30 de marzo de 1987
Soy Yo, Jesucristo.
Todas las revelaciones vienen de Mí. Aliméntate a sorbos de Mí. Una flor está creciendo junto a Mí, absorbiendo de Mí. Flor Mía, aliméntate a sorbos mientras creces, absorbe de Mí. Ven, te amo.
Jesús, sin querer utilizo un lenguaje al hablarte que suena muy poco respetuoso. Es mi lenguaje cotidiano, pero no conozco otro. Leyendo ahora libros de religiosos, de monjas, veo que hablan Contigo de manera muy diferente. ¿Quizá les han enseñado? Yo no quiero parecer vulgar, pero es mi corazón el que habla.
Vassula, perdono tu ignorancia. Yo te enseñaré, estás aprendiendo. Te estás dando cuenta de lo miserable que eres, sin embargo, Yo te amo. La miseria Me atrae porque puedo ofrecerte Mi Misericordia.Te he elegido para mostrar al mundo Mi clemencia.
No me siento orgullosa de haber sido elegida por mis malas cualidades y no por mis méritos. Me siento como Judas. Probablemente represento a la mayoría de nuestro mundo “moderno”.
”Lo”1 Vassula, tú no eres como Judas. No hay palabras para lo incapaz, ignorante y miserable que eres, pero eres Mi bienamada, que Yo he santificado. Me he ocupado de nuestra unión, porque tú eras incapaz de hacerlo. Mi deseo es formarte. Te he unido a Mí, pidiéndote que seas Mi esposa.
Jesús, he sabido que las religiosas se ‘casan’ realmente Contigo.
Sí, vienen a Mí y se convierten en Mis esposas. ¡Me deleito en ellas! Tú ignorabas que podías ser Mi esposa y estar unida a Mí, por eso Me he encargado de nuestra unión, ¿ves? He santificado nuestro matrimonio poniendo una alianza en tu dedo. Trabaja Conmigo y recuerda que Yo soy Santo. No olvides nunca esto.