13 de diciembre de 1992

Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre…
Padre nuestro,
cuyo amor se ha revelado
a los más insignificantes de nosotros,
¡ten piedad de Tu creación!
Nos has dado nuestra libertad, como don gratuito,
para utilizarla como nos parezca,
pero hemos vuelto nuestra libertad contra nosotros.
Como una cuchilla de afeitar en manos de un niño,
la utilizamos para acuchillarnos a muerte…
¡Oh, ven a volver nuestra atención
hacia Tu Santo Nombre, o nos haremos pedazos!
Te invoco en nuestras dificultades,
Dios Todopoderoso,
¿Nos rescatarás, o eludirás mi petición?

Hija, estás encargada de Mi Mensaje, y te he estado enviando al mundo de nación en nación para clamar por el arrepentimiento y reducir este desierto. Ciertamente, las multitudes se aglomeran en torno a ti. Ha llegado a sus oídos que Yo Soy está hablando, y nación tras nación hablan acerca de ti. Se dicen unos a otros: “Vayamos a oír lo que Dios está diciendo”. Vienen a millares, se sientan delante de ti y escuchan tus palabras, pero ¿quién actúa en ellos? Por lo que a ellos se refiere, tú eres como una canción de amor bellamente cantada con música. Tus palabras les encantan, pero ¿quién de ellos pone en práctica Mis Mensajes? ¿Han entendido las palabras: reconciliación, paz, amor y unidad?

Cuando el azufre y las llamas devoradoras se presenten —están muy cerca ya de vosotros— se enterarán de que Yo había enviado un profeta en medio de ellos.

Desde el principio os había dado Mis Mandamientos. Os había pedido que Me amaráis a Mí, vuestro Señor, con todo vuestro corazón, con toda vuestra alma y con toda vuestra mente. Hoy os pido que Me permitáis tocar vuestra alma para que vuestro corazón sea capaz de alabarme y decirme que ni la muerte ni la vida, ni ángel ni príncipe, nada de cuanto existe, nada de cuanto existirá, ningún poder, o altura o profundidad, ni ninguna cosa creada se interpondrá entre vosotros y vuestro amor por Mí.

Yo soy vuestra Fortaleza. Sabed que Mi Amor se revela hasta a los más insignificantes de vosotros. No busquéis vuestra salvación a la luz del mundo, puesto que sabéis que el mundo no puede daros la Vida.

Pronto Mi Trono y del Cordero estará en su lugar y vuestra alma será renovada por Mi Luz Trascendente, porque Yo, vuestro Padre, Me propongo restablecer la memoria de vuestra alma y hacer que vuestro corazón Me cante la palabra: ¡Abba — Padre! Os digo que no pertenecéis al mundo, entonces ¿por qué os seguís dejando engañar una y otra vez?

Desde los comienzos de la tierra Yo os he llamado por vuestro nombre, pero cuando propuse la Paz, la Paz universal, casi todos vosotros erais partidarios de la guerra. Sin embargo, estoy derramando ahora Mi Espíritu Santo para recordaros vuestros verdaderos fundamentos y que todos vosotros sois Mi semilla. Pero Mi semilla está hoy llena de palabras muertas… Yo soy el Santísimo, el que os sostuvo primero. ¿Por cuánto tiempo se va a resistir vuestra alma a Esos Ojos que os vieron primero? ¿Y por cuánto tiempo se negará vuestra alma a escuchar Mis angustiosas llamadas?

Muchos de vosotros estáis todavía acariciando la Abominación de la Desolación en lo más profundo de vuestra alma. ¿No podéis ver cómo os está engañando la Víbora repetidamente, de la misma manera que engañó a Adán y a Eva? Satanás os está sugiriendo, incansable y sutilmente, que cortéis todos vuestros lazos celestiales que os unen a Mí, vuestro Padre del cielo. Él hipnotiza la memoria de vuestra alma para haceros creer que carecéis de padre, creando así un abismo entre vosotros y Yo, vuestro Dios. Satanás quiere separaros de Mí y cortar el cordón umbilical que os une a Mí, a través del cual fluyen Ríos de Vida en vosotros.

Generación, aún no os habéis decidido por Mí. ¿Cuándo os vais a decidir a volver a Mí? ¿Queréis pasar el umbral de esta era a través del fuego ardiente, el azufre y la llama devoradora? ¿Cómo puede vuestra alma canjear Mi Gloria por una imitación sin valor que el maligno os ofrece diariamente? ¡Pedidme a Mí vuestro pan de cada día y Yo os lo daré! ¿Por qué estáis todos tan dispuestos a escuchar a la Víbora? Vosotros y Yo sabemos que Satanás es el padre de las mentiras, entonces ¿por qué seguís escuchándole? Yo, vuestro Creador, soy vuestro Padre y os estoy llamando para que volváis a Mí. Creed en Mis angustiosas llamadas. ¿Seguirá vuestra alma haciendo amistad con el Rebelde, u os dignaréis bajar de vuestro trono y arrepentiros? Está en vosotros decidiros. Ya no queda mucho tiempo.

Os estoy recordando que tengáis cuidado con los falsos maestros y los falsos profetas que inducen desolación en vuestra alma y malinterpretan los evangelios, diciéndoos que el Espíritu Santo no está con vosotros para recordaros vuestros fundamentos ni de dónde venís. Ellos ya han hecho una desolación de vuestra alma y cavado un vasto abismo entre vosotros y Yo, vuestro Padre. No les dejéis que aumenten esta desolación en vuestra alma y os hagan creer engañosamente que Yo os he dejado huérfanos. Esos falsos profetas han hecho de Mi Hijo, Jesús, un mentiroso, y de los evangelios un eco de címbalos, vacío de la vaciedad misma. Han hecho de Mi Palabra un sepulcro abierto.

Por lo tanto, cuidado con esos falsos maestros que os dicen que Mi Espíritu Santo no puede descender para llevar a cabo milagros y maravillas en vosotros. Cuidado con aquellos que condenan a Mi Espíritu Santo que, en vuestros días, más que en ningún otro tiempo, os recuerda vuestros fundamentos. Cuidado con aquellos que guardan la apariencia externa de la religión, pero rechazan la fuerza interior de ella, la fuerza interior que es Mi Espíritu Santo.

Y si alguno de vosotros es calumniado y rechazado porque estáis dando testimonio de la Verdad, volveos a vuestra Santa Madre. Ella consolará vuestra alma y os proveerá de valor. Si el mundo os inflige profundas heridas, acudid a vuestra Madre y Ella vendará vuestras heridas con su Amor y Afecto Maternales. Del mismo modo que cuidó a Mi Amadísimo Hijo, vuestra Santa Madre cuidará también de vosotros. En vuestra miseria y angustia, Ella vendrá volando a vosotros para acogeros en Su Corazón, el mismo Corazón que concibió a vuestro Salvador. Vuestra Santa Madre del Cielo os enseñará a ensanchar Mi Reino en la tierra, enseñándoos a amarme.

Así pues, que el amor sea el principio de vuestra vida. Que el amor sea vuestra raíz. Permitidme que Yo, vuestro Padre, os una a Mí. Permitidme tocar vuestra alma. Venid a Mí y arrojaos en Mis Brazos, ¿qué mayor gozo que verse sostenido por aquellas Manos que os crearon? Colocad vuestro oído contra Mi Boca, esa Boca que insufló en vosotros, por vuestra nariz, la Vida. Y del polvo del suelo, Yo os reviví para conquistar la tierra. Os toqué, y desde entonces os he pedido que escuchéis Mi Palabra. ¡Venid! Debéis poner todo vuestro afán en el bien y renunciar de todo corazón a las iniquidades que manchan vuestra alma.

SANTIFICAD MI NOMBRE