27 de febrero de 1995
(Indonesia)
¡Estoy todavía desconcertada por Tu elección Señor mío, y por todo lo que me está sucediendo!
¡No lo estés!1 Yo soy Señor de cielos y tierra. Te digo que de la Nada puedo hacer un Altar sobre el que se pueden colocar todos Mis Tesoros… Dime: ¿por qué medios conseguiste todo el Conocimiento, la fuerza y el celo para evangelizar?
Por Tu Espíritu Santo, Señor mío.
¡Sí! Por el poder de Mi Espíritu Santo. Haz ahora sitio para que Mi Espíritu Santo siembre en ti semillas del Cielo. Permite que Mi Espíritu Santo cultive tu tierra y haga en ti un Edén terrenal. Amadísima Mía, permite que Mi Espíritu Santo queme todas las plantas secas en ti y las sustituya por semillas Celestiales y jóvenes viñedos. Permite que Mi Espíritu Santo convierta tu alma en otro Paraíso donde Nosotros2 podamos sentir que estamos rodeados de humildad, paz, amor y alegría3. Sí, permite que Mi Espíritu Santo arraigue en el centro de tu alma y la convierta en otro Paraíso. Así que haz sitio ahora para que Mi Espíritu Santo habite en ti y siga instruyéndote para vivir una Verdadera Vida en Nosotros4. Ahora di estas palabras:
“Señor,
danos Tu Reino
para que podamos obtener
la incorruptibilidad y la divinidad,
a fin de tener vida eterna.
Amén.”
Aprende que sólo las semillas plantadas por Mi Espíritu Santo en ti pueden dar fruto en abundancia. ¡Sin estas semillas divinas tu alma seguirá siendo un desierto baldío, y una tierra de sequía! Por tanto, hija, no te desconciertes por la acción de Mi Espíritu Santo…
Ven, alumna Mía, evangeliza en Mis Asambleas. IC.