22 de octubre de 1989
(Durante la semana que pasé en Rodas, los que siguen esta revelación organizaron dos encuentros de oración con los sacerdotes católicos y ortodoxos del lugar. Se puede decir que San Francisco, el Padre Pío y San Basilio, conducidos por Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, organizaron estas reuniones inesperadas. Una se realizó en la iglesia católica de San Francisco y la otra en la iglesia greco-ortodoxa de Annalypsis.)
¿Papá? He gritado como Tú me pediste en el mensaje del 30 de septiembre. He proclamado a gritos la Verdad.
Mira, hijita Mía, no te extrañes, porque Yo soy el Altísimo, y Mi Palabra desciende a ti desde lo alto. Yo vengo a reanimar a Mi Iglesia. Recuerda siempre esto: ningún poder, ni altura, ni profundidad podrá destruir jamás Mi Iglesia. Mi Iglesia será restaurada de nuevo por Mí. Vassula Mía, tú no eres nada, absolutamente nada, y sin embargo Yo puedo utilizarte. Eclipsando lo que eres “tú”, Mi Espíritu puede hablar y obrar en ti. Mi Espíritu no debe encontrar ningún rival en ti. Pero no temas, aunque Mi Espíritu encuentre un rival, Yo siempre me encargaré de extirparlo. Abandónate a Mí cada día. Estate dispuesta a hacer Mi Voluntad y déjame el resto a Mí, tu Dios.