Padre Joseph Iannuzzi
Es una enseñanza cristiana tradicional que una de las razones por las que Dios creó al hombre fue para comunicar su gloria a un ser terrenal creado, y divinizarlo a semejanza del Altísimo, desde el mismo polvo de la tierra. Así Dios hizo al hombre del mismo polvo de la tierra a Su propia imagen y semejanza, y el hombre fue destinado para siempre jamás a superar en gloria a todos los demás seres creados, incluyendo los mismos ángeles, a quienes nosotros “juzgaremos”, según afirma S. Pablo (1Co 6,3). Desde ese momento, Satanás, poseído de ira envidiosa, se dispuso a destruir a la humanidad e intentó arrogarse una igualdad con Dios. Satanás, por lo tanto, nunca cesó de utilizar su libertad para poner al hombre a prueba y tentarlo para que cayera.
Desgraciadamente, hoy, el mundo no cree en la existencia de Satanás ni en ningún otro espíritu maligno, ni tampoco cree en las demás fuerzas oscuras que atormentan a la creación de Dios. Pero Jesús nos advirtió, a través de sus mensajes proféticos de La Verdadera Vida en Dios, que la última astucia de Satanás es hacer que la gente crea que no existe, y que el infierno no es un lugar real. Como muchos cristianos hoy no son conscientes de la presencia de Satanás, ni de la presencia de los espíritus malignos, que pueden producir enfermedades físicas, trastornos psicológicos y espirituales, el efecto de esos espíritus malignos es poderoso. Porque, ignorando la realidad del mal en el mundo de hoy, estamos dando a Satanás y a sus ángeles caídos le libertad de moverse por todas partes sin ser detectados ni entorpecidos.
Muchos cristianos no son conscientes de que podrían ser portadores de uno o más demonios. No pueden imaginar jamás que alguna enfermedad física o psíquica que sufren podría estar causada por espíritus malignos que se han aposentado en ellos. Muchos trastornos emocionales, neurosis, miedos, ansiedades, dolores de cabeza, asma, tumores, alergias y otras enfermedades psicosomáticas están a menudo causadas por un demonio que ha establecido su nido en el alma e infestado sus facultades corporales. Es una lástima que alguna Iglesias cristianas hayan interrumpido la costumbre de expulsar demonios de las personas y de los lugares, ¡e incluso consideren los exorcismos anticuados y desagradables!
Y, sin embargo, leemos en el Evangelio de Juan [3, 8]: “Cristo vino a (la tierra para) destruir la obra del demonio”. Recordemos que Satanás tentó a Eva y a Adán, que el Pecado Original infectó a la raza humana y que se le arrebató, literalmente, a la humanidad, la belleza del Paraíso. Los dones “preternaturales” que Adán y Eva poseían en el Jardín del Edén se perdieron, lo que incluía “inmaculacia” (inmunidad a la concupiscencia), “conocimiento infuso” de Dios y del orden material alrededor de ellos, e “inmortalidad”. Debido al Pecado Original, crecieron los cardos, las bestias se hicieron salvajes, los planetas se convirtieron en cenizas apagadas flotando en la inmensidad del espacio; edades de hielo, inundaciones, desastres naturales, enfermedades, sufrimiento y muerte gobiernan ahora en este inmenso cosmos nuestro que en otro tiempo no tuvo defecto. Ésta es la situación actual.
Que el pecado original nos fue trasmitido por nuestros primeros padres es parte de la tradición primitiva de la Iglesia. En su carta a los Romanos, S. Pablo manifiesta claramente: “…la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rm 5, 12). Aunque todos seamos concebidos con Pecado Original, no cargamos con la culpa de Adán y Eva.
En la Sagrada Escritura se hacen más de mil referencias al demonio. De esas 1000 referencias, ¡568 proceden del Nuevo Testamento! Por lo tanto, si en la Escritura se presta tanta atención a la actividad de Satanás en el mundo, ¿cómo es posible que se ponga hoy tan poco interés en expulsarle? Parte de la respuesta puede hallarse en el declive histórico en demonología de la Iglesia. Revisemos brevemente la historia de la iglesia y veamos como ocurrió este cambio.
Los Siete Períodos Históricos de la Iglesia
En tiempos de Cristo y los Apóstoles, expulsar a los demonios era parte integral de la misión apostólica. Los apóstoles interpretaron la orden del Señor literalmente: “En Mi Nombre expulsaréis demonios.” Los Apóstoles expulsaban demonios en el Nombre de Jesús con una orden directa y solemne.
¿Por qué una orden solemne?
La respuesta se encuentra en la Escritura. En Hechos 10,38, S. Pedro dice a Cornelio que el auténtico propósito de la venida de Jesús a la tierra era “liberarnos de la esclavitud de Satanás” (recordemos que el pecado original nos esclavizó a Satanás), porque Satanás “ronda por la tierra como león rugiente, buscando a quién devorar” (1Pe 5,8-9).
Como Pedro, el evangelio de S. Juan afirma que “el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo” (1Jn 3, 8). Y el evangelio de S. Lucas declara que Jesús vino a la tierra “para destruir el reino de Satanás e inaugurar el reino de Dios” (Lc 11, 20).
Después de la vida de Cristo y los Apóstoles vino el 2do período de la Iglesia: el período de los primitivos padres de la Iglesia. Justino mártir, Ireneo, Cipriano así como los escritores primitivos, Orígenes y Tertuliano, relatan que se encontraban exorcistas en cada pueblo y ciudad. S. Justino escribió a su primera comunidad cristiana en Roma: “Por todo el universo, y desde luego en vuestra propia ciudad de Roma, hay numerosos exorcistas…”
Del siglo III al VI, grandes personajes como S. Antonio del Desierto, S. Pacomio y S. Hilario, se retiraron todos al desierto para llevar una vida de oración y ayuno con el propósito concreto de derrotar a Satanás y, mediante su combate, liberar a la humanidad del dominio de Satanás. Otros exorcistas notables fueron los santos Marcelino y Pedro. S. Martín de Tours y S. Benito son exorcistas más recientes que establecieron comunidades en el desierto, no para huir de Satanás, sino para combatir a Satanás directamente en su morada preferida, en el desierto. (Fueron tan eficaces las oraciones de S. Benito contra Satanás, que el Papa Honorio III hizo a S. Benito patrón de los exorcistas. Y hasta el día de hoy, se difunde la medalla de S. Benito como un poderoso sacramental contra las fuerzas del mal). Como Jesús, esos monjes salieron a encontrarse con Satanás mano a mano en el desierto, donde fueron tentados, y venciendo la tentación, ayudaron a liberar a la humanidad de las garras de Satanás. ¡Pocas personas son conscientes de que el propósito concreto de combatir a Satanás fue lo que dio origen a la vida monástica!
El 4º periodo de la Iglesia: Desde el siglo VI al XII, los exorcistas florecieron por todas partes. Se imprimieron textos oficiales y se hicieron las preparaciones adecuadas para los exorcismos solemnes. Los jóvenes seminaristas eran introducidos a los exorcismos en clase, ordenados y enviados a realizar exorcismos. Hasta ese momento, desde los tiempos de Cristo hasta el siglo XII, los exorcismos estuvieron progresivamente en alza.
Llegamos ahora al 5to período de la Iglesia: Desde el siglo XII al XV, es cuando la Iglesia pierde pie en su combate contra Satanás. Es el período en que Europa está plagada de guerras y enfermedades. Tuvo lugar la guerra de los 100 años, y las mujeres que parecían algo lunáticas eran tachadas de “brujas”. Esto prevalecía especialmente en ambientes protestantes. La mujer que necesitaba más que nadie ser exorcizada, era en cambio perseguida y quemada en la pira. Sta. Juana de Arco es el principal ejemplo. Aunque Juana sería más tarde proclamada santa, fue acusada – durante la inquisición y por razones políticas – de ser una bruja. Nunca fue exorcizada para probar su inocencia o su culpa, sino que se le aplicó la práctica común de la inquisición. Fue quemada en la pira. Poco después del desgraciado intento de sustituir los exorcismos por la inquisición y la quema de brujas, el desastre golpeó a Europa. En 1340 la peste negra sacudió a Europa, una epidemia que mató más del 40 por ciento de la población europea y que estuvo seguida de disturbios civiles y cismas.
El 6º período de la Iglesia: Desde el siglo XVI al XVIII, la ausencia de exorcismos dio paso a una serie de persecuciones. Hasta ahora la historia nos ha enseñado que, cuando no se combate y se expulsa al demonio mediante exorcismos, las personas son demonizadas y luego asesinadas. Éste sería el caso durante los siglos siguientes, a través de Dachau, el Gulag, el genocidio y la limpieza étnica. Lo mismo que las persecuciones y la quema de brujas, tuvieron un inicio irracional, e igual de irracional fue su cese.
El 7º periodo de la Iglesia: Desde el siglo XVIII hasta el presente, los métodos excesivos y poco convencionales de enfrentarse con el mal en la Edad Media se detuvieron con la introducción de otro exceso: el desinterés por lo demoníaco. Así vamos desde el extremo de las inquisiciones y las quemas en la pira, como triste sustitución de los exorcismos, hasta la apatía frente al mal. Los motivos de este cambio son numerosos, pero permítanme limitarme sólo a sus consecuencias, porque aportaron un desinterés hacia los exorcismos que realizaban los apóstoles y la regresión en demonología. El demonio fue reducido a un símbolo, a una fuerza impersonal o incluso a una ficción de la imaginación. Y este desinterés por Satanás no ha impedido que los laicos se lancen en pos de la superstición, el ocultismo, el racionalismo y el materialismo. Por desgracia, los que no han visto ni han participado en un exorcismo dudarán de su eficacia y negarán la presencia de Satanás.
Sin embargo, los santos de la Iglesia dan testimonio de la presencia personal de Satanás. Entre los muchos santos que combatieron directamente a Satanás, son dignos de mención los santos Catalina de Siena, Juan María Vianney, Don Bosco y el Padre Pío. Una notable figura que emerge a principios del siglo XIX es el Papa Pío VII, que Napoleón retuvo en prisión. El Papa Pío VII fue un gran exorcista. Durante sus viajes de ida y vuelta a Francia, repetía a menudo: “El punto de partida de la vida pastoral son los exorcismos.”
Ritual del Exorcismo
El Ritual Romano oficial para los Exorcismos Mayores es fruto de doce siglos de oración. Fue publicado en 1614 bajo el papa Pablo V, y sufrió modificaciones a lo largo de los siglos. La edición más reciente es de 1954 y está disponible en latín en la Prensa Poliglotta Vaticana.
El Derecho Canónico requiere que el sacerdote que exorcice a una persona atormentada por el demonio debe estar investido de una autoridad especial, concedida por el obispo del lugar. Por desgracia, no todas las diócesis tienen un exorcista… pero eso está cambiando gradualmente. En Italia, por ejemplo, en los últimos siete años solamente, más de 350 exorcistas fueron designados por los obispos, incluso en diócesis que no habían visto jamás un exorcista. El demonio ve esto y le enfurece. ¿Por qué? Porque los exorcismos son la única expulsión “directa” del mal que la Iglesia Católica tiene a su disposición. Este medio directo de expulsar a Satanás fue conferido a la Iglesia por Jesucristo, cuando dijo a sus apóstoles: “Expulsad los demonios”, como está consignado en las Escrituras. Ciertamente, los Sacramentos que Cristo instituyó y los dones del Espíritu Santo son medios muy eficaces de combatir el mal, pero son medios “indirectos” de hacerlo. El Exorcismo es el arma más directa que nos dio Cristo para expulsar el mal. Mientras que el Sacramento de la Confesión es un exorcismo directo que expulsa al demonio de nosotros y nos dispone a recibir dignamente a Jesús en la Comunión, muy pocos cristianos frecuentan ya el Sacramento de la Confesión. Puesto que los resultados de la Confesión no tienen efecto en los que no reciben este Sacramento, muchos cristianos permanecen encadenados a Satanás, físicamente por la enfermedad, psicológicamente por la neurosis o espiritualmente por el pecado. Puesto que cada vez menos cristianos frecuentan la Confesión y la Comunión, el ritual del exorcismo sirve para traer a esas almas de vuelta a dichos Sacramentos.
En Roma recibí especial autorización para realizar exorcismos con el principal exorcista de Roma, el P. Gabriel Amorth, a quien el Papa Juan Pablo II llamó a Roma desde Módena, Italia. El P. Amorth obtuvo su licenciatura en jurisprudencia y se confesaba con regularidad con San Pío de Pietralcina, el Padre Pío.
Un día el P. Amorth le dijo al Padre Pío:“Querido padre, tengo un gran favor que pedirle”.
El Padre Pío inclinó la cabeza hacia el P. Amorth y, con una gran sonrisa, le invitó a hablar.
El P. Amorth, que tenía muchos hijos espirituales de quienes ocuparse, dijo:“Padre Pío, me gustaría que todos mis hijos espirituales se convirtieran también en sus hijos espirituales. Si usted los toma a su cuidado, a mí me aliviaría mucho.”
La sonrisa del Padre Pío se hizo más amplia y le dijo al P. Amorth: “Si, figliolo, va bene.”
A esto, el P. Amorth respondió: “Ahora todos mis hijos ya no le llamarán Padre Pío sino Abuelo Pío.” El Padre Pío sonrió.
El P. Amorth fué instruido en exorcismo por el P. Cándido Amantini, un sacerdote pasionista. El P. Cándido fue criticado por sus superiores, que le tachaban de crédulo cazador de demonios. El P. Amorth preguntó al Padre Pío si esto era verdad. El Padre Pío dijo al P. Amorth que el P. Cándido era “un sacerdote según el corazón de Dios”. El P. Cándido murió la víspera de la muerte del Padre Pío.
Yo tuve el privilegio de ayudar al P. Amorth; juntos llevábamos a cabo varios exorcismos cada mañana, en la sacristía de San Pablo Extramuros, en Roma. De estas experiencias quiero compartir con ustedes cómo se realizan los exorcismos en el rito latino. Los exorcismos comprenden básicamente tres partes:
- La Oración
- liberación: Moisés suplicó la derrota de Amalec, con los brazos extendidos, y Dios le escuchó.
- alabanza: esta es una oración muy eficaz contra el mal, porque restaura la esperanza y el orden ante Satanás, que es la desesperanza y el desorden. Jericó fue destruida con la oración de alabanza a Dios cantada alrededor de las murallas de la ciudad, y Josafat obtuvo la victoria sobre los enemigos de Israel colocando en primera línea de batalla cantores que cantaban a voces las alabanzas del Señor.
- intercesión: El libro de los Hechos de los Apóstoles relata que los apóstoles fueron liberados de prisión porque la Iglesia intercedió por ellos. Poco después fue encarcelado Pedro, y gracias a que los cristianos intercedieron por él, un ángel lo liberó de la prisión.
- lenguas: Cuando se ora en lenguas, es el Espíritu Santo el que combate directamente el mal con “gemidos inefables” (Rm 8, 26). 8.26).
- La Palabra de Dios
- Cuando la leemos con convicción, la Palabra de Dios imposibilita a Satanás. Durante el exorcismo se leen los Salmos y se proclama el Evangelio para iluminar la mente e infundir esperanza.
- El Mandato (mandatum, en el ritual en latín) contra los espíritus malignos (La fórmula Imprecativa e Imperativa. A veces, solo este Mandato es suficiente para expulsar a Satanás.)
Preparación para un Exorcismo Mayor: Investigación
Si es posible, el exorcista repasa la historia física y mental del supuestamente poseído para determinar una causa posible de enfermedad. Por ejemplo, le hace preguntas como éstas:
- ¿Frecuenta los sacramentos?
- ¿Toma alguna medicación?
- ¿Qué síntomas tiene y cuando empezaron?
- ¿Ha participado alguna vez en prácticas esotéricas; en una sesión, en brujería, en pactos de sangre, ha invocado alguna vez a los muertos, etc.?
- ¿Ha frecuentado malas compañías, personas posiblemente involucradas en el ocultismo?
- ¿Se ha quejado de haber injerido su comida, que le ha hecho encontrarse mal?
- ¿Ha oído voces, o sentido un contacto físico de algo /alguien que no estaba allí?
- ¿Ha experimentado una parálisis temporal en alguna parte de su cuerpo? (exceptuando avanzada edad, naturalmente).
- ¿Ocurren cosas extrañas en su casa?
Si es necesario se presenta al exorcista el informe médico del doctor. Si la enfermedad del supuesto poseído no parece ser puramente psicológica o física, sino que parece ser sustancialmente maligna, procedemos al exorcismo. Algunos criterios para determinar una verdadera posesión diabólica son una combinación de los siguientes rasgos:
- depresión crónica
- aversión a cualquier cosa sagrada
- repugnancia hacia la oración
- reacciones excesivamente violentas o agresivas (especialmente durante los exorcismos)
- conocimiento infuso de lenguas extranjeras
- levitación
- fuerza sobrenatural
Exorcismo Mayor
Empezamos un Exorcismo Mayor con:
- Confesión (el P. Pellegrino Ernetti – el exorcista de Venecia, Italia, durante 40 años – se confesaba un día sí y otro no… ¡Pero por una buena razón, no por escrúpulos!).
- Celebración de la Misa (con aspersión y homilía sobre Jesús como liberador de las almas).
- Media hora de Adoración. El exorcista recita la oración de preparación en el texto romano. Llevando sotana, roquete y estola nos acercamos al lugar donde se llevará a cabo el rito, y empezamos el Exorcismo Mayor. A mano, tenemos los siguientes artículos religiosos:
El crucifijo
Óleo bendito
Sal bendita
Agua bendita
La medalla de S. Benito
La Biblia
Reliquias de santos
Una estola morada
El Exorcismo Mayor empieza invocando al Espíritu Santo, a la Bienaventurada Virgen María, a S. Miguel Arcángel y a todos los ángeles. También invocamos a los santos que ejercieron una influencia formidable sobre el demonio durante sus vidas.
Sigue la letanía. A menudo, el exorcista tiene ayudantes que participan en el exorcismo y que mantienen el secreto del exorcismo. Los ayudantes son cuidadosamente elegidos por sus dones. Al P. Amorth le asisten a menudo dos mujeres con dones carismáticos y un hombre con dones proféticos. Las carismáticas le ayudan a identificar a los espíritus malignos y a sanar a los poseídos, mientras que el profeta exhorta mediante la Palabra de Dios. “Sólo” el exorcista se comunica directamente con la persona atacada por los demonios, y discierne los movimientos de los espíritus en los poseídos. El exorcista no deja jamás que sus ayudantes le guíen, ni les deja hablar directamente con los poseídos. Más bien, el exorcista habla a sus ayudantes y éstos le responden a él.
El exorcista unge al poseído con óleo sagrado, agua bendita y sal bendita, y le bendice con el crucifijo. Con frecuencia coloca la estola morada sobre los hombros del poseído para restaurar en él los tres poderes sacerdotales recibidos en el Bautismo (recordemos que Satanás nos desposeyó de esos poderes con el pecado original, y el bautismo los restaura sólo en parte, porque la inclinación al pecado permanece en el bautizado).
Merece la pena señalar que el poder del exorcista no proviene de él sino del Nombre de Jesús.
A esto sigue la Profesión de las Promesas del Bautismo.
El Padrenuestro.
El “Mandato” contra los espíritus malignos.
La Oración de Acción de Gracias.
Y el Consejo a la persona que ha sido liberada (en este período de convalecencia, Satanás puede volver a atormentar a la persona atacada por los demonios, por eso les animamos a recitar oraciones diarias y a frecuentar los Sacramentos (confesión bimensual y Comunión diaria).
Otros consejos incluyen 6 objetivos a largo plazo que les animamos a implementar (recuerden que las personas afligidas por Satanás son capaces de cooperar con el exorcista):
- Oración (alimenta al alma por la comunicación con Dios)
- Trabajo (un medio de santificación que además incrementa el sentido de propósito en la vida)
- Expansión (Sto. Tomás de Aquino escribe que los ratos de expansión restauran la mente y el cuerpo): música como la Beata Isabel de la Trinidad y Dina Belanger, jardinería como S. Fiacre, costura como Luisa Piccarreta, etc.
- Sueño regularizado (las tensiones del día requieren que el cuerpo se recargue físicamente. Pautas coherentes de sueño ayudan tremendamente a regularizar nuestra oración diaria y nuestra ética de trabajo).
- Alimentación adecuada (Puesto que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo en el que Cristo actúa para continuar su misión salvadora en la tierra, necesitamos estar en forma para servir a Cristo).
- Ejercicio – anaeróbico y aeróbico:
- Mantiene los templos del Espíritu Santo (como se dice en latín, mens sana in corpore sano). El ejercicio incrementa el flujo sanguíneo y mejora nuestra salud a fin de que podamos servir a Cristo de manera vibrante. Es verdad que hay almas víctimas que sufren crónicamente de mala salud, y Nuestro Señor las utiliza para obrar conversiones, o personas impedidas físicamente que no pueden hacer ejercicio con tanto vigor como otras, pero incluso estas personas tienen en cuenta su salud. Mírenlo así, o hacen ejercicio ahora, libremente, y reducen las probabilidades de cirugía, o les forzará a hacerlo su doctor, después de la cirugía. A diferencia de los ángeles, nosotros tenemos cuerpos mediante los cuales determinamos nuestra salvación y con los cuales expresamos nuestro culto.
- Jesús y sus discípulos caminaban mucho.
Preguntas
- El ocultismo, el espiritismo, la magia negra, las sectas y las nuevas religiones se han multiplicado en las últimas décadas, y siguen aumentando. Una de las prácticas modernas es invocar a los muertos. ¿Invocar a los muertos es una práctica peligrosa (necromancia)? La ley mosaica prohibía la necromancia (Levítico 19, 31; 20,6; Deuteronomio 18, 11-12) y la castigaba con la muerte (Levítico 20, 27; 1 Samuel 28,9). La Iglesia reconoce que, con permiso especial de Dios, las almas de los difuntos se pueden aparecer a los vivos. Pero esto ocurre siempre a iniciativa de Dios, mientras que la ciencia de evocar a los muertos, o necromancia, no es iniciativa de Dios y por lo tanto está abierta a la decepción y siempre expone a uno a la posibilidad de influencia demoníaca.
- En el caso de fantasmas, ¿es posible que los muertos ronden por la tierra o por un local, inconscientes de que están muertos? No. Los Concilios de Lion y Florencia declararon que “inmediatamente” (mox) después de la muerte, el alma es juzgada y va a su destino eterno de salvación o condenación” (al purgatorio, al cielo o al infierno). Aún así, el alma puede bilocar, por ejemplo, la visión del Padre Pío de un hermano limpiando velas, confirmada por el superior. Aunque es verdad que el alma es juzgada inmediatamente después de la muerte, Dios puede, en circunstancias especiales, retrasar su juicio para que reciba los sacramentos (El antiguo Código de Derecho Canónico de la Iglesia daba un margen de unas dos horas para la extremaunción), o por otras causas… Varios santos han llamado a personas de vuelta a la vida, han resucitado a muertos. Hay más de 400 casos documentados de santos que resucitaron muertos. Incluyen a niños, a recién nacidos sin bautizar, a bebés nonatos aún en el vientre de sus madres que necesitaban ser bautizados, a personas ejecutadas por crímenes, a personas resucitadas para poder atestiguar en casos criminales o atestiguar alguna verdad religiosa, y personas que hubieran sido condenadas al infierno si no hubieran sido llamadas de vuelta para tener otra oportunidad. Por ejemplo, Jesús resucitó a Lázaro después de tres días, muchas almas salieron de sus tumbas después de la resurrección de Jesús para dar testimonio; S. Vicente Ferrer, S. Francisco, Luisa Picarretta y otros resucitaron a los muertos (tal como Jesús les ordenó en el Evangelio de Marcos 10, 8: «… Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»)
- ¿Es un remedio efectivo contra el mal la sanación ancestral/generacional? Durante los exorcismos, puede ocurrir que un antepasado del poseído se revele debido a varias razones (en vida, el antepasado sufrió mucho y nadie prestó atención a su dolor, angustia, desesperación y muerte atroz; o quizás el antepasado murió intoxicado, o fue confinado a la fuerza en un instituto mental). En esos casos, el P. Amorth recita una sencilla oración de reconciliación, pidiendo en nombre de su familia que el antepasado perdone, invita al antepasado a renunciar a toda ira y rencor y a pedir perdón a los que haya ofendido, y le da una absolución condicional. Las sanaciones ancestrales son un instrumento muy poderoso y un remedio eficaz para romper maldiciones y maleficios generacionales.
- ¿Puede alguien que está sufriendo opresión del mal ser liberado sin un exorcismo? En el evangelio queda claro que ciertos demonios sólo pueden ser expulsados con ayuno y oración, y en esos casos no hay necesidad de exorcismos.
- ¿Puede alguien que no esté poseído beneficiarse de un exorcismo? Sí. Pero una vez que sus síntomas revelan una enfermedad psicológica o física que no está causada por una presencia maligna, lo enviamos a un especialista que pueda ayudarle en esas áreas.
- ¿Son todas las víctimas de una posesión diabólica responsables de su estado? No. Hay cuatro razones por las que una persona puede caer presa de una posesión diabólica. En dos casos no son responsables de su estado, y en otros dos, lo son. Los dos casos en los que no son responsables de su estado son:
- Aquellos que Dios permite ocasionalmente que sean acosados por Satanás. Los santos Juan María Vianney, Gemma Galgani, Pío de Pietralcina (Padre Pío) la Beata Anna de Foligno, Luisa Piccarreta, fueron todos atacados por Satanás, algunos de ellos golpeados físicamente. El propósito de sus aflicciones diabólicas era purificarlos más y permitirles reunir más méritos, ofreciendo sus tormentos por otras almas.
- Aquellos que, debido a maleficios, maldiciones, mal de ojo, macumbas u otros sortilegios, caen víctimas de los ataques de Satanás (p.ej. Giovanna di Bergamo, Anna Lisa Michel). No hay falta en ellos, puesto que son víctimas, y han llegado a aceptarlo y a unir sus sufrimientos por otros con los de Cristo, por la salvación de las almas.
- Los atacados por Satanás que son culpables se exponen a menudo a personas y lugares malignos. Se exponen a adivinos, echadores de cartas, participan por curiosidad en sesiones, rituales satánicos, pactos de sangre o invocan a los muertos. Todas estas prácticas ponen el alma en riesgo de recibir una influencia maligna o incluso la posesión misma.
- La persistencia en numerosos pecados mortales puede conducir a la posesión diabólica. Puede que tal fuera el caso de Judas Iscariote de quien los evangelios afirman: “En ese momento Satanás entró en él”. He tenido casos de chicos y chicas adictos a las drogas que vivían una vida de crímenes y perversiones sexuales.
- ¿Tiene Satanás poder para producir enfermedades? El evangelio narra que Jesús expulsó demonios de personas afligidas de dolencias físicas. Sé de varios exorcistas que han curado a personas de tumores cerebrales o quistes de ovarios, la víspera de una operación programada. Los doctores siguen desconcertados.
- Alguien que hace un pacto con Satanás, ¿recibe prosperidad y recompensas en esta vida? Sí, pero siempre conlleva un tremendo sufrimiento. Brujos y brujas pueden desde luego obtener para sus clientes riquezas y éxito mundano, pero con estos dones llega el sufrimiento. Al cabo de cierto tiempo, Satanás les roba literalmente la felicidad y la paz que disfrutaron una vez.
- ¿Consigue siempre el exorcista liberar a los poseídos? Casi siempre. Sí.
- ¿Es contagioso el mal? No. Hay diferencia entre influencia y contagio. El mal no se trasmite por contacto físico con una persona que esté poseída. Sin embargo, los objetos pueden estar infestados por una maldición, un maleficio, un sortilegio, etc. Es digno de mención que vivir una vida en gracia de Dios es la mejor defensa contra todas las influencias malignas posibles. P.ej. S. Ambrosio fue inmune a la maldición satánica de una mujer y a objetos infestados.
- ¿Puede un entorno causar la posesión de una persona? No. Malas personas y malos lugares sólo pueden condicionar o influenciar a la persona, pero no pueden causar la posesión.
- ¿Hay diferentes grados de influencia diabólica? Sí: Posesión, Obsesión, Opresión, Fijación, Vejación, Infestación, etc.
- ¿Cuánto tarda una persona en quedar liberada de una posesión diabólica? El período habitual de convalecencia es de tres años, y por razones subsiguientes de reincidencia.
- ¿Está siempre la persona posesa en estado de posesión? No.
- ¿Vive Satanás en alguien que está poseído? No. Por virtud de la indeleble impresión de la imagen y semejanza de Dios que recibimos todos en nuestra concepción, somos templos de Dios, y no de Satanás. Satanás puede, sin embargo, entrar en el interior de ese templo, como hizo en el jardín del Edén, para ponernos a prueba.
- ¿Es importante la colaboración de los poseídos? ¡Sí!
- ¿Puede cualquiera realizar un exorcismo? Según el Derecho Canónico vigente, sólo un sacerdote delegado puede realizar un Exorcismo Mayor, pero cualquiera en estado de gracia, y que esté preparado espiritualmente, puede realizar un exorcismo menor, p.ej. una oración de liberación, la oración de S. Miguel, etc. Muchos santos realizaron exorcismos menores, como Sta. Catalina de Siena, la Beata Ana Catalina Emmerich, Luisa Piccarreta, etc.
Oración de Arrepentimiento y Liberación
Esta “Oración de Exorcismo” fue dada a Vassula el 13 de noviembre de 2006
Vassula escribe: Jesucristo me dictó esta oración, que es una oración de arrepentimiento, sanación y liberación. Dijo que esta “oración de exorcismo” es necesaria para nuestros tiempos tan llenos de maldad
Las personas no saben cómo repudiar completamente a Satanás, en sus oraciones. Satanás los está controlando, cegándolos y dándoles mucho sufrimiento, ya sea por medio de la enfermedad o tomándolos cautivos. Jesús dice, también, que mucha gente venera a falsos dioses (ídolos).
Esta oración será muy efectiva si se reza sinceramente, con el corazón.
El Señor ha dicho:»Que se arrepientan ante Mí con estas palabras»:
Me he descarriado de todas las maneras, pero ahora no quiero pecar más. Te he agraviado y he sido injusto. Ya no lo haré más. Renuncio al pecado, renuncio al Demonio, renuncio a la iniquidad que ensucia mi alma. Libera mi alma de todo lo que es contrario a Tu santidad.
Te suplico, Señor, que me libres de todo mal. Ven ahora, Jesús, ven ahora a habitar en mi corazón.
Perdóname, Señor, y permíteme descansar en Ti, porque Tú eres mi Escudo, mi Redentor y mi Luz, y en Ti confío.
Desde hoy, Señor, Te bendeciré en todo momento.
Repudio el mal y a todos los demás dioses e ídolos, porque Tú eres el Altísimo sobre el mundo entero, trascendiendo de lejos a todos los demás dioses.
Con Tu poderoso brazo, líbrame de la mala salud, líbrame de estar cautivo, líbrame de los conflictos y derrota a mi enemigo el Demonio. ¡Ven pronto en mi ayuda, oh Salvador!
Amén