10 de junio de 1988

Por el Santo Rosario, triunfaré. Hija Mía, este paso es el punto de partida de muchos otros acontecimientos que vendrán. Date cuenta, Vassula, de que Me aparecí en Fátima como la Señora del Rosario, y ahora vengo a ti como la Señora del Rosario1. Vassula, te amo infinitamente. ¿Estás dispuesta a rezar el Santo Rosario diariamente?

Sí, quiero obedeceros a Ti y a Jesús.

La obediencia… Que Mis hijos sepan cuánto mal se vence por la obediencia.

Ecclesia revivirá. Jesús y Yo hemos obrado siempre juntos, porque Nuestros Corazones están unidos. El Sagrado Corazón de Jesús ha preparado Su Mensaje de Paz y Amor a través de ti, escogiendo a la más débil, más pequeña y más miserable hija de toda la humanidad. Pero, a pesar de lo que eres, Jesús te ama infinitamente. Él te ha escogido para mostrar al mundo Su Misericordia Infinita. Te ha escogido para manifestar Su Amor a través de ti.

¡Vuelve, creación, vuelve a Nosotros! ¡El tiempo casi ha concluido ya! Escuchad Nuestra llamada. Hijos, ya no queda mucho tiempo. Oh, bienamados, escuchad Nuestra Voz, escuchad Nuestra súplica, escuchad a estos Corazones que os aman, estos Corazones heridos que lloran sin cesar por vosotros.

¡Volved a Nosotros!


1 Puesto que el Señor me pedía que aprendiera el Santo Rosario, telefoneé a una antigua vecina, que yo sabía que era católica, y le pregunté si tenía tiempo para enseñarme a rezar bien el Rosario. Aunque sorprendida, porque soy greco-ortodoxa, vino de todos modos.