
Su7 conducta no Me agrada, porque se convierten en enemigos de toda la raza humana, ya que están impidiendo a Mis Elegidos declarar Mi Voluntad a Mi pueblo y reconstruir Mi Casa. De este modo, esos opresores llegan en todo momento al límite de su iniquidad. Como he dicho, Vassula Mía, te estoy entregando a todas las naciones como Mi don, es decir: para su propio beneficio, para hacer eco a Mis Palabras y para servir a la Iglesia. Yo tenía la intención, desde toda la eternidad, de que te convirtieras en una auténtica imagen de Mí, compartiendo Mis sufrimientos para que un día compartas Mi Gloria. A la Luz de Mi Cruz, modélate de acuerdo con Mi Mente, trabajando para la Luz, que es igual que trabajar para la exaltación de Mi Cruz.
Amadísima Mía, te he dado un espíritu de perseverancia para que puedas seguir Mi paso. La noche casi ha acabado, pronto será de día —de modo que ánimo, hija, ánimo—… Por tu unión a Mi Cruz, has realizado todas esas cosas en Mi Nombre, es decir, en Mi Nombre has dado testimonio de Mis Mensajes al máximo de tu capacidad. Esto se ha hecho para cumplir el texto: “Los que nunca Me han oído ni Me han visto, y los que nunca Me comprendieron, Me comprenderán por la gracia de Mi Espíritu Santo”.
Por lo tanto, continúa abrazando Mi Cruz, llegando más allá de los mares con Mi Himno de Amor en una mano y Mi Cruz en la otra. Sé Mi alegre mensajera, sin abandonar jamás Mi Cruz. Sigue proclamando Mi Voluntad y todas estas cosas que has oído y aprendido de Mí, y sé Mi alegría y Mi cielo.
Recuerda: Yo te he ofrecido compartir Mi Cruz de Unidad Conmigo y tienes que permanecer injertada en tu Divino Esposo, dentro de Su Seno y en Mi Cruz. Que tus ojos perciban a través de Mi Cruz esas cosas que son invisibles pero eternas, y no las que son visibles y se gastan un día. Así pues, busca a través de Mi Cruz las cosas que Ésta puede ofrecerte más tarde en el cielo.
Todas las Riquezas que se pueden encontrar en Mi Corazón pueden verse a través del Ojo de tu Instrumento de Redención y de salvación: Mi Cruz… La prueba de que alguien está unido a Mí y es uno Conmigo, formado en Mí y entretejido Conmigo, es cuando su corazón está injertado también en Mi Cruz, con todas sus implicaciones. Cualquiera que esté convencido de que Me pertenece debe entender que también pertenece a Mi Cruz.
¿No has leído8 : “Sufrir al modo de Dios significa cambiar a mejor9 y no deja pesar, pero sufrir como el mundo conoce el sufrimiento trae la muerte. Mira tan sólo lo que te ha traído el sufrir al modo de Dios: qué entusiasmo, explicaciones, indignación y alarma, qué añoranza”, y Yo añadiría a esto, qué alegría, qué intensa perseverancia y fortaleza.
Habiendo sido entonces llevada por gracia a la aflicción10, para que te arrepintieras, se abrieron los ojos de tu alma porque obedeciste diligentemente Mi Voz. Vassula Mía, mira como te he conducido al arrepentimiento, mira como te he conducido a Mi Cruz. Mira la alegría que tuve cuando voluntariamente te abalanzaste a Mí, ¡y luego a Mi Cruz!
Mi alegría es desbordante y estoy lleno de consuelo. Reunir a Mis corderos no es tarea fácil, y mucho menos unirlos, hija, pero dándome tu confianza en estos asuntos, confianza, amor y fe, Yo puedo avanzar en ti, extendiendo Mi Mensaje como quiero que se extienda, y, Vassula Mía, a través de tus pruebas, Yo triunfo.
Queda en paz y continúa viviendo en la Luz de Mi Cruz: una verdadera vida en Mí.
Jesucristo.