por Vassula Rydén
Mayo 1997
Siempre he dicho, y no dudo en repetirlo, que el mensaje de La Verdadera Vida en Dios no es un mensaje de castigo y de tinieblas, y los que lo representan así hacen un gran daño a La Verdadera Vida en Dios. Es un himno de Amor que el Mismo Dios canta para nosotros. La noche de esta apostasía está a punto de completarse y ese día amanecerá pronto; es la ESPERANZA lo que se puede leer en el mensaje, y la esperanza es que Dios ha intervenido en nuestra miseria para salvarnos. Cuando Dios habla, se reconoce que es Dios por la manera en la que habla. Su lenguaje no es extravagante ni pomposo y no busca meter miedo o dar la impresión de ser sensacional, en absoluto. Cuando Dios habla, eleva el alma y su lenguaje es el de alguien muy humilde. No llena el alma de horror; la llena de Alegría, de Paz y de Esperanza. Se explica con una gran simplicidad y una gran claridad y su lenguaje tieme un tono paternal y caluroso. Dios no dice en las Escrituras: «No he hablado Yo en secreto, en un obscuro lugar de la tierra. No he dicho Yo a la raza de Jacob: ¡Buscádme en vano! Soy Yo, Yahvé que proclama la justicia, y anuncio la rectitud.» (Is. 45,19).
TPara honrar el mensaje del Señor, diría a los que tienen la tendencia de falsearlo centrando toda su vida en las catástrofes o en los desastres y dando la impresión de que Satanás se encuentra incluso bajo nuestra oreja o en el frigorífico, Abstenerse de representarle así. Examináos a vosotros mismos para aseguraros de que habéis comprendido bien lo que Dios dice. Estad en guardia con vuestros pensamientos y vuestra comprensión para que no os conviertan en prisioneros que viven en el miedo y a la espera de castigos y de tinieblas próximos. Dios podría sorprenderos, y estaríais quizás muy decepcionados en vuestro turno, parecido a Jonás con respecto a Nínive …
¿Quién ha dicho alguna vez que tal o cual lugar será el único en Europa que se salvará? Si alguien siente la necesidad de prestar atención a los «otros mensajes», entonces puede ciertamemente hacerlo, pero que no mezcle a La Verdadera Vida en Dios con otros mensajes de castigos y tinieblas. Si alguien quiere dar libre testimono de La Verdadera Vida en Dios, le pido que se concentre únicamente en las Riquezas con las que el Sagrado Corazón nos inunda en este mensaje. No digo que no se lean o sigan otros mensajes. Yo misma los respeto y hay algunos en los que creo, pero hoy en día tenemos falsos mensajes que nos caen de arriba como la lluvia, y presentaciones erróneas por parte de personas que incluso no comprenden los verdaderos mensajes.
En cuanto a los que han tomado el título de La Verdadera Vida en Dios para sus revistas, me hubiera gustado que se dieran cuenta de los peligros de los falsos mensajes en estos días. Preferiría que centraran su atención en las grandes riquezas de La Verdadera Vida en Dios (se pueden escribir 100 volúmenes sobre la espiritualidad trinitaria de La Verdadera Vida en Dios>), y quizá tomar a los Padres del desierto, san Simeón, santa Silouane, santa Brígida, santa Gertrudis y compararlos con estos otros místicos. Ello mostrará la riqueza de los mensajes y atraerá no sólamente a los lectores de La Verdadera Vida en Dios sino que quizá también a los sacerdotes. Es, creo, poco juicioso poner el acento sólamente en mis viajes, y las revistas podrían volverse interesantes si aportaran enseñanzas y las analogías con los místicos que acabo de mencionar.
Si alguien desea propagar el mensaje de La Verdadera Vida en Dios y formar un grupo de oración y una asociación, sería bueno que leyese los mensajes, los aprendiese y los meditase para poderlos testimoniar. Leyendo los mensajes se llega a comprender mejor las Escrituras. Esto me lo han dicho varias personas e incluso sacerdotes. Hay personas que no conocen para nada los mensajes a parte de lo que me han escuchado decir en los encuentros o viendo vídeos o leyendo por aquí o por allí en los periódicos extractos de La Verdadera Vida en Dios. Cuando se leen progresivamente, desde el principio hasta el final, los mensajes nos conducen a comprender mejor las Escrituras – que se deberían leer de todas formas todos los días. Leyendo los mensajes, creceréis espiritualemente y vuestro amor por Dios aumentará.