Quiero saludarlos a todos en nombre de “La Verdadera Vida en Dios” y darles las gracias por venir a mi país, un país con una historia magnífica, además de la historia bíblica. Escogimos esta ciudad de Maratón, desde la que el corredor Filípides corrió a Atenas, con la noticia de la gran victoria que su pueblo había obtenido sobre los persas. Entregó el mensaje ¡Niki! (¡Victoria!), cayó de rodillas y murió. Se necesita determinación para lograr una meta triunfal, proclamando la buena noticia. Y éste, pues, es el objetivo que tratamos de alcanzar con determinación – lograr una meta triunfal para que, mediante nuestros sinceros esfuerzos, seamos capaces de llevar la paz al mundo y gritar: ¡Niki! (¡Victoria!) en nombre de Dios.

De modo que doy gracias a Dios por este encuentro espiritual, porque es una gracia que Dios nos da a todos, el estar en esta carrera y obrar por la paz, dándonos oportunidad de extender Su Reino, acercándonos más al entendimiento mutuo; más cerca de lo que es la Voluntad de Dios, es decir: más cerca de la reconciliación, la paz y la Unidad en la Diversidad.

Debemos enseñar al mundo, – que ha olvidado a Dios -, a volver a poner a Dios en el centro de su vida y vivir junto a Dios y sólo en Dios. El mundo debe aprender que todos y cada uno es acogido y llamado a convertirse en un Altar Viviente para Dios, recordándole que, sin Dios, su mesa está vacía, pero, con Dios, su mesa estará siempre llena. Dios Se manifiesta en nuestro tiempo como nunca antes en la historia, de una manera extraordinaria. Está claro que Dios está renovando Su creación y haciendo nuevas todas las cosas, como preparación para el Retorno de Jesucristo. Está reuniendo a Su pueblo, reviviéndolo, inflamando su espíritu con un deseo de buscar la verdad.

El día del Juicio no podremos decir a Dios que no ha mostrado Su Misericordia en nuestros tiempos y que no ha compartido Sus propósitos con nosotros; tampoco podremos pretender que no Le hemos oído en nuestro corazón ni visto Sus señales, en sus urgentes llamamientos a la paz, ni que no hemos entendido lo que nos está pidiendo. Muchas de las altas autoridades gubernamentales (políticos) hablan de traer la paz al mundo, pero ¿han hecho antes las paces con Dios? Se necesita una revolución de amor para convertirse y redescubrir a Dios como nuestro Padre, que nos ha engendrado a todos. Luego, una vez que redescubramos nuestro Origen Divino y de Quién descendemos, estaremos sanados. Se restaurará la paz en el mundo y el amor vencerá al odio. Entonces lo imposible se hará posible, porque nada es imposible para Dios. Pero Dios quiere nuestro consentimiento y que muramos a nuestra voluntad, siguiendo Su Voluntad. En este Final de los Tiempos, Dios viene a todos nosotros, incluso a los más miserables. El sacrificio que nos está pidiendo Dios hoy es que cambiemos nuestro corazón. El Señor nos pide a cada uno de nosotros un corazón arrepentido, porque nadie puede considerarse piadoso y justo a menos que dé frutos de arrepentimiento. Nuestros caminos no son Sus caminos, de modo que deberíamos abrir nuestros corazones y escuchar a Dios. Tenemos capacidad para ello si nos esforzamos más en trabajar juntos, con diligencia para superar nuestras divisiones; deberíamos convertirnos en reparadores de brechas, arreglando nuestras diferencias y promoviendo la paz donde haya guerra, el amor donde haya odio, y la unidad donde haya división.

Puesto que todos nosotros, sin distinción alguna, somos tan amados por Dios y tan preciosos a Sus Ojos, se espera también que nosotros nos amemos unos a otros, ya que Él habita en cada uno de nosotros, y esto es lo que debemos recordar al mundo: que el lenguaje de Dios, nuestro Creador, está lleno de Ternura y de Amor Divino, pero no menos lleno de Autoridad, Poder y Majestad. Dios es Tierno y Amoroso, pero también un Juez formidable; Él es el Alfa y la Omega, y, sin embargo, está lleno de Mansedumbre.

De modo que, si la gente se enfrentara a la realidad del Amor que hay en Dios y en los hombres, se sentirían llevados a amar a Dios y a amarse los unos a los otros.

Si la gente tomara en serio el Llamamiento de Dios y las Señales que Él nos está dando en estos últimos tiempos, el mundo estaría alabando a Dios y contribuyendo a que la frialdad del mundo se convirtiera en una rugiente llama de amor.

Si la gente se tomara en serio la advertencia del Señor acerca de la furia de Satanás en estos últimos días, éste habría sido ya expulsado de los corazones de la gente de todo el mundo.

Si todas las religiones del mundo respondieran a la solicitud de reconciliación de Dios, todos los hombres y mujeres se reconocerían ya mutuamente como hermanos, descendientes de un único Origen.

Si cada uno se diera cuenta de que vivimos momentos de increíble Gracia y Misericordia, y de que Dios, con pleno poder, está renovando Su creación, ¡no cesaríamos nunca de glorificar a Dios noche y día, y nuestros corazones se inflamarían de celo!

Si la gente prestara atención al Llamamiento de Dios a la conversión, todos los hombres y mujeres serían ya santos.

Si cada uno viviera poniendo por obra la Palabra de Dios, cada historia personal, y por tanto la historia de todo el mundo, se convertiría por consiguiente en un Cántico de Amor.

Nuestra carrera no ha terminado…. De modo que seamos atletas de Dios y continuemos nuestra carrera para alcanzar la meta que Dios ha trazado para nosotros y obtengamos el Premio Celestial. Que seamos capaces de decir lo que dijo San Pablo:“He participado en una noble competición, he llegado a la meta de la carrera, he conservado la fe”(2 Timoteo 4, 7).