por Vassula Ryden
Quiero dar la bienvenida a todos los presentes en el amor de Dios. Nuestro Señor es bueno y nunca deja de sorprenderme, dejándome tantas veces sin palabra, y asombrada cada vez que me ha enseñado el poder de Su Brazo. Aún estoy impresionada por Su Presencia en nuestros días; ya que Él está visitando a Su gente, no hay duda de esto.
Él viene a su encuentro y esto es debido a Su Misericordia. ¿Puede alguien precisar la magnificencia de Dios y su inexpresable grandiosidad? Una vez más, Dios está tratando de hacer que la humanidad se acuerde de Su Poder y de la gloria majestuosa de Su Soberanía. El hombre debe estar ciego para no ver todo esto. Siempre fiel a Sus promesas, Él nos envía, como prometió, Su Espíritu Santo con tal abundancia que incluso los muertos son devueltos a la vida. Él está actuando según Su Promesa, así que ¿por qué algunos de nosotros nos sorprendemos y miramos todo esto con incredulidad, y apartando la vista?
Mediante Sus palabras cariñosas que son como un bálsamo, Él cura los corazones quebrantados, vendando sus heridas. ¿Qué tiene el hombre que decir de esto? Nuestro Señor nos está colmando de su conocimiento y comprensión, revelándonos el bien y el mal. ¿Qué más podemos pedir? El Altísimo ha establecido Su Escuela Divina en nuestros corazones y, como una luz, brilla desde el interior y desde el exterior. El Todopoderoso se inclina en nuestros días desde Su Trono para enseñarnos la magnificencia de Su Obra. Y a medida que nos enseña Su conocimiento, sitúa Su trono entre nosotros, adornando nuestra alma majestuosamente con Su Presencia. Santo es Su Nombre.
¿Quién es el hombre para evaluar a Dios? Y sin embargo, muchos lo hacen. ¿Cómo es posible para cualquier hombre descifrar la Grandeza de Dios y Sus Maravillas? Y sin embargo, algunos creen que pueden; estas personas están demasiado dispuestas a mostrar la superficialidad de sus mentes. Por esto el Espíritu Santo les esconde Sus Tesoros, y los reserva para los sencillos.
Hoy os voy a recordar el Poder del Espíritu Santo, ya que esta efusión del Espíritu Santo ya ha comenzado. Se le denomina el Segundo Pentecostés. Cada alma que estaba muerta espiritualmente y que regresó de repente a la vida en Cristo ha recibido dentro de sí un segundo Pentecostés. Abrasada con el fuego del Espíritu Santo que le da el celo, esta alma ha sido llamada a ser apóstol, un apóstol para este fin de los tiempos para ir y proclamar la Palabra de Dios.
Es a través del poder del Espíritu Santo que nos reunimos de nuevo en Tierra Santa. Abramos entonces nuestros corazones a la gracia y obtengamos Su Paz que puede guiar nuestros pasos en los caminos de paz, reconciliación y unidad. Abrámonos al Espíritu Santo, dejando que nos invada y que rectifique nuestros caminos tortuosos que nos han llevado a esta división vergonzosa, que nos han conducido a tierras pantanosas. Que el Espíritu Santo sea desde hoy nuestra Antorcha para llevarnos a la santidad y ser el ungüento de nuestros ojos para que podamos ver la Voluntad de Dios y Su Gloria.
Desde el principio, nuestro Señor nos ha enseñado que no tenemos otra forma de vivir que en el Espíritu Santo. Hemos aprendido que el Espíritu Santo es la substancia vivificante de nuestra alma, ya que sin Él, estamos muertos espiritualmente y somos como los huesos secos y esparcidos de la visión de Ezequiel. Pero el poder del Espíritu Santo puede traer de nuevo a la vida esos huesos secos y esparcidos, insuflando en ellos un aliento de resurrección.
Sin el Espíritu Santo, no somos más que un puñado de polvo pecador, pero Dios nos ha adornado con el Espíritu Santo, situando Su Trono en nosotros, para conversar con nosotros y escucharnos como lo hace un amigo. Estamos llamados a una metanoia verdadera, y luego a un abandono total en Dios; estamos llamados a morir a nosotros mismos para que podamos presentar el fruto de la imparcialidad.
Una vez obtenido el fruto de la impasibilidad, renaceremos a través del Espíritu Santo, que puede entonces comenzar su Obra divina en nosotros como un Dueño pero también como un amigo íntimo. Él nos enseñará todas esas cosas que son invisibles a los ojos pero que son eternas. Él, que es Dios, conversará con los dioses nacidos de Él por medio de la gracia, manifestando el dulce amor que Él tiene por Sus Hijos e Hijas, rodeándolos en sus brazos y llevándolos a una unión divina de amor. Como hijos de Dios, el Espíritu Santo nos enseñará a conocer al Señor a través de Su Luz Sublime, y hará esto con una comprensión y una percepción diferentes de las que aprendemos con nuestro espíritu sobre las cosas de este mundo.
El Espíritu Santo nos dice: “Yo soy El que te traído a un amor filial por Nuestra Divinidad, para llevar una vida divina y convertirse, por adopción, en otro hijo del Padre.” [3.3.99]
La Escritura dice que el temor del Señor es el comienzo de la Sabiduría, y que el temor del Señor es la reina de la Sabiduría. Sabemos también que nuestro Señor dijo que la Sabiduría se da a simples niños. En otras palabras, la Sabiduría será dada a un corazón contrito y sin malicia. Así que quienquiera que vaya a Dios con sencillez y con un corazón puro, el Espíritu Santo no espantará de ese corazón, sino que vendrá y trabará amistad con esa alma, instruyéndola con Sabiduría de modo invisible y en silencio; la gente preguntará: “¿de dónde ha obtenido ésta todo este conocimiento e instrucciones sobre las cosas del cielo?”
Este conocimiento y esta instrucción sólo pueden proceder del Espíritu Santo que puede sumergir esa alma en Sus manantiales límpidos que fluyen de la Boca de Dios (y esto significa, la Palabra de Dios), la Palabra de Dios que nos enseñará Sabiduría, dándonos una mayor comprensión de Dios, ya que habremos germinado en esos claros manantiales de Dios. Y así, como Moisés, a quién Dios envolvió en una nube, seremos envueltos en una santa contemplación durante la cual nuestra alma y nuestra mente serán elevadas a lo divino pero también a la Vida Trina.
Jesús nos dice en un mensaje: “Permaneced pequeños, verdaderamente pequeños, dejando que el poder de la acción del Espíritu Santo sea aún más eficaz.” [3.3.99]
Cuanto más nos abajemos, mayor será la acción del Espíritu Santo en nosotros.
Cuando hayamos obtenido el fruto de la imparcialidad, nuestra alma no deseará aferrarse más a las cosas terrenas, sino que tendrá un solo deseo, que es: amar a Dios y al prójimo y servir a Dios, sabiendo que el servir a Dios acarreará sufrimiento y persecución. Mucha gente se pregunta cómo es que los santos mártires nunca temieron cuando se enfrentaron con la muerte. De nuevo, es gracias al Espíritu Santo que han obtenido la gracia de perder el miedo al sufrimiento, ya que sus almas habían probado la dulzura de Dios.
La dulzura de la gracia del Espíritu Santo supera a todos los deleites de este mundo, porque transforma nuestra alma en un paraíso. Estamos llamados a la perfección y a ser la morada santa de Dios sin mancha; estamos llamados a alcanzar un estado divino de amor perfecto; estamos llamados a obtener el legado de ser hijos e hijas del Altísimo. Por parte de Dios, las puertas están siempre abiertas, así que depende de nosotros decidir si queremos entrar por esa puerta o no.
En nuestros días, nuestro Señor ha preparado para esta generación y para futuras generaciones un Himno de Amor, el cual Él mismo se complació en llamar: “La Verdadera Vida en Dios.” Mucha gente se ha beneficiado de estos divinos mensajes y han crecido espiritualmente para saber cómo obtener y poseer a Dios.
¿Quién podría habernos recubierto con tales tesoros? ¿Quién nos podría haber dado tanta tranquilidad al ofrecernos el reposo en Sus Brazos? ¿Quién nos podría haber dicho lo que es ser un niño por la gracia como el Verbo de Dios por la naturaleza? ¿Y Quién nos podría haber llamado a participar en este Plan Salvífico, a pesar de nuestra tremenda miseria y de nuestra incapacidad tan lamentable?; y ¿Quién podría ser tan generoso como para invitarnos, sabiendo que no somos dignos de entrar en la Vida Trina? Únicamente Dios, que es el Dueño Soberano de nuestra alma pero también nuestro Amigo, nos está dando este acceso a la Eternidad, sólo Él es el Único que nos puede llevar a la deificación.
He mencionado antes que la Presencia de Dios se manifiesta mucho en nuestros días y que tenemos que estar ciegos para no verlo. ¿Cómo podremos saber esto? Lo sabremos por el gozo y la paz que obtiene nuestra alma, la tranquilidad con la que Él pone a reposar al alma. Nuestro Señor me preguntó un día: “Dime, ¿hay algo en el mundo o a tu alrededor que pueda dar a tu alma deleites más exquisitos y tiernos que estar conmigo, sólo conmigo, a solas? ¿Qué te da Mi Presencia?” Entonces, mientras buscaba las palabras para expresarme, sentí al Espíritu Santo venir sobre mí, y Él me abrió la boca para pronunciar estas palabras:“Tu Presencia me da un anticipo de la Visión Beatífica. Me da la contemplación de Tu gloria; Tu Presencia me produce un deleite interior, aquel que se da a los santos con méritos. Yo no tengo ninguno. Tu Presencia me hace intelectualmente consciente de que en Tu Luz transcendente, Tú, Dios Padre, que llenas todas las cosas sin estar confinado por sus límites, puedes morar en mí, puedes morar en nosotros. Encuentro en Tu Presencia gozo, luz, suspiros de añoranza, ansiando penetrar aún más en contemplación para poder ver lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado.” [3.3.99]
Amigos míos, Dios se nos está ofreciendo incesantemente y sin reservas. Pero a cambio, Dios quiere que nos ofrezcamos a Él del mismo modo, sin reservas. Dios quiere de nosotros igualdad de amor. Así que démonos completamente al Espíritu Santo para que podamos oírle decirnos estas palabras. Estas son citas de los mensajes:
“Te he desvelado Mis dones y Mis tesoros y te he adornado con Mi Presencia. Me complacía poseerte y darte Mi Sabiduría para que tu alma brille en esplendor. Te He sumergido en Nuestros claros manantiales, para reavivarte. Es para Mí una bagatela cubrirte con Mi Riqueza. ¿No has oído que Dios nunca deja de darse a todos vosotros? Así como me doy incesantemente a todos, así será contigo cuando te haya preparado para encontrarte con tu Novio. Te estarás dando al Amante de la Humanidad, para ser con lo Divino un solo espíritu.
Como verdadero hijo o hija de Dios, alcanzarás en este estado elevado de gracia una imagen perfecta del Dios Trino y todo lo que todo lo que emprendas será realizado sin ninguna imperfección, ya que será divino y conforme a Nuestro Mente y a Nuestra Voluntad. Incluso tus movimientos serán transformados en los Nuestros. Cada gesto, cada paso que des en tu vida serán en Nuestra Luz y continuarán aumentando por la gracia…
Soy yo, quien puede conducirte a este amor filial y a esta unión Divina, agrandando tu corazón para recibir más de Nosotros y para que Nosotros recibamos más de ti, para darnos a Nosotros Mismos más a ti y que tú te des más a Nosotros. En este ciclo Nos estarás dando todo lo que ya Nos pertenece. Este es Mi Triunfo en ti, el triunfo de haberte conducido, tras haberme dado tu libre voluntad, a una unión perfecta de Amor Divino con Nosotros. ¿Ves lo bueno que es entregarse? ¿Cómo podría haber realizado Mis acciones de otro modo? Soberano y Dueño Yo soy ahora en tu alma, pero como ya te he dicho antes, no Soy sólo un Dueño Soberano, sino también tu Amigo y Bienamado. Te he erigido para que seas hijo de Dios que, siendo Nuestra descendencia, como toda descendencia, tendrá también el derecho a compartir y a dar su opinión. Incluso para gobernar con Su Padre. En la tranquilidad de Mi Aliento en ti, verás cosas a través de Nuestra Luz y la manera en la que las vemos. Así que digo a cada uno:
Se rico en pobreza y Me volveré hacia ti. Déjame que te llame también hijo o hija del Altísimo, y reinarás con Nosotros. Déjame que te ponga en pie y permitirte que respires en Mi; déjame que sitúe Mi Trono en ti para que también puedas decir a otros: “He encontrado el descanso”. ¿No deseas ver a tu Padre? ¿No ansias conocer a Dios? Si lo haces, entonces Yo debo darte a luz, sí, debes renacer por Mí para ver a tu Padre. No se ha conocido a ningún niño que haya visto alguna vez a su padre antes de nacer. Feliz el hombre que medita sobre la Libertad que Yo puedo dar; esta Libertad te llevará como un Novio que lleva a Su Novia, a perfeccionar tu unión con Nosotros. La transfiguración del amor inscrita en tu alma será tal que a partir de entonces nada te podrá separar de Nosotros.” [3.3.99]
Así pues, dejarme que os recuerde, hermanos y hermanas, que si hemos sido llamados por Dios mismo para trabajar por Sus Intereses, debemos recordar que haciendo esto, Él nos ha dado también el honor de estar llamados a Su Cruz, para que podamos absorber todas sus fases. Él nos pide que nos abracemos a Su Cruz con amor, sin olvidarnos nunca de Su Victoria.
Seamos conscientes de lo que Dios nos está ofreciendo y abramos nuestros oídos a la Voz de la Santa Sabiduría que nos llama a ser heraldos del Altísimo. Que no seamos como un hombre soñoliento que, aturdido por el sueño, cuando tratas de levantarte, después de haberle explicado algunas cosas, te pregunte cuando hayas terminado: “¿De qué se trata?” No dejéis que vuestro corazón sea como una vasija rota que no puede contener nada del Conocimiento que viene de Dios. Pero estemos vigilantes a la Palabra del Conocimiento de Dios para que vayamos perfumando el mundo con Su dulce fragancia.