Segunda peregrinación ecuménica de la VVeD a Tierra Santa en marzo de 2000

Oremos: En Tu gran condescendencia,
Nos has cantado un himno para alegrarnos;
Como un novio que prepara un banquete para su novia,
Has preparado, Amante de la humanidad,
un banquete real para todos nosotros,
para que podamos festejar en la generosidad de Tu Casa.
Nos has dado de beber de Tu río de placer;
Ya que contigo, mi Señor, está la Fuente de Vida;
Que nuestra alma, como una paloma que anhela la corriente del arroyo ansíe
el Dios de la Vida, El Dios de la Esperanza,
El Dios del Consuelo.
Deja que nuestra alma disfrute ahora de Tu Dulzura,
Y enséñanos de una manera deliciosa.
Amén

Estoy sumamente feliz de recibir en el Señor a cada uno de los presentes. Demos gracias a Dios que en su gran benevolencia, nos hizo partícipes de Su Plan Salvífico. Este Plan Salvífico que producirá Unidad y el Triunfo de nuestro Señor y de nuestra Santa Madre.

Queridos hermanos y hermanas en el Señor, estamos todos llamados a este combate espiritual y alistados para salir y proclamar sin miedo la palabra de Dios. Estamos llamados a difundir el conocimiento de Dios como una suave fragancia por todas partes en este mundo agonizante. Estamos llamados a convertirnos en el incienso de Cristo para purificar este mundo impregnado de mal. Estamos llamados a perseguir a los pecadores, a los predicadores altivos, a los grandes y orgullosos, a los hipócritas, a los traidores de la Iglesia, con la Cruz en una mano y el Rosario en la otra. Estamos llamados a destruir las herejías y a levantar en su lugar la fidelidad y la verdad. Estamos llamados a construir la Unidad sobre los cimientos del amor y de la humildad.

Dios nos ha reunido aquí de diferentes Iglesias, para hacernos ejemplos de reconciliación y mostrar que la unidad no es imposible, sino que es posible cuando vamos al Señor con un corazón contrito, sin tener intereses personales sino solamente los Intereses de Dios.

Estamos llamados a extender, con la gracia de Dios, Su Reino sobre la tierra de modo que Su Voluntad sea cumplida en la tierra como lo es en el cielo. Somos llamados a vivir verdaderamente un Cristo resucitado todos los días y cada minuto de nuestra vida.

Entonces, abramos todos ahora nuestro corazón y comprendamos esta verdad fundamental: “El Señor Dios conoce aquellos que están cerca de Él”. Seamos de aquellos que están junto a Dios, enclaustrados en Su Corazón, buscando la comprensión del Dios invisible en la simplicidad y pureza de corazón. Busquemos la comprensión de Su exuberante Amor en la divina unión e intimidad que Su Majestad se ha dignado ofrecernos. Abandonémonos en Dios enteramente.

Dios siempre nos da oportunidades a lo largo de nuestra vida para acercarnos a Él y llegar a conocerlo. ¿Para qué sirve leer acerca de Dios, escuchar acerca de Dios, hablar de Dios, pero sin conocerlo ni comprenderlo? En Jeremías 9, 23-24 dice Dios: “No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el poderoso de su poder, no se gloríe el rico de sus riquezas. El que se gloría, gloríese en esto: en tener inteligencia y conocerme a Mí.” Amigos míos comprended que es un pecado la omisión del conocimiento y comprensión de Dios.

Jesucristo nos invita a cada uno a Su banquete real, no importe quién es ni de dónde venga, Él invita a todos; esto es lo que Jesús nos dice a todos nosotros en un mensaje:

“Yo no abandonaré a nadie. Yo me sentaré con los miserables y no se atemorizarán de Mí. Yo ofreceré Mi amistad a ellos y les diré que desde el principio nunca fueron huérfanos; y si ellos nunca comprendieron las Leyes celestiales, fue porque nadie estuvo cerca de ellos para decírselas, nadie les dijo tampoco que ellos son las semillas del Todopoderoso.

Entonces, los reuniré alrededor de Mí, como corderos, junto a Mi Corazón y como quien revela un secreto, Yo los alimentaré de Mis labios con el “Padre Nuestro”. Luego les diré que el Amor está ante sus ojos. El Pan Vivo es el mismo que está sentado entre ellos; aquél que vivió y murió por ellos está ahora hablándoles.

Yo invitaré a todos los que pasen: “¿Quién es miserable y menospreciado por su sociedad? Que venga por aquí”. Yo no dejaré a nadie hambriento, a nadie pobre, pues mis bendiciones son riqueza y Mi amor satisface. Mis caminos son deliciosos, Mis sendas conducen a la Vida Eterna. Enseñaré al miserable y al pobre que su Padre del cielo es su Guardián, un Dios Salvador. Les recordaré que ellos también son contados entre Sus hijos y que podrían llamarlo: “Mi Padre”; y si preguntan: “¿Dónde se encuentra la inteligencia?” Yo diré: “La Inteligencia, hijo mío, es evitar todo mal”. (La VVED 11.10.93)

Con esta maravillosa invitación, entremos todos en el gozo de nuestro Señor. Pues Él es nuestra Esperanza y nuestro Consuelo, nuestra Dulzura y nuestra Vida; ¿qué más puede uno pedir? Llevemos a nuestro Señor en nuestros corazones como Él nos lleva en Su Corazón. Digamos como David: “La dulzura del Señor sea sobre nosotros!” Salmo 90, 17

Dios nos urge a que nos reconciliemos y nos unamos, pero ¿cómo haremos para cumplir Su Mandato? No seremos capaces de cumplir Su Mandato hasta que no bajemos nuestra voz para escuchar Su Voz. ¿Cómo haremos para conocer Su Voluntad y reconocerla y percibirla si nuestro cuerpo está lleno de tinieblas? ¿Cómo podemos ver en esta oscuridad? Os ha sido enseñado que la lámpara de vuestro cuerpo es vuestro ojo, y es así porque un ojo enfermo no tiene visión y sólo tiene oscuridad, mientras que un ojo sano ilumina la visión.

La lámpara de vuestro cuerpo es el Espíritu Santo que os ilumina. Quienquiera que tenga al Espíritu Santo dentro de él, deseará las verdaderas virtudes y no los vicios. El Espíritu Santo es la verdadera Lámpara de vuestro cuerpo que llena todo vuestro ser con los tesoros y los esplendores del Reino de Dios. Estos tesoros y estos esplendores son las virtudes; allí donde hay Luz, se encuentra la Virtud. Donde hay Oscuridad hay Vicio.

Entonces, humillémonos para poder recibir estos dones. No seamos como los orgullosos; amemos en cambio la virtud; pues el Espíritu Santo nunca hará Su camino en un alma artificiosa ni permanecerá en un cuerpo que está en deuda con el pecado. Arrepintámonos verdaderamente permitiendo así al Espíritu Santo estar en nosotros como nuestra Lámpara para que brillemos desde adentro y por fuera y para que en esta transparencia podamos decir: “estoy caminando con Dios”. Dios no dejará nunca de llamaros durante toda vuestra vida para compartir la felicidad de la Santísima Trinidad. Él invita a cada uno de nosotros a entrar en el Verdadero y único Conocimiento de su Divinidad una y trina, el Conocimiento de conocerlo a Él como tres veces Santo y de vivir una Verdadera Vida en Dios. Amén.

Se puede ver un videode esta charla AQUÍ