15 de agosto de 1988
(Fiesta de la Asunción)
Señor Jesús, bendito seas.
Yo, el Señor, te bendigo. Mi Sagrado Corazón, lleno de espinas, palpita de dolor. Busco alivio y consuelo en todos los que Me aman. Bendíceme y búscame. Me doy la vuelta para llegar hasta Mis almas pequeñas porque, en su pequeñez, encuentro Mi descanso, encuentro Mi consuelo.
¡Ah, Jesús!¡Es tan doloroso sentirte con tanto sufrimiento!
Ruega por las almas que necesitan ser salvadas. Implórame a Mí, porque Mi Nombre es “Aquel-Que-Salva”. Las horas vuelan, han comenzado los días de ajustar las cuentas: los días de represalias ya están aquí. La iniquidad de esta generación es tan grande y la apostasía tan grave, que Nuestros dos Corazones han sido traspasados de parte a parte por sus injusticias y sus flagrantes ofensas. Os suplico que regreséis y os volváis hacia Mí, y Yo os perdonaré. Aferraos firmemente al Amor y os colmaré de bendiciones. Sed justos los unos con los otros y amables unos con otros. Amaos los unos a los otros. Hacéos hijos de Mi Luz. Entended por qué han caído tantas catástrofes sobre vosotros: han sido atraídas por el mal que se ha acumulado en vuestra alma. Volved a Mí y dejad que Mi Sangre os purifique.
(Más tarde:)
Soy vuestra Santa Madre. Hijos Míos, volved a Dios. Os suplico que volváis, y Dios os perdonará. Su Misericordia desciende sobre vosotros como el rocío, creación, y os abriréis como flores para absorber Su Luz. Os estoy llamando, os estoy animando, pero ¿cuántos se enteran de Nuestras Llamadas? ¿Cuántos creen en esas llamadas? Me duele el Corazón al decir que solo un puñado de vosotros creen en esas Llamadas.
El corazón de esta generación se ha vuelto de granito. Cegados por el Racionalismo, han olvidado los caminos de Dios, han olvidado las maravillas de Dios, han olvidado que es Omnipotente y está lleno de Misericordia. Jamás ha caído la creación de Dios tan bajo, ni aún en los días de Sodoma y Gomorra. Vuestra apatía ha traspasado la Eternidad. Vuestra falta de fe os condena. Vuestra implacable persecución de Mis apariciones y de aquellos a los que Dios ha bendecido, dándoles Sus mensajes, va a ser una de las causas de vuestra caída.
Yo, vuestra Santa Madre, Madre de vuestro Salvador, os imploro y suplico que os arrepintáis y cambiéis. Volved a Nosotros. Vivid en santidad, vivid en santidad a los ojos de Dios. Estad preparados a presentaros ante Él con las manos llenas de buenas acciones, y purificados.
(Hoy, al salir de la iglesia y bajar muchos escalones, tuve la impresión de estar paseando por una rosaleda. No había ni una flor alrededor, sólo cemento.)
(Más tarde:)
Te he rociado con Mi Perfume. Quería que sintieras Mi Presencia. Con este favor que te he concedido, quería recordarte cuánto significas para Nosotros, hijita. Yo soy tu Santa Madre y estoy contenta de tenerte de nuevo junto a Nosotros, bienamada. Te bendigo a ti y a toda tu familia.
Santa Madre, gracias por todo. Te bendigo.
Flor.
Sí, Jesús.
De ahora en adelante llama a tu Santa Madre, “Mamá”. Ten intimidad con Ella, como la tienes Conmigo. Nosotros: recuerda Mis enseñanzas.
Sí, Señor.
Yo, el Señor, os bendigo a todos.