por SHEIKH Hani Dawah
Miembro del Comité Ejecutivo de la Plataforma Interreligiosa
para el Diálogo y la Cooperación en el Mundo Árabe (PIDC)
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso.
Distinguidos congresistas, que la paz, la misericordia y las bendiciones de Dios sean con vosotros.
En primer lugar, permítanme expresar mi profunda alegría por nuestro encuentro en esta bendita asamblea, para entablar un diálogo colectivo sobre un profundo valor humano y religioso, a saber, la «misericordia». Exploraremos cómo la misericordia sirve de fuerza unificadora entre los seguidores de diversas confesiones y la humanidad en general.
El concepto de «misericordia» trasciende las fronteras religiosas y encierra la esencia de la humanidad. La «misericordia», ese atributo divino que abarca la compasión, la tolerancia y el amor incondicional, representa un concepto fundacional presente en muchas tradiciones religiosas de todo el mundo. Más allá de las diferencias doctrinales y rituales, la «misericordia» une a los creyentes en su búsqueda común de la espiritualidad y su relación con lo Divino.
La misericordia desempeña un papel central y fundamental en numerosas religiones de todo el mundo. Representa un concepto central que supera las fronteras religiosas y constituye la base para entender la relación entre los seres humanos y Dios. Aunque las expresiones e interpretaciones de la misericordia pueden variar de una fe a otra, su esencia sigue siendo una piedra angular de la espiritualidad y la práctica religiosa.
En el Islam, la misericordia es uno de los atributos más importantes de Dios. Para los musulmanes, Dios es «el Más Misericordioso, el Más Compasivo», y siempre comenzamos nuestras acciones diciendo: «En el nombre de Dios, el Más Clemente, el Más Misericordioso». La misericordia divina es infinita y abarca todos los aspectos de la vida del creyente. Esta virtud de la «misericordia» ha sido enfatizada y aludida más de 250 veces en el Corán, subrayando su importancia en la vida.
Dios, el Todopoderoso, afirma en el Corán: «Y Mi Misericordia abarca todas las cosas». Esto indica que Su misericordia abarca toda Su creación. Nuestro amado Profeta Mahoma, la paz sea con él y su familia, es a menudo descrito como el «Profeta de la Misericordia». El mensaje del Islam y sus enseñanzas se basan en la misericordia. Dios lo envió como una misericordia para todos los mundos, como se menciona en el Corán: «Y no te hemos enviado, [Oh Mahoma], [O Muhammad], sino como misericordia para los mundos».
El Profeta Mahoma, la paz sea con él, dijo de sí mismo: «Sólo he sido enviado como misericordia». La legislación islámica encarna el tema de la misericordia y la compasión comunitaria.
La honorable biografía profética, las enseñanzas verbales y los ejemplos prácticos muestran diversas facetas y casos notables de la misericordia del Profeta. Era compasivo y amable con los niños, los ancianos y los débiles. Mostraba ternura y amabilidad con las mujeres. Era misericordioso con los que se equivocaban. Mostró misericordia y compasión con los prisioneros de guerra. Incluso era misericordioso con los animales, los pájaros y los objetos inanimados. Esta misericordia trascendía los deseos personales y las ganancias mundanas, instando siempre a sus compañeros y creyentes a mostrar compasión y difundir la misericordia por todo el universo. Solía decir: «Aquellos que muestren misericordia serán misericordiados por el Más Misericordioso».
En el cristianismo, la misericordia se enseña como un atributo divino. Los cristianos creen en un Dios misericordioso y compasivo que perdona los pecados y proporciona redención a quienes se arrepienten de verdad. Jesucristo, la paz sea con él, es un ejemplo supremo de misericordia, demostrando un amor incondicional por los pecadores y los marginados. En el Libro de Mateo, se cita a Jesús diciendo: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia».
En el judaísmo, la misericordia también es un tema central. El concepto de «Jesed» se refiere a la bondad y misericordia de Dios hacia su pueblo. Los judíos están llamados a emular los atributos de Dios realizando actos de caridad, buscando la justicia social y mostrando compasión hacia los demás.
En resumen, a pesar de las diferencias en las creencias religiosas y las prácticas específicas, la misericordia se erige como un tema global que unifica diversas tradiciones religiosas. Encarna la idea central del amor divino, la compasión por los demás, la búsqueda de la redención y la armonía espiritual. La misericordia desempeña un papel vital a la hora de guiar a los creyentes en su relación con Dios y sus interacciones con los demás seres humanos.
De hecho, tenemos una gran necesidad de actualizar el valor de la misericordia y otros valores compartidos, transformándolos en realidades tangibles, especialmente a medida que aumentan los riesgos que plantean las fuerzas divisorias y malévolas, alimentando el odio, la discordia, el sectarismo y el extremismo.
Cuando nos inspiramos en las enseñanzas de nuestra fe y encarnamos la misericordia en nuestras vidas, tendemos puentes de comprensión y unidad. Este valor se convierte en un indicador para evaluar nuestras acciones e interacciones con los demás, independientemente de su afiliación religiosa. La misericordia encarna la tolerancia, la compasión y el respeto mutuo, y es un elemento fundamental para fortalecer los lazos entre seguidores de distintas religiones.
En conclusión, la misericordia nos capacita para construir puentes de entendimiento y cooperación armoniosa. Nos permite acercarnos unos a otros, trascendiendo diferencias y desafíos. Cuando unimos nuestras manos y nuestros corazones para difundir el espíritu de misericordia y amor en el mundo, nos convertimos en agentes de esperanza para lograr una unidad humana más fuerte e interactiva, independientemente de la diversidad de religiones, culturas y razas. Contribuimos a construir un mundo dominado por la paz y la fraternidad, en el que todos comparten el valor que les une en el culto y la glorificación de Dios mediante el espíritu de misericordia.
Rezo para que Dios una nuestros corazones en la misericordia y la compasión, porque, en efecto, la misericordia es un viaje sin fin.