4 de agosto de 1988
(Roma)
(En la audiencia pública con el Papa, cuando él se detuvo cerca de mí, conseguí colocar dentro de su fajín un mensaje de Jesús. Tomaron una fotografía de ello. Hoy veía a Jesús a mi alrededor todo el tiempo, mirándome con una amplia sonrisa.)
¿Jesús?
Yo soy. Flor, no trates de entender Mis Caminos. Sé sencilla y acepta todo lo que viene de Mí. Yo, el Señor, te he conducido a Mi Casa. Te he llevado a ver y a encontrarte con Mi bienamado servidor Juan Pablo II. Alma queridísima, Me has obedecido, has creído en Mí y te has fiado de Mí. ¡Alégrate, alma!, porque Yo, tu Dios, estoy lleno de alegría. La sencillez Me seduce, la obediencia hace latir Mi Sagrado Corazón, porque es el arma para combatir contra el maligno.
Señor, ¿fue correcto colocar Tu carta en el fajín del Papa?
Me has obedecido. Que esto sirva de ejemplo de obediencia a otros. Por difícil que pueda parecer la situación, confía en Mí y obedece. Yo te ayudaré siempre, cuando vea que Me estás obedeciendo y haciendo Mi Voluntad. No trates de entender por qué te he pedido hacer eso por Mí. Recuerda que soy Yo, el Señor, quien os unirá a todos bajo Mi Nombre, y que es por Mi Poder como se cumplirán todos Mis deseos.
Deja que Mi Dedo se quede sobre ti, hijita Mía, para utilizarte de este modo. Permíteme que ponga Mi velo sobre ti, para preservarte del mal y de tu vanagloria por todas estas gracias que derramo sobre ti. Yo, tu Dios, te amo y no te abandonaré jamás, aún en las situaciones más críticas. El Amor te inspirará. La Sabiduría ama la vida. La Sabiduría lleva el nombre de Santidad y se concede a todos los que Me obedecen. Todas las instrucciones descienden de la Sabiduría. Confía en Mí y siembra las semillas de la Santidad.
La paz esté contigo. Ven. Recuerda Mi Santa Presencia. Sonríeme.