24 de octubre de 1988

¿Señor mío y Dios mío?

Yo Soy.

Te doy Mi Paz, pequeña. Te amo.

Hija, conduce a todas las almas hacia Mí mediante tus oraciones. Pide por su redención. Complace a Mi Sagrado Corazón perdonando a los que te rechazan, nunca los censures, nunca los acuses. Yo soy el Juez y Yo los juzgaré el Día del Juicio. De modo que tú, hijita Mía, debes perdonarlos. Retribuye el mal con amor. Apóyate en Mí para descansar y hallar tu consuelo en Mi Sagrado Corazón. Encuentra Mis caricias en Sus profundidades.

Ven. ¿Nosotros?

Sí, Señor.

Entonces, quiero oírtelo decir. ¡No Me olvides! Recuerda Mi Presencia. ¿Sabes cuánto deseo esta meditación acerca de Mi Presencia? Mi Presencia es también un Misterio muy importante que la mayoría de vosotros parece olvidar. Meditad sobre Mi Presencia. Hijos, a quienes amo con un amor eterno, complacedme recordando Mi Presencia real. Ejercitaos utilizando estas palabras: “nosotros, Tú y yo, yo y Tú, nosotros”. Incluidme en vuestras actividades, en vuestras conversaciones y en vuestros pensamientos. Respetad Mi Presencia sin olvidar jamás que Yo soy el Santísimo. Al recordarme, pecaréis menos sabiendo y recordando que Yo Soy está con vosotros.

Yo, Jesucristo, el Nazareno, os bendigo a todos.