14 de julio de 1988
(Mientras estuve en Rodas, Jesús besó y bendijo muchos crucifijos y medallas.)
La paz esté contigo, hijita. Agrádame sonriéndome cuando Me veas. ¡Ah, Vassula!, sólo Me han dejado estar en la entrada…, olvidándose de Mí, volviendo a sus obligaciones menores. ¿Lo ves?
¡Despertad! Estoy a vuestras puertas. Soy como un mendigo. Contemplad a vuestro Soberano que os está pidiendo como un mendigo. Os pido amor. ¡Sed buenos! ¡Sed perfectos! Amaos los unos a los otros, arrepentíos una y otra vez, orad a menudo y no sólo por vuestros intereses. ¡Venid a Mí por amor!
Yo, el Señor, os amo. Un amor que nunca entenderéis hasta que estéis en el Cielo. Abrazadme como Yo, el Señor, os abrazo. No pequéis más… Conozco vuestras debilidades, vuestras enfermedades. Conozco vuestra alma. Venid, venid a Mí para dármelo todo y Yo os embelleceré.
Vassula, diles que Me conocerán mejor si abren completamente su corazón y Me dejan entrar. Yo estaré entre ellos, a la escucha.
¿Será así cuando nos reunamos todos?
Sí. ¿Nosotros?
Sí. Señor1.
¡Vassula, hijita Mía!
Sí, Santa María.
Alégrame y sube a verme2 con Mis otros hijos. Venid y os bendeciré a todos. Os amo.
Yo te bendigo.
(Jesús dijo entonces:)
Recuérdales cómo Yo, el Señor, los sigo llamando. Quiero que vengan y se acerquen a Mí, ¿Por qué rehuir al Amor? Yo estoy siempre dentro de Mi Tabernáculo, esperando pacientemente a ver si alguno de ellos viene a visitarme. ¡Ay! Sigo esperando…
Cuidado con Satanás, que siempre inventa toda clase de excusas para haceros creer que son razonables y válidas, y las adorna para que parezcan siempre tan razonables, impidiéndoos venir a Mí.
Yo os amo a todos. Hazles comprender que no te amo a ti más que a ellos. Algunos de ellos deberían entender esto plenamente. Si leen Mi Mensaje de Paz y Amor, lo entenderán. Yo, el Señor, os amo a todos de la misma manera. Repito esto para aquellos que todavía no lo han entendido. Así pues, venid a Mí, visitadme, venid a beber de Mí y tendréis sed de más. Venid a comerme y Me deseareis más. Abrid vuestros corazones y recibidme. ¡No me dejéis esperando a vuestra puerta! ¡Acogedme en vuestro corazón! Conozco vuestras necesidades. Conozco vuestras debilidades. Vuestra alma Me necesita y sólo a través de Mí entraréis en el Paraíso. ¿Por qué permitís que vuestra alma caiga en esas redes tendidas por Mi enemigo?
Volved a Mí, miradme cara a cara. Instruíos, leyendo Mi Santa Palabra. El tiempo que dediquéis a leerme no será en vano. Seguro que podéis dedicar a vuestro Salvador una hora de vuestro día…
Amaos los unos a los otros, estad en paz unos con otros, perdonad como Yo perdono vuestros pecados, retribuid el mal con el amor. ¡Sed buenos! ¡Sed perfectos! Venid, el Amor os ama y el Amor no os dejará jamás. El Amor os ayudará y os guiará hasta el final.