En un Oriente Medio que ha sido víctima durante más de 70 años de graves conflictos que están aumentando, y en un Occidente aterrorizado por las amenazas de un cierto Islam que se siente amenazado en su propia identidad, y en un mundo perpetuamente en crisis , donde los gobiernos sólo hablan de prosperidad, seguridad y paz, ¡un grupo de hombres y mujeres de todos los países, denominaciones, religiones, culturas, etnias y todas las partes, no se contentan con predicar la coexistencia, la convivencia o la paz, sino que afirman querer establecer hermandad – mejor aún – unidad entre todos los pueblos de la tierra!

¿Locura? ¿Utopía? Según Vassula y sus amigos, sólo se trata de creer en el amor y practicarlo, o más bien de acoger el Amor de Dios sin medida, de dejarse amar y transformar por El, y esto cambiará la faz de la tierra.

Nosotros creemos, hermanos y hermanas, en el amor inconmensurable de Dios, a pesar de todas las desgracias de la tierra. Y este Dios de Amor simplemente quiere enviar su Espíritu a la tierra para arrebatar a los seres humanos de los malos caminos y renovar todas las cosas. En efecto, fue este Espíritu el que vino a descansar sobre Jesús en Jordania hace dos mil años y que fue acompañado por la Palabra del Padre:

«Este es mi Hijo Amado, en quien he puesto todo mi amor.»

Esto nos revela que Dios es Trinidad, es decir, Amor recíproco, comunión y comunicación, y que en Él está el Otro, y que este Dios de Amor sólo tiene un deseo, que es el de enviar Su Espíritu sobre cada uno de nosotros, para repetirnos las mismas palabras que se dijeron en Jordania. Es este mismo Espíritu el que nos enseña a vivir juntos siendo diferentes, y nos muestra que nos necesitamos el uno al otro, que somos complementarios y no enemigos.

Es este mismo Espíritu el que nos enseña que la fraternidad se vive más allá de las diferencias, y que éstas se convierten en fuentes de enriquecimiento en lugar de ser vividas en la ignorancia y el miedo. Es este Espíritu del Amor de Dios, difundido en nuestros corazones, el que nos permite vivir nuestra peregrinación abierta a los participantes de diversas tradiciones, y como una oportunidad para encuentros privilegiados que promuevan la comprensión, la ayuda mutua y la amistad entre culturas y diferentes religiones. Finalmente, es el Espíritu del Amor de Dios el que nos enseña cómo generar Unidad y que, en la búsqueda de Unidad, todo esfuerzo ya lleva su eficacia, y cualquier voluntad seria de Unidad es un paso hacia la Unidad y logra su objetivo. El cardenal Henri de Lubac solía decir: «Cualquier inclinación hacia la Unidad, nos acerca, porque aumenta el Amor, que por sí mismo es unificador».

Conclusión

Queridos hermanos:

Nuestro Dios es el Amor que viene a encontrarnos. Nuestra existencia podrá estar dominada por el miedo, consumida por la duda, agriada por la abstinencia, pero Su Amor puede transformarla en una gran aventura abierta a la vida verdadera. En efecto, es sólo a través del Amor, y gracias al Amor y gracias al Espíritu que siempre se nos ofrece, que poco a poco nuestra resistencia y nuestro egoísmo arderán, transformándonos en personas alimentadas por el movimiento mismo por el cual perfecciona nuestra existencia como hijos.

Chucrallah Nabil El Hajj

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Arzobispo maronita de Tiro, Líbano